Opinión Nacional

El Hermano Mayor

Los escenarios de pugna política durante diez años, no han impedido que en cada ofensiva o contraofensiva, el mandamás logre mayor intervención de las libertades de los ciudadanos.

Lo que comenzó con el control del Ejecutivo, de la Asamblea Nacional y de la estructura Judicial del país, pasando por asumir el poder del Consejo Electoral, la Contraloría, Fiscalía, Defensoría de los Derechos del Pueblo y que culminó con el dominio total de la industria petrolera y del Banco Central, no fue suficiente. El hermano mayor siente que debe mantenerse indefinidamente en el poder, pero hacerlo en un mundo que no admite más dictaduras requiere sostener una imagen democrática, y para conseguirlo debe y tiene que ganar elecciones, del modo que sea. Entonces, el control de los ciudadanos es indispensable para que voten por su color rojo. Alcanzar la hegemonía necesita, amén del control político que ya tiene, la subordinación de toda fuerza económica, social y militar.

En lo económico, el hermano mayor lanzó su “Modelo Productivo Socialista” dentro de su plan de desarrollo, con la siguiente premisa: “El Estado mantendrá el control total de las actividades productivas que sean de valor estratégico”. Así, más allá del petróleo, se estatizó la siderurgica, y la producción de hierro pasó a formar parte de los mecanismos de control. Si le agregamos la estatización de las fábricas de cemento y las canteras de distintos materiales de cimentación, el hermano mayor toma el control del casi 100 % del suministro de estos rubros claves en la industria de la construcción. Los empresarios dependen ahora del gobierno para poder edificar.

El hermano mayor maneja el 91 % de las divisas que entran al país y bajo un control de cambio confiere los dólares para las adquisiciones de insumos industriales y de las importaciones de bienes y servicios, de quien a su vez dependen los comerciantes.

También, se estatizaron empresas eléctricas, de telefonía y de internet, además de cerrar medios de comunicación de manera directa o eliminándoles las inversiones en publicidad por parte de las empresas del Estado y de otros anunciantes bajo presión, para que no puedan subsistir.

Con la compra del Banco de Venezuela del Grupo Santander se inicia el proceso de estatización y control de la banca y finanzas. Solamente le faltaría estatizar las empresas de producción y distribución de alimentos para alcanzar la absoluta omnipotencia.

En lo social, el hermano mayor controla porque es el primer empleador del país, otorga los cupos educativos, los préstamos en todos los niveles, dispone de miles de cargos ejecutivos y de gerencia para premiar a sus incondicionales y los oficialistas mismos lo dicen: “si te portas bien y votas rojo tendrás tu préstamo, tu empleo, tus dólares, tu contrato, tu comida… Si no, ¡No!”.

Todo esto sin hablar de los mecanismos de control de las fuerzas de seguridad política.

Existe un control social nunca antes visto en Venezuela en toda su historia. Hablamos del neoautoritarismo en su máxima expresión, el cual tendrán que afrontar los venezolanos si no le paran el trote al hermano mayor en las próximas elecciones de gobernadores y alcaldes. Elecciones que estarán observando los militares para saber si deben o no someterse a la hegemonía roja en el campo castrense

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