Opinión Nacional

El efecto boomerang (IV)

Contra quién es la guerra

Desde el inicio de esta revolución, todo se ha organizado y visto en función de una potencial invasión por tropas norteamericanas. Frente a las realidades manifiestas en la incapacidad técnica de hacer frente a la supuesta invasión, se declaró oficialmente la implementación y la organización del zafarrancho de combate para una llamada guerra asimétrica.

Es así que, desde las ametralladoras punto cincuenta distribuidas “estratégicamente” en el cerro El Avila, pasando luego a) por la distribución masiva de armamento a la población civil; b) por los acuerdos políticos militares con los grupos subversivos colombianos, FARC, ELN; c) por la creación de unidades guerrilleras integradas por naturales de las áreas de acantonamiento; d) por la organización, encuadramiento y pertrechos para las milicias; e) por las compras masivas de los fusiles, cohetes, misiles, aviones u helicópteros rusos; f) por el control político y técnico de todos y cada uno de los órganos de ejecución material de la medidas de policía; g) por la constante y sostenida política de hostigamiento y de cierre de todas las expresiones económicas de la actividad privada: h) por el abandono de los deberes en cuanto a la seguridad pública y la permisividad para la acción de los delincuentes en sus múltiples especialidades, del asesinato, el trafico de drogas hasta las estafas; i) con el control y la anulación de las capacidades de acción de todos y cada uno de los poderes públicos; j) por el hostigamiento sostenido sobre individualidades o colectivos privados y el cierre de medios de comunicación y la pretensión de control de los pocos que aún están en manos privadas.

Todo en función de esa idealizada Guerra de Cuarta Generación en contra del potencial enemigo, el gobierno norteamericano y sus marines. Pero esa guerra tiene como teatro de operaciones nuestro propio territorio, Venezuela, nuestra propia sociedad, los venezolanos, y sobre éste y sobre ella se han impuesto sin miramientos los efectos de esta guerra, tal como fueron descritos punto por punto.

1. Si lo que se explota, según la técnica de la guerra de cuarta generación es la inestabilidad por el tipo de violencia que se crea, definitivamente, no es el gobierno norteamericano, su territorio y/o su población, quienes hasta ahora han resultado afectados por la violencia indiscriminada producto de esta guerra. Son más de 150.000 muertos que se registran en el territorio de Venezuela y ninguno en territorio norteamericano.

2. Ninguna de las medidas y acciones adelantadas y ejecutadas por el líder de la revolución y sus asociados han inhibido, limitado o perturbado al gobierno norteamericano en cuanto a su legitimidad y en cuanto a su capacidad para el control sobre su territorio, su población, bienes, economía y su potencial bélico.

3. Las otras amenazas y ejecuciones ilícitas que pudieren haber sido ordenadas por el líder de esta guerra asimétrica contra el pretendido o potencial enemigo, los Estados Unidos, no han perturbado ni la tranquilidad, ni el bienestar, ni la seguridad de su gobierno, territorio y población.

¿Quién entonces en diez años de Guerra Asimétrica, ha acumulado los signos evidentes de una derrota política y militar?

A Venezuela, diga lo que diga su líder revolucionario y su propaganda, es un país sumido en la inestabilidad; Constitución y leyes, letras muertas; el gobierno no tiene absoluto control de todo el territorio nacional; a su interior, en Venezuela, operan grupos armados nacionales y extranjeros de tendencia supuestamente política, separados, ajenos y no sujetos a gobierno; igualmente operan individualidades y grupos nacionales y extranjeros dedicados a las distintas especialidades delictivas entre las que se cuentan el tráfico de drogas, el blanqueo de capitales, el tráfico y comercialización de armas, el tráfico de seres humanos; más aún, con asalariados soportes, contactos, apoyos y auxilio de funcionarios públicos activos; el gobierno no tiene en lo absoluto control del parque de armas en manos de la población civil y menos de los grupos que en un momento pertrechó con instrumental militar. En definitiva, el Estado perdió o entregó el monopolio de las armas y de la violencia.

B El gobierno nacional se encuentra limitado y cuestionado públicamente y en cuanto a la legitimidad de sus acciones y desempeños, por tanto está inhibido, limitado en cuanto su capacidad para el control sobre todo el territorio, toda la población, los bienes, la economía y especialmente, su potencial bélico.

C El total de la población del territorio, fija o flotante, venezolana o extranjera, está sujeta a niveles exagerados de intranquilidad, lesionada en su bienestar y absolutamente insegura dada la incapacidad del gobierno en todos y cada uno de sus expresiones, locales, regionales y nacionales, para garantizar efectivamente tanto la seguridad de vidas, salud y bienes de la población, como la propia a sus funcionarios,. Independiente del rango jerárquico del cual se trate.

Teoría y práctica

Algo no funciona bien en la teoría, menos aún en la práctica de esta novedosa Guerra Preventiva de Cuarta Generación puesto que, a diez años de la revolución y de su tan especializado desempeño bélico, el máximo y único perdedor, derrotado sobre el terreno de las realidades, no es el real o potencial enemigo, el gobierno, el territorio y la población norteamericana quienes a pesar de la propaganda, arengas y desplantes, ni siquiera se han enterado que Venezuela, declarada o no, le ha estado haciendo la guerra en estos últimos diez años.

Definitivamente, si la Guerra Preventiva de Cuarta Generación existe como esquema teórico con aplicaciones prácticas, asunto de expertos y de la Mesa Situacional, en el caso que nos ocupa, Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías su líder y su revolución, está viviendo –y vivirán las generaciones en el futuro– las muy severas consecuencias de una alocada guerra contra sí mismo, y de un inevitable derivado: el efecto boomerang.

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