Opinión Nacional

El Estado celebracional

A falta de obras tangibles e intangibles convincentes, el régimen emprende literal y decididamente un desarrollo celebracional que goza de las ventajas materiales y simbólicas del Estado. Importa poco cuán trágicos fueron los sucesos que evoca, olvidando que la consternación ha de convertirse en un riguroso examen de conciencia, porque es necesario bombardear propagandística y publicitariamente en un terreno ya agotado por el enfermizo reciclaje de las promesas, afianzando al protagonista de siempre.

Ha mentido brutalmente el gobierno sobre las víctimas de abril de 2002, liberados los agresores de Puente LLaguno, mientras Forero, Simonovis, Vivas y otros muerden las angustias de un proceso irregular. Además, moviendo a los cadetes del primer o segundo año al mitin del 13 de los corrientes, el Presidente Chávez evade tan importante dato para convertir una anécdota playera en todo un hito histórico: ¿no es él responsable de la insondable corrupción que dijo un día resolver con su sólo ascenso al poder?, ya que el tema también es el invitado permanente de sus foetazos moralistas.

Al inaugurar las jornadas festivas con el monólogo televisado de Palacio de fecha 11 de abril de 2007, frente a los elegidos que integrarán probablemente el cogollo del PUSV, llamó a la radicalización de la revolución y repudió explícitamente la política como el arte de lo posible, la búsqueda de consensos, despotricando del “chavismo light”, en golosa invocación de la tercera persona-. Sin embargo, quebrado el propio Estado venezolano más allá de sus denostados rasgos burgueses, dudamos que pueda hacer algo distinto a la violencia que administrará por el futuro buró político, cuyas vacilaciones de hoy pudieran tipificar un delito de traición ante la magna responsabilidad que se avecina

El día 13, entrevistado inteligentemente por William Echeverría, el politólogo Ivo Hernández bien lo ejemplificaba con las capacidades menguadas de una cancillería que no puede afrontar siquiera el reto de entender y de entenderse con Irán, cuyo servicio de inteligencia es uno de los mejores de la región junto a Israel y Jordania. Y es que el Estado hará suyo el almanaque de las glorias revolucionarias, mientras tratarán de improvisar al Estado mismo en las instancias del partido hegemónico que habrá de defender el pellejo presidencial por siempre.

Será difícil superar todo esto, pero –lejos de las cómodas estigmatizaciones- el Cardenal Castillo Lara, en su homilía de San Juan Bosco de Altamira del 11 próximo pasado, apeló a San Pablo: combatir el mal con el bien. Inmenso y posible desafío para el cristiano que renuncia a la venganza, al revanchismo, al odio que ha sedimentado el régimen, sin que signifique en momento alguno renunciar a la justicia, como expresamente lo señaló el prelado.

El Estado Celebracional trata de ocupar todo el calendario con eventos cada vez más escasamente asistidos, aunque obliguen a funcionarios públicos y sea tan firme la voluntad y la vocación autobuseras. Por más invocaciones que hagan a la paz y a la concordia, empleando un crucifijo o una pequeña edición de la Constitución de 1999 como fetiches, lo cierto es que alimentan el odio, la venganza, el revanchismo a ritmos galopantes.

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