Opinión Nacional

El frío amargo que sabe a muerte (I)

Las veces que algunas balas estuvieron cerca de su muchacho, “La Vieja” se estremeció entera. Aunque estuviera lejos, siempre pudo oler la pólvora cerca de las carnes de su hijo mayor. La confirmación a su presentimiento llegaba después; la pronunciaba su propio hijo, un joven de 17 años a quien lo conocían, por Coche, como “Alfonso”.

La primera vez que se sintió invadida por ese frío que sabe a muerte, fue el jueves 14 de enero. La bala no la disparó Alfonso, sino “Tego” y el plomo atravesó el abdomen del hijo de “La Vieja”.
-Yo había llegado a la casa hacía poquito. Me topé con mi muchacho en las escalera del barrio. Yo ya sabía que se había peleao porque una prima me había contao. Al cabo rato de yo llegá, «Alfonso» me dijo “sube a hacé comía que tengo hambre”. Y me fui a la casa a hacé comía. Me puse a prepararle arroz con chuleta que era lo que a él le gustaba. Mientras lo hacía me asomaba a cada ratico a la ventana. Ese escalofrío horrible… De pronto veo al amigo de él, “Wiston” se llama, corriendo a la redoma y atrás de él mi hijo. En eso sonaron dos tiros. Yo me puse nerviosa y dije “mi hijo no fue, porque él salió corriendo”.

“Alfonso” corría con “Winston”. Huían de “Tego” y su banda. Cuando sonaron los tres tiros, “La Vieja” ya estaba invadida por esa patada fuerte en el estómago que la enfrió completa. Olía la pólvora.

Una de las dos balas que disparó “Tego” atravesó a “Alfonso” por el abdomen. Por eso, apuró la huida hacia el Hospital Periférico de Coche con su amigo cara cortada. En un jeep, “Alfonso” se retorcía y duro apretaba la herida. Trataba de parar el torrente de sangre que por allí salía.

-Yo me fui atrá de él porque no sabía pa donde se lo llevaban. Yo no sabía que iba herido. Cuando lo alcancé en el hospital estaba malísimo con el tiro en la barriga.

Un mes entero estuvo “Alfonso” entre el Periférico de Coche y el Hospital Clínico Universitario. En el segundo, reconoció “La Vieja”, fue donde le salvaron la vida.

En febrero a “Alfonso” le dieron de alta. En el trayecto hacia la casa, que está en el kilómetro dos de la Panamericana –Coche parte altísima, porque nunca se acaba de subir y sigue siendo Coche– el hijo mayor de “La Vieja” vio a “Tego”.

– Vieja mira al maldito ese… míralooooo. ¡Me las vas a pagar, hijo e puta!– le gritó, con medio cuerpo salido por la ventana del taxi y con la rabia encarnada desde el estómago. Pero “La Vieja” pudo controlarlo y en medio del susto, llegaron a la casa.

“Tego” y su gente merodeaban el barrio y cuando se topaban con “Alfonso” que ya estaba de alta, se burlaban de él. También lo llamaba por teléfono y lo amenazaban. Un día, “Anthony” el lugarteniente de la banda de “Tego” se encontró con “Alfonso” y con “Winston” y como ninguno de los dos estaba armado, “Anthony” aprovechó para corretearlos a tiros.

– Ellos como andaban con pistolas, yo decidí sacá a mi hijo de la casa y me lo llevé pa Barlovento. Yo no quería que estuviera por ahí por el barrio. En ese tiempo esos mismos chamos le metieron unos tiros a un compañero de él.

“Alfonso” no quería, pero se tuvo que ir. Solo aguantó una semana fuera de su barrio. Así que ese mismo febrero “Alfonso” regresó a Coche, allá a la parte altísima, a la que nunca se le acaba la subida. Al hijo de «La Vieja» no le gustó la casa de Barlovento. Decía que había mucho zancudo y que el agua había que buscarla en tobos.

– Cuando volvió se empezó a juntá con más frecuencia con “Wiston” que es un muchacho más feo, mal aspecto, con la cara cortada y con la mirada de gente mala. Y también con «Mini Yan». A mí no me gustaban ellos dos, pero el que menos me gustaba era ese “Wiston”. Yo no sabía muy bien quién era porque yo por ahí por el cerro no hablo con nadie. Sólo había escuchao algunos rumores y en veces lo miraba por los callejones y eso. Yo le decía ‘hijo cuidao, ese muchacho y que tiene un muerto por ahí’, y él decía que no, que ese chamo no se murió nada. Mi hijo se justificaba y yo lo dejaba.

El problema con la banda de “Tego” empezó el 10 de enero más o menos. La mujer de “Alfonso”, una joven llamada Yorneri tuvo que ver con el líder del grupo. Eso le dijeron al hijo de “La Vieja”.

– Ese sábado ella se fue a una fiesta y volvió a las tres de la mañana. A las once de la mañana del domingo, cuando se despertaron mi hijo le entró a coñazo. Y ella se fue. Pero despué volvieron. Él no me lo dijo pero yo sé que sí estaban juntos otra vez. El jueves, antes de que le dispararan, él se había peleao con “Tego” por acostarse con Yorneri. Y mi hijo le ganó, por eso él lo tiroteó. Y mi hijo se llenó de odio, porque mi muchacho era bueno. Él trabajaba en veces y eso… y todo lo que él pedía se le daba. Yo no sé por qué agarró esa mala vida. Mi hijo se echó a perdé en enero. Antes, él era bueno… Pero después de ese tiro… cuando le dolía no gritaba solo decía: ‘ese maldito me la va a pagá’.

