Opinión Nacional

El drama de perder el chivo y el mecate

A casi un año de haberse realizado las elecciones presidenciales jamás se imaginó el Presidente Chávez, el berenjenal que se produciría y que hoy sacude a todo el país y la peligrosa inestabilidad generada en su gobierno. Subestimar al pueblo venezolano nunca fue una buena conseja para los huéspedes de Miraflores, ya que la soberbia del poder y la ambición de imponer proyectos, ha provocado que más de uno haya salido con las tablas en la cabeza.

Lo sucedido con el dictador Pérez Jiménez luego del plebiscito del 2 de diciembre de 1957 es un indicativo; teniendo por cierto como su principal opositor a un movimiento estudiantil aguerrido, quien fuera días mas tarde protagonista en la caída del régimen el 23 de enero de 1958. Pretendiendo imponer su Nuevo Ideal Nacional a la fuerza, desconoció el rechazo generalizado de la población, terminando su capricho en un vuelo clandestino de la “vaca sagrada” hacia Santo Domingo, dejando tras de sí en aquella madrugada de enero el botín que creía suyo llamado Venezuela.

En otras circunstancias y desde un punto de partida diferente nos referimos a lo acontecido en el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez. Su segundo mandato provino de un acto legítimo, el triunfo electoral de diciembre de 1988 con millones de votos, su inicio fue tan fastuoso que la instalación del gobierno en enero de 1989 fue denominado la coronación, con la asistencia de decenas de mandatarios presidenciales amigos, entre ellos Fidel Castro. Su primera acción de gobierno imponer un paquete económico de ajustes a una población hambrienta, que votó por él semanas antes para luego producir el sacudón de febrero, llamado el Caracazo. La gestión de CAP II nunca se pudo sacar el efecto de la rebelión popular de 1989, terminando con la peor suerte de un presidente, la muerte política, al ser sustituido por Ramón J: Velásquez en mayo de 1993.

Como nadie aprende por cabeza ajena y la ambición de poder nubla la vista y el resto de los sentidos; no le es suficiente al Presidente Chávez para asumir que la batalla por la reforma constitucional, la tiene perdida. Teniendo garantizado el mandato presidencial hasta enero 2013, lo está jugando a rosalinda para perpetuarse en el poder imponiendo su proyecto autoritario a una mayoría de la población que no lo acepta y lo rechaza. Su régimen ha entrado en barrena, otrora voceros lo abandonan, sus líderes actuales vacilan ante una Venezuela que ya no será la misma de hace un año. Con o sin referéndum este país será otro. La parte del pueblo que le apoya ha iniciado una fase de desenamoramiento, de decepción, de frustración por la gestión de un mandatario soberbio y arrogante, con un barril rumbo a los 100 $ e incapaz de abastecer de alimentos básicos, de crear empleo, seguridad, salud, poder adquisitivo y educación a los pobres que dice amar.

No le está quedando otra sino reprimir con vándalos, desconociendo que las armas de un pueblo en cualquier país del mundo están en el ejército nacional que se fractura ante la presión popular ante la acción irresponsable del gobernante. La realidad le determina hoy al Presidente Chávez suspender el referéndum de la reforma constitucional, de continuar en su empeño, perderá en un lance el chivo y el mecate. El lo sabe muy bien y hoy es el centro de todas sus reflexiones.

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