Opinión Nacional

El Etnocacerismo o Superioridad Indigena

No termina nuestro Continente de ser terreno abonado para la aparición de fenómenos medio chiflados que se inventan cualquier suerte de locuras ideológicas. El ultimo caso, y quizás el más sorprendente de todos es el llamado “Etnocacerismo” , pregonado por el Mayor Peruano Antauro Humala , un militar que salio a la palestra en Octubre del 2000 alzándose contra el gobierno del entonces presidente Alberto Fujimori. El pasado 1ero de Enero, Humala, al frente de unos 150 hombres tomaron la comisaría de Andahuaylas, una localidad perteneciente al Departamento de Apurimac, en el sureste del Perú. Los rebeldes asaltaron a sangre y fuego la comisaría dando muerte a 4 policías y manteniendo a otros 10 como rehenes durante varios días. Este nuevo “fenómeno revolucionario” es sin duda producto de las inmensas desigualdades sociales que siembran la miseria y la exclusión en América del sur, especialmente en las Republicas Andinas, pero lo peligroso, más que el personaje desequilibrado que los guía, es la desquiciante y alucinante ideología que se escuda bajo ese nombre de “Etnocacerismo”. Esta suerte de “pastel ideológico” fue ideado por el padre de Antauro, Isaac Humala, y su nombre deriva del héroe de la Guerra del Pacifico (1.879-1.883), el presidente Andrés Avelino Cáceres, que gobernó el Perú entre 1.886 y 1890 y luego de 1.894 a 1.895. Al tomar el nombre de Cáceres, se reivindica la condición castrense del movimiento, un nacionalismo militarista de características étnicas. El objetivo principal al momento de su creación era la reivindicación de las razas cobrizas del mundo y América en especial (¿Nazismo Indígena?) que ahora ha sido vigorizado con aditamentos provenientes del populismo militarista que aquel payaso llamado Juan Velasco Alvarado ensayó durante su mandato entre 1968 y 1975, mezclado con un nacionalismo a ultranza que reivindica el pasado prehispánico Peruano y llega a postular la superioridad racial de los indígenas.

Lo más aberrante y horroroso de esta abominación del pensamiento político es lo que serian sus medidas de gobierno en el caso de llagar al poder. Se habla de fusilamientos a granel de aquellos que ellos consideran traidores a la patria, pregonan la instauración de la pena de muerte como instrumento de rectificación de la sociedad, son xenófobos a rabiar y enemigos a muerte de estados vecinos del Perú, como Chile y Ecuador, pero también Israel y los EE. UU. forman parte de la lista de enemigos jurados de la patria Peruana y su superior raza cobriza. El plan de gobierno incluye nacionalizaciones a granel de empresas extranjeras, expulsión de ciudadanos de otros países que ellos consideren indignos. Para los etnocaceristas la presencia de capital Chileno en territorio peruano es una amenaza a la soberania nacional. También son defensores de retornar al esquema del Tahuantinsunyo, el estado que imperaba en el Perú Incaico, basado en la opresión y la tiranía. La condición militarista del movimiento lo lleva a la tesis de que deben realizarse campañas de ideologización dentro de las fuerzas armadas peruanas para convertir al estamento militar en instrumento al servicio del nacionalismo racista y a la vez en la principal arma de represión contra los posibles disidentes.

A nivel propagandístico, y como toda aventura ideológica de corte totalitaria, marxista o fascista, los principales blancos son los desempleados, los sectores sociales sumidos en la desesperante miseria, los indígenas que cultivan la coca, los desplazados, en fin todos aquellos que han quedado marginados por los injustos sistemas económicos que han sido impuestos a las naciones del cono sur. En una nación como Perú, con un 60 % de miseria y con una población indígena altamente representativa, el terreno para la propagación de esta nociva ideología es ideal.

Es de hacer notar, que todo revolucionario ostenta un gran desprecio por la vida humana, y que toda aquella victima que sucumba en una acción violenta, es necesaria para la consecución de la causa. La muerte de los cuatro policías cobardemente asesinados por los rebeldes es una muestra de ello. Lo alarmante es que los movimientos violentos basados en el indigenismo han comenzado a tomar una fuerza importante en las naciones andinas. Es una campanada de alerta para las democracias del Perú, Ecuador y Bolivia pero también para el resto de las naciones de América.

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