Opinión Nacional

El efecto Globovisión

El 22 de mayo Globovisión tenía 2.732.394 seguidores en Twitter. Tras el anuncio de la salida del aire del diputado Ismael García y las limitaciones a la transmisión en vivo de un acto del excandidato presidencial Henrique Capriles, se inició una protesta virtual para dejar de seguir la cuenta del canal. Así, en una semana, del 23 al 30 de mayo, @Globovisión perdió 399.852 seguidores, 14.6%, según www.twven.com.

La merma ha seguido en vista de la salida del aire de otro comunicador, Francisco «Kico» Bautista, y las renuncias de Carla Angola y Pedro Luis Flores, además de la gerente de programación, Lina De Amicis, entre otras.

Pasada la tempestad de rabia, frustración, miedo, incertidumbre, desesperanza, es conveniente analizar con cabeza fría la situación. Expertos en el área comunicacional consideran, entre otras cosas, que al ser una empresa privada comprada por unos particulares, está en su legítimo derecho de hacer cambios en su línea editorial; en cambio, las exigencias de pluralidad debería enfilarse a los medios públicos. La ciudadanía -y es importantísimo que se rescate el real sentido de este concepto- debe organizarse y fortalecer medios alternativos de comunicación.

Marcelino Bisbal, por ejemplo, cree que se peca de extremismo. «Si yo compro una empresa y a mí los procesos que esta sigue para la elaboración de sus productos no me gustan, yo los cambio. Aquí hay unos señores que compraron un canal, manejan un producto informativo, y ellos le quieren hacer unos cambios por razones políticas, ideológicas… Claro, ellos han manejado la tesis de que quieren ser un canal de centro, equilibrado, neutral, pero la pregunta es si es posible hacer un canal neutral, eminentemente informativo, en tiempos de polarización tan marcada en el país. Yo creo que es imposible», opina.

Otro tanto agrega el experto en redes Luis Carlos Díaz. «Globovisión puede cambiar su línea como puede hacerlo cualquier empresa privada y eso posiblemente genere un vacío entre su audiencia… Lo que ocurre es que en la televisión hay una baja sensible que afecta sobre todo, a esos siete millones y pico de personas que votaron por Capriles, ahí ha habido una pérdida o reducción de espacios, que se empezó a sentir».

El verdadero temor de Díaz es otro, que se instaure lo que ha olido esta semana, un sentimiento antimedios, similar a la antipolítica de los años 90. «Para mí, lo alarmante es que ahora arranquen ideas como ‘No nos hacían falta los medios’ o ‘No vamos a ver más a los medios’, porque hay una actitud esta semana de rechazo a Globovisión que no se está traduciendo en movilización alguna, sino en frustración. La gente dice, ‘Ahora tendremos Internet’, pero eso no va a cubrir el vacío».

Carlos Correa, director de la asociación civil Espacio Público, está de acuerdo con que la presión debe hacerse principalmente a los medios en poder del Gobierno, pagados con dineros de todos los venezolanos. «Lo que están haciendo con los medios públicos es francamente impresentable. Por ejemplo, los anuncios del Psuv (partido de Gobierno) ¿quién los paga? ¿por qué los partidos políticos de otras tendencias no pueden colocar allí los anuncios con la misma escala tarifaria que le dan al Psuv? Los medios públicos responden a la lógica de un aparato de propaganda».

Díaz cierra con una idea importantísima: «Exigirle a Globovisión lo que no le exigimos a los medios públicos es terrible. Allí hay una falencia de ciudadanía muy grande».

¿Equilibrio en los medios?

Los consultados coinciden que en cierta medida la famosa hegemonía comunicacional, aspirada por el exministro de comunicación e información, Andrés Izarra, no se ha materializado. Sin embargo, el Gobierno avanza «a paso de vencedores» en el dominio.

Carlos Correa saca a relucir cifras del propio Gobierno que en 2012 clasificó los medios como «Aliado», «Con acercamiento», «Opositor», «Equilibrado» y «No identificado». En un documento titulado Desequilibrios colocado en www.espaciopublico.org, se señala: «El 38,8% de los medios son considerados ‘Aliados’ y un 13,2% ‘Con acercamiento’. Ello implica que el 52 % de los medios del país tienen una relación próxima al candidato presidente y un 24,9% se identifica con el sector de la oposición. De confirmarse estos datos, mediante una evaluación de contenido e impacto, el sector gubernamental cuenta con una ventaja relevante en el mapa de los medios, público y privados, en el país».

Marcelino Bisbal cree que partiendo de la definición de hegemonía comunicacional que tiene el Gobierno, «número de unidades comunicacionales (medios) en manos del sector privado comercial, en comparación con unidades en manos del sector público u oficial», el dominio total no se ha logrado, según cifras que ha levantado de diversas fuentes. Sin embargo, aclara: «Si por hegemonía entendemos el dominio político, jurídico, coercitivo, a través de la jurisprudencia que el Gobierno ha ido ejerciendo, allí diríamos que sí se ha logrado».

Para el experto, el Gobierno ha creado todo un «corsé jurídico» que va desde la Ley Resorte, reforma a la Ley Telecomunicaciones, reforma al Código Penal, algunas resoluciones… que hacen que el mapa de medios dominado principalmente por el sector privado, «se autocensure, por intimidación, por miedo a perder o bien la concesión, en el caso de medios radioeléctricos, o bien, la pauta publicitaria… Y luego, coerción a través de la entrega de divisas para la compra de equipos, tinta, papel…».

Luis Carlos Díaz afirma que para medir la hegemonía no funcionan ni las categorías gubernamentales ni las del bando contrario. «La lógica de clasificación no puede ser por propiedad, como lo hace el Gobierno, o por beligerancia o no, eso no es así, sobre todo, porque el ideal de un medio no es que sea chavista u opositor, sino que sea de servicio público y eso se le ha olvidado a mucha gente».

Ante el avance del Gobierno en el dominio de los medios de comunicación, ya sea por control directo o indirecto, al ciudadano no le queda otra salida que organizarse, lo cual implica buscar cuáles van a ser sus nuevos insumos informativos. «Yo creo que por un buen tiempo la prensa escrita va a ganar más peso, y luego se activarán personas puente, es decir, individuos que pueden conectarse a Internet y estar enterados de las cosas, y luego trascender ese contenido a su familia».

Correa lo secunda en cuanto a los medios impresos. «Estamos en proceso de reconfiguración de las audiencias, y puede ser que la gente se refugie en leer más los periódicos, por ejemplo, que se revaloricen los espacios que aún quedan en la radio. Va a haber una recomposición».

Bisbal reconoce que cada vez quedan menos ventanas sobre todo para la oposición, advierte que en las redes hay que tomar las informaciones con pinza, ratifica la prensa escrita como opción y valoriza el «boca a boca» como forma de comunicación.

Díaz concluye: «El hambre de las audiencias las va a llevar a otro espacio que las satisfaga. Este es el momento en el cual otros medios deberían apostar por espacios de información, de opinión, que la gente se sienta libre, confiada. Se trata de entender a las audiencias como flujos de agua, si se te desborda de la presa, necesitas reconducirla, y no diciendo, ‘Confíe en Globovisión'».

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