«La Vieja» poco conocía a su muchacho, solo había vivido con él dos años. «Alfonso» se había criado con su abuela. Durante quince años, «La Vieja» solo procuraba darle lo que él necesitara, pero nada sabía de sus amigos, de sus andanzas… de nada.

Es así como “La Vieja” no tiene recuerdos de “Winston” y Mini Yan” antes de enero. Hasta diciembre, “Alfonso” era un joven responsable y hasta estudiante. Por lo menos así lo aseguraba su madre. Estaba en noveno grado y lo cursaba en un liceo por Coche. Pero se retiró cuando empezó amores con Yorneri, dice “La Vieja”.

– La chama esa estaba embarazada cuando empezaron a andá juntos, pero no importó mi hijo se tomó esa barriga como suya. Y se puso a trabajá en La Bandera. Cargaba maletas. Pero en enero se dejó del trabajo por está pendiente de la mujer que ya había parío y andaba de zorra.

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“Alfonso” ya había declarado la guerra y buscaba las maneras de ganarla. Para hacerlo había que matar a “Tego” y claro que a “Anthony”. Sus horas las gastó fraguando cómo hacerlo. La policía científica dice que también las gastó robando celulares en camionetas, con “Winston” y con “Mini Yan” y no desde enero, sino desde mucho antes. Pero “La Vieja” no lo cree, se niega.

– Cuando yo me iba a trabajá, ellos se metían en la casa y hacían comía. Y cuando yo llegaba siempre conseguía unas torres de corotos en el fregadó. Yo me ponía brava y él se molestaba porque yo llegaba peleando… Yo le decía que a mí no me importaba joderme como me jodo para darles comia a mis hijos y no me importa que se la coman toda. Pero a esos hombres no, tan feos y tan horribles y marihuaneros. Él se molestaba y se iba para la calle.

Así pasó febrero y llegó marzo, y con él, el segundo pálpito. Otra vez el olor a pólvora y ese frío incontrolable.

– Esa noche yo le estaba haciendo su arrocito con su chuleta. Le dije ‘hijo ya está la comía’. Él estaba en la casa. No sé en qué momento se me desapareció… Yo me empecé a poné maluca otra vez. Ese escalofrío. Cuando me asomé por la ventana él iba corriendo ya lejos, por allá pa allá… y había un barullo en la redoma. Y digo. ¡ay!, ¿qué haría mi hijo?… En eso llegó mi suegra, que vive más abajo y me dijo ‘parece que mataron a alguien’. Y yo le respondí: ‘Ese fue mi hijo, él corrió’… Después llegó mi prima y me dijo: ‘Mira vieja te tienes que ir porque “Alfonso” mató a Antony’…

Ese día, «La Vieja», una mujer, de 35 años, morena; de labios bien prominentes; de moño incólume; de curvas abruptas; y de lágrimas fáciles agarró a sus otros tres hijos y salió del ranchito que le construyó el papá de sus últimos dos hijos, allá en la subida que nunca tiene fin, y se fue hasta el barrio Madre María, también en Coche, a esconderse con su mamá.

Había que tomar previsiones para vivir lo más posible.

-Busqué de llamá a mi muchacho… él me dijo que me quedara tranquila y yo le decía: ‘¡Ay¡, hijo ¿qué fue lo que hiciste?, mataste a ese muchacho… ahora va a vení la PTJ ten cuidao por ahí. Hijo no tenías que matar a nadie’. Pero él me decía: ‘¿No?, pero si él se metió conmigo’… y yo desesperada le decía: ‘No hijo, no tenías que matarlo, dale en una pierna y eso… pero no matarlo’.

Desde ese día “La Vieja” huye.

-Me fui para abajo, para la casa de mi mamá, con algunas cosas. Estaba desesperada. Yo no sé de dónde él sacó esa pistola. Cuando estaba en la casa esa pistola no la tenía. Ni por la mente me imaginaba yo eso… Yo no sé nada, yo siempre estaba trabajando.

“La Vieja” no volvió a su casa. Hasta hoy está con su mamá. A su hijo de 14 años lo sacó del colegio, aunque iba bien, porque “Tego” y su banda comenzaron a buscarlo para matarlo. Buscaban también a la mamá de «Alfonso». Si los mataban “Alfoso” saldría, los enfrentaría y ellos tendrían oportunidad de matarlo.

– No vi más a mi muchacho, sino un solo día, y después lo vi muerto… Todo era por llamadas telefónicas y mensajes de texto. Cuando él tenía el teléfono apagado yo me ponía brava y le formaba su peo…

La mujer nunca supo donde se quedaba su hijo. Un día, él le dijo que dormía en casa de un amigo. Así que “La Vieja” le empezó a insistir que la llevara porque ella quería conocer a la mamá de ese muchacho, quería colaborarle con un mercado, hacer algo, agradecer por cuidar y darle techo a su hijo. Pero “Alfonso” decía que no, y algunas veces solo pedía dinero.

-Después me di cuenta que todo era mentira. Yo creo que no estaba viviendo en casa de ningún amigo, él estaba viviendo con puro hombre. Cuando yo lo llamaba se oía la voz de puros hombres y un burulú horrible… Siempre me decía que me quedara tranquila…

Continúa con una segunda entrega..

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