Opinión Nacional

El infame socialfascismo del siglo XXI

El socialfascismo (socialismo de palabra y fascismo de hecho) constituye la fuente primigenia del proyecto bolivariano que adelanta el tte coronel y su convite de vocingleros. Se autocalifica de socialista, como parte de una estrategia política destinada a capitalizar el descontento que priva en importantes sectores de la sociedad. Fascista por su praxis, pues ejerce un control absoluto y totalitario sobre la sociedad, exaltando las emociones, el fanatismo, así como un grotesco culto a la personalidad.

Los fundamentos ideológicos del socialfascismo bolivariano, descansan en un pensamiento vacío, que demuestra una gran pobreza intelectual y una ignorancia patética de la realidad. Su llegada al poder en al año 1999, no constituyó un simple cambio de un gobierno burgués por otro, al estilo de la IV República. Representó la sustitución de la democracia burguesa puntofijista, por un régimen que promueve un corporativismo estatal totalitario y excluyente, una militarización obscena de la sociedad, un patrioterismo primitivo, la exaltación de la violencia y la muerte, así como la supresión de la libertad sindical, artística, intelectual y política. No representa un movimiento contra-hegemónico como suelen publicitar los palangristas del régimen. Todo lo contrario, el socialfascismo bolivariano ha oxigenado al viejo proyecto hegemónico de dominación burguesa a través de una reinstitucionalización del Estado venezolano. A través de una Estadolatría protofascista -la idolatría al estado-(Gramsci) ha impulsado estatizaciones en favor de un capitalismo de Estado explotador (cambio de patrón pero no generador de propiedad social), que atenta contra las conquistas laborales de los trabajadores, y de los intereses de los medianos y pequeños productores. Que al margen de su cínico anti-imperialismo, actúa al servicio de los intereses del gran capital mediante la entrega de nuestros recursos energéticos (Plataforma Deltana, Faja del Orinoco, empresas mixtas petroleras) a corporaciones transnacionales. Es la barbarie capitalista del Siglo XXI que no tiene nada en común con la herencia socialista que nos dejó el viejo Marx.

Sin embargo, a pesar del desastre que representa el socialfascismo bolivariano, este ha logrado capitalizar el apoyo del lumpen proletario y de las capas más atrasadas del proletariado a través de la puesta en acción de programas asistencialistas (misiones sociales), las cuales a pesar de que no rompen con el ciclo de la pobreza y de la exclusión social, le han permitido al régimen tener un control político de los beneficiados con fines electorales y de acciones de masas.

En resumen, el socialfascismo bolivariano no representa un proyecto histórico emancipador que se prefigura en las luchas contra la explotación, la hegemonía ideológica, y la exclusión, sino un estatismo autoritario represor, muy contrario a lo señalado por Marx quien consideraba al Estado capitalista como una «excrecencia burocrática parasitaria» de la sociedad.

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