Opinión Nacional

El líder mediático Mario Silva

Uno de los consejos más socorridos (y risibles) que me dan en mi campaña (que, por supuesto, continúo) para Gobernador de Mérida, es el siguiente: “Ingeniero, no vaya tanto a la televisión. No sea un candidato mediático”. De verdad que cada vez que me lo dicen no salgo de mi asombro.

Es un verdadero absurdo que a estas alturas, cuando está recontracomprobado el poder comunicacional de la TV, haya gente que repita semejante bobería. Me recuerdan a nuestras abuelas cuando nos mandaban cosas resabidas. Como recomendarnos que nos pusiéramos un suéter cuando estaba haciendo frío y, para sorpresa de la nona, ya lo teníamos puesto.

Pero bueno, la gente sigue diciendo eso. Algún genio lo dijo en televisión (para colmo de la contradicción) y mediáticamente repiten el consejo, ya vuelto conseja: “No seas candidato mediático”.

Bastaría sacar una pequeña cuenta. Mientras en una tarde se pueden visitar veinte casas en un “casa a casa”, donde cada habitante pondrá énfasis en sus problemas personales, mientras habla con el candidato “no mediático”, el candidato “mediático” estará en un programa de televisión que lo verán decenas de miles de personas.

La televisión llegó para quedarse hace sesenta años. Y hasta ha hecho cambiar la forma de pensar de la gente, como muy bien lo explica Giovanni Sartori en su libro “Homovidens” (Madrid, Taurus, 1998). Ya muchas personas no entienden la lógica de la palabra escrita y se orientan por las imágenes y el discurso televisivo. Gente que ya está alejada para siempre de los periódicos y no digamos de los libros. El alfabeto es un código desconocido en tanto sean letras que se ordenan para ser leídas.

Si alguien entendió desde el primer momento esta realidad fue Hugo Chávez. Desde aquel medio minuto del 4 de febrero de 1992, supo que su poder se basaría en la la manipulación que permite (como ningún otro medio de comunicación) la TV. Aquella falsa admisión de la derrota lo convirtió en héroe de los ingenuos televidentes (más televidentes que ingenuos).

Una vez sentado en Miraflores, Chávez no ha hecho otra cosa que usar y abusar de la televisión para establecer su vínculo fundamental con seguidores y adversarios. Miles de horas de encadenamiento de todos los medios audiovisuales y otras miles de su maratónico dominical hablan de una verdadera dictadura mediática.

La recientes elecciones de la directiva del partido único y nonato PSUV nos muestran cómo la TV es el medio favorito de los venezolanos que militan en el chavismo. Los grandes triunfadores han sido gente de la TV oficialista.

Tres de los más votados: el primero, el ex ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz (el mismo que ha sido blanco de chistes racistas de Chávez), el tercero, el inefable anfitrión del programa “La Hojilla”,Mario Silva, y la chispeante, simpática y bien peinada Vanessa Davies son dirigentes mediáticos que han sido los favorecidos por muy indirecta elección del partido de la democracia directa y protágonica.

De manera que el liderazgo del PSUV descansa en buena parte en el peculado de uso que se hace de un bien del Estado. Aristóbulo, que sabe del impacto en el público de la TV desde que la mañana del 4F se desdijera del apoyo al acuerdo condenatorio del golpe fallido, después del discurso demagógico de Caldera, mantiene un programa todas las tardes en VTV, al igual que Davies, ex denunciante de los desaparecidos del deslave de Vargas.

El caso de Mario Silva es especial. No sólo porque es la estrella de ese canal del Estado, y quizás de todo el sistema gobiernero de TV (que no público, porque el gobierno abusa de él a su antojo), sino porque también se permite hasta enmendarle la plana al mismísimo líder supremo de la boliburguesía, Hugo Chávez. Hace unos días, mientras Chávez regañaba a la previsible “díscola” Lina Ron, Silva lo interrumpía y le pedía que no recriminara a la “comandanta”.

Y es que el poder de Mario Silva ya se ha hecho más que evidente. Su salario multiplica por varias veces el de quien le sigue en la nómina de la televisora de Los Ruices. Su voz opaca al del presidente o presidenta de la planta de turno. Se ha dado el lujo de hasta torturar a algún informante del programa, en los sótanos del canal, como fue denunciado por sus anteriores coanfitriones de la cloaca nocturna que dirige.

Pero es que ya hay quien dice que el verdadero cerebro del desgobierno es Silva. Que de acuerdo a lo que él diga se está arriba o abajo en la cotización de la bolsa chavera. Que él quita y pone ministros. Y que tiene a Chávez chantajeado y por eso éste no lo raspa.

Bueno, ya veremos cómo se desenvuelve ahora el showman Silva en la directiva del PSUV. Y veremos quién triunfa en ese duelo entre estrellas televisivas por el control del poder. Ya el primer locutor tiene rival en el animador del “mejor programa de la televisión venezolana”, según dijo el mismo Chávez, aunque dejara mal a su propio show “Aló, Presidente”.

Visto lo anterior, no me vuelvan a decir que no sea un candidato “mediático”.

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