Opinión Nacional

El día después

A menos de una semana de efectuarse el referéndum revocatorio presidencial en Venezuela, no se vislumbra ningún ganador. La guerra de encuestas, tanto nacionales, como internacionales; así como los dimes y diretes de ambos grupos (gobierno y oposición) todavía no han dado con una respuesta lógica que demuestre precisamente a ambos competidores el porqué de la necesidad de su triunfo.

Pero, ¿ es que acaso alguna de las dos partes ha entendido exactamente qué se entiende por triunfar?

La idea de triunfo representa la consecuencia de una contienda entre distintos actores. Hay triunfos individuales, en los casos de los competidores deportivos, en los cuales cada uno de ellos da lo mejor de si para ganar. Hay triunfos colectivos cuando esos mismos competidores representan a un equipo, o a un país; y por tanto, el resultado de su acción repercute positivamente en la imagen que ese equipo o ese país exteriorice.

Pero en materia política las cosas no son tan sencillas; porque cada acto que realizan nuestros líderes, o quienes dicen o pretenden serlo, conlleva no sólo la felicitación colectiva de resultar ganador, sino una serie de consecuencias de toda índole en esa sociedad a la cual dicen representar, para el caso de resultar perdedor.

El caso del competidor deportivo es un ejemplo muy hermoso de lo que significa el espíritu de sacrificio y la voluntad de hierro de un atleta para llegar a obtener el sueño deseado; pero la vida de una nación es algo más que una simple competencia en donde se elige a un ganador y se desecha al perdedor. La vida de un país representa la existencia de infinidad de sueños de sus ciudadanos, sueños que aquellos que pretendan liderarlos deberán traducir en metas realizables; y si bien nadie espera que un Jefe de Estado se transforme en un atleta olímpico, la sociedad si espera que su líder comience por hacer esos pequeños sacrificios, que como el atleta, representan su vocación de servicio, su espíritu indomable y su capacidad para saber ganar, así como para saber perder.

Perder en política no es un pecado mortal, ni inhabilita a la persona o a su grupo para presentar su oferta, una vez corregido sus errores, para un futuro cercano.

La vida de un pueblo es cambiante; y de allí que no haya reglas claras respecto a la tipología de su líder. Lo que hoy puede no interesarle al electorado, mañana puede ser un arma de un futuro candidato; porque son las necesidades de su pueblo quienes definen el prospecto de líder que desean tener y no son sus líderes quienes imponen esas necesidades.

Este quizás ha sido uno de los mayores errores del liderazgo que se ha querido crear en Venezuela; y es que esos pretendidos contendores, en vez de analizar cuáles son las necesidades de ese pueblo, así como de investigar el porqué los venezolanos han reconocido en ciertos compatriotas algunas cualidades, se han enfrascado en la tarea de querer imponer su personalidad, de querer establecer sus gustos y de querer trasladar sus sueños, por encima de los intereses de muchos otros venezolanos.

Olvidan esos líderes, que no es el pueblo quien va detrás de ellos pidiendo favores como si fueran dádivas, sino que son aquellos quienes deben ir no sólo detrás, sino al lado y adelante, enseñando el camino en base a esas necesidades que hayan logrado captar y no en razón de sus propios intereses. Y tal como sucede en los eventos deportivos, en donde el atleta no es quien establece las reglas de su competencia y decide nadar 50 metros mariposa en una competencia de 100 metros espalda; o corre 50 metros planos en una competencia de 100; o participa en una competencia femenina de esgrima, siendo de sexo masculino; el líder político que desee competir, lo debe hacer bajo las reglas impuestas por la sociedad y plasmadas en unas normas jurídicas y no bajo las suyas, por muy loables que éstas parezcan.

Para el 15 de agosto, gane quien gane el referéndum revocatorio en Venezuela, será en definitiva su pueblo el que asumirá las consecuencias, no sólo del triunfo de alguna de las dos partes, sino de la derrota de la otra.

Cada uno de los grupos oponentes se ha preparado para ganar; han presentado por separado su programa de lo que sería la ejecución del triunfo. Para el gobierno, podríamos sintetizarlo, en afianzar las llamadas “Misiones” que equivalen a pequeños proyectos, en materia muy específica, en beneficio de los sectores más desposeídos de la sociedad venezolana.

Para la oposición, podríamos resumirlo en lo que han llamado “ Plan Consenso País,”en donde aspiran poner en marcha el aparato económico, así como reactivar infinidad de programas en materia económica y social, que redundarían en beneficio de la generalidad de los venezolanos.

Todo esto se daría por suficiente en una sociedad democrática, que a pesar de sus diferencias políticas o ideológicas, viviera permanentemente en armonía. Pero en una sociedad altamente polarizada como la actualmente existente en Venezuela, en donde una de las partes ha instigado al odio social en contra de la otra, mientras que la otra ha caído en la trampa de las amenazas y a veces hasta de la intolerancia, hablar de planes para el triunfo, olvidando que una de los dos perderá, equivale a ir a la guerra en el desierto y no prepararse con una cantidad significativa de barriles con agua, comida y ropa adecuada.

El próximo 15 de agosto, fecha significativa para la democracia no sólo venezolana sino continental, ganará o el gobierno o la oposición venezolana, pero igualmente perderá uno de ellos; llevándose consigo en su derrota, no a quienes apoyaron a esa opción, sino a la totalidad de los venezolanos, a quienes suelen reconocer su soberanía, no cuando el pueblo está en llamas, sino cuando aquellos se queman.

La pregunta que deben hacerse hoy los venezolanos, no es cuál de las dos partes ganará, sino quién de los dos preparará ese proyecto para apoyar al otro en su triunfo, no en su propio beneficio, sino en beneficio del país; presentándoles a sus compatriotas esa “Misión para vivir en libertad y para aceptarse mutuamente,” o ese “Plan Consenso País para convivir en armonía y contribuir con la Patria al desarrollo de su pueblo.” No para el momento de su triunfo, sino para el día después de su derrota…

(*): INTER-AMERICAN AFFAIRS DIVISION. Ambassador Virginia Contreras, Executive Director. (%=Link(«http://ascfusa.org/ASCF_images/400westhemisphere.jpg»,»http://ascfusa.org/ASCF_images/400westhemisphere.jpg»)%)

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