Opinión Nacional

El máximo sacrificio

La lucha contra el régimen que encabeza Hugo Chávez se aproxima a la confrontación definitiva. Lamentablemente estoy convencido de que no será de naturaleza electoral, como corresponde a democracias representativas normales y ajustadas a Derecho. Con paciencia y prudencia infinitas la Coordinadora Democrática ha puesto todo su empeño en evitar el desbordamiento de las pasiones avanzando civilizadamente en todos los terrenos cívicos, explorando alternativas que van desde el referéndum consultivo hasta la convocatoria a una nueva asamblea constituyente, pasando por el revocatorio y una eventual enmienda constitucional. La pluralidad de opciones ha generado no poca confusión por la ausencia de un camino único y definitivo. Ninguno ha encontrado respuesta seria del gobierno ni posibilidad de concretarse en la mesa de negociaciones y acuerdos dirigida por el doctor César Gaviria. No será posible. Entenderemos entonces que bajo el régimen actual está cancelada la salida electoral. Estamos frente a un gobierno totalitario, ideológicamente castro-comunista, que toma progresivamente por asalto todas las instituciones públicas y destruye las privadas, alineado con realidades gubernamentales u opositoras de igual tendencia en el mundo y contrario a los valores esenciales de nuestra cultura judeo-cristiana. No le importa destruir la república, ni la sangre de centenares de muertos y miles de heridos, ni el sudor de los nuevos héroes de la patria simbolizados por los trabajadores petroleros, la marina mercante y los militares de Altamira, todos ellos expresión viva de la cultura democrática del pueblo en paro cívico activo, marchante a pie y con bandera tricolor.

Prostituidos los mandos militares, indefenso el ciudadano frente a la amenaza de la barbarie imperante y estupefactos por la entrega de nuestros recursos fundamentales a intereses extranjeros contrarios a los nuestros, a Venezuela solo queda el camino de la insurrección popular hasta derrocar al régimen. Éste pueblo lo hará a cualquier costo, con militares o sin ellos. La opción de la Venezuela democrática es pelear hasta la muerte o rendirse y purgar la cobardía llevando vida de paralíticos en nuestra propia tierra o mendigando oportunidades por los caminos del mundo. La dirigencia no puede ni debe engañar al país. No tiene derecho a alimentar falsas expectativas sobre realidades que están a la vista con mayor o menor claridad. Estas no son posiciones extremistas sino realistas. Los caminos electorales están bloqueados. Serán posibles con otro gobierno y mandos militares distintos a la jauría actual que despedaza el botín chavista para satisfacer la ambición insolente de su jefe. No sería la primera vez en la historia que la fortaleza del espíritu y el valor de las convicciones triunfa sobre la dureza de las armas y la infamia de los déspotas. El punto de quiebre está llegando. Lo más grave no será morir venciendo sino vivir vencidos.

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