El ejemplo de Ocariz
Sin soberbia, sin aspavientos, a punta de trabajo y constancia, llegó Carlos Ocariz a ganar la alcaldía del Municipio Sucre, uno de los espacios más bravos y difíciles de la Gran Caracas. Había perdido las elecciones anteriores, pero no se amilanó. Sin demagogia, sin apelar a trucos de ninguna especie, sino convirtiéndose en alguien verdaderamente útil para aquellos cuyos votos buscaba, consiguió lo que muchos consideraron un verdadero milagro. Pero en realidad no hay milagro. Lo que hay es inteligencia y capacidad de trabajo. Y, sobre todo, visión. Porque Carlos Ocariz ha hecho lo que todos los que aspiran a recuperar la democracia en Venezuela deberían hacer: trabajar, ser eficaz, servir. Sólo con trabajo social del verdadero se puede vencer a la demagogia y la deshonestidad de los seguidores del teniente coronel Chávez Frías. Carlos Ocariz venció en un territorio que los seguidores del teniente coronel Chávez Frías consideraban sagrado. Allí habían colocado a uno de los herederos, al hijo consentido de uno de los personajes más poderosos y cínicos de la historia de Venezuela, que recibió todo el apoyo posible por parte del gobierno y sus partidarios. Y para sucederlo destinaron a otro de los delfines, otro de los protegidos del caudillo, que en su campaña contó también con toda la maquinaria y los beneficios del poder. Pero Ocariz los venció. Los venció a todos. Y todos los que aspiren a vencer a los protegidos, a los delfines, a los poderosos y al mismo caudillo, deben seguir el gran ejemplo de Ocariz, que, además, en el “referéndum” logró otro pequeño milagro, pues los votos del NO, en su territorio, aumentaron considerablemente y consiguieron vencer al sí, a pesar del ventajismo, de los sobornos y de los abusos de los poderosos, que hicieron lo imposible por vencer a Ocariz. Y no pudieron. Allí está el verdadero porvenir de Venezuela.