Opinión Nacional

El militarismo del socialchavismo

Entendemos el militarismo como la doctrina impuesta por regímenes autoritarios en la cual las fuerzas armadas juegan un rol determinante no sólo en la conducción del Estado, sino además de la sociedad. Louis Blanc, así como Pierre Joseph Proudhon, alertaban desde el siglo XIX sobre la perversidad de esta doctrina, al señalar