Opinión Nacional

El fraude de Teodoro Petkoff

Teodoro Petkoff es quizás el político más lúcido y preciso de la oposición venezolana. También, a veces, su vehemencia y afán provocador lo llevan a decir necedades o a caer en babiecadas  como la de llamar a Chávez “Chacumbele”, para subrayar que el  teniente coronel será víctima de su propia torpeza y perversión. Es decir, que “él mismito se mató”, como dice la guaracha. Es una tontería pues esa muerte ha sido demasiado lenta (ya sólo lo supera en años en el poder Juan Vicente Gómez) y en más de una ocasión los “chacumbeles” han estado de nuestro lado. Entre otros, el propio Teodoro, cuando -por ejemplo- nos quiso hacer tragar aquello de que Manuel Rosales no fue objeto, en diciembre de 2006, de trampas electorales de consideración.

Entonces escribí un artículo con el título “¿De cuánto fue la parrilla?”, donde dejaba claro que los múltiples cedulados, el padrón inauditable y el millón y pico de colombianos inscritos ilegalmente habían ayudado a la victoria del chafarote. En realidad, Chávez ganó, pero la inmensa manipulación por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE) y, por otro lado, el ventajismo del gobierno  en cuanto al despilfarro y abuso de los recursos que da el poder influyeron para que la ventaja llegase a la dimensión que tuvo.

Todo lo anterior y lo que sigue viene a cuento porque este miércoles 26, mientras hacía mi caminata diaria, oí a Teodoro decir por radio que “Chávez no ha tenido, hasta ahora, la necesidad de cometer un fraude electoral”. Lo dijo en el programa del brillante César Miguel Rondón ante el otro invitado, Elías Pino Iturrieta. Me imagino la perplejidad de estos dos, mientras Petkoff seguía embalado en su argumentación.

Y es que Teodoro ha insistido en este punto, a pesar de todas las evidencias e indicios en contra de su tesis. Todavía se niega a pensar siquiera que en agosto de 2004, cuando se realizó el referendo revocatorio fallido, nos hicieron una burda trampa. De nada ha servido explicárselo por teléfono y por correo electrónico (me siento muy orgulloso de ser su esporádico contertulio telefónico y corresponsal cibernético). Por supuesto, no he sido sólo yo quien le ha dado carretadas de argumentos para demostrarle que la opacidad de aquel evento fue casi total, a pesar del “blindaje” que proclamó Quirós Corradi y que –injustamente- ha servido para acusarlo de traidor.

Ya aburre repetirle a TP lo que todos sabemos: que no hubo verdadera auditoría, que las cajas estuvieron 5 días en manos de los militares, que las encuestas a boca de urna dieron resultados favorables al SI, que Tibisay Lucena dijo el número semilla del programa que seleccionó las mesas a ser “auditadas”, que Jennifer McCoy –representante del Centro Carter- había adelantado opinión al dejar por escrito en un artículo científico que era “normal” que en un régimen como el de Chávez las elecciones fueran una farsa, que Gaviria y Carter ejercieron a plenitud su papel de apaciguadores del dueño del petróleo en Venezuela, que el inefable Gustavo Cisneros aprovechó aquellas visitas para cambiarse de franela y avalar los resultados que con anterioridad cuadró Venevisión con VTV.

Pero no, Teodoro no vio nada. Y todo por el maldito chantaje de no decirle toda la verdad a la gente porque puede aparecer, de nuevo, el fantasma de la abstención. Profesor Petkoff: los venezolanos hemos decidido ir a votar cuantas veces nos digan, pero no nos meta mentiras. En el mejor de los casos, usted no sabe si ha habido fraude o no. No nos defraude.

 

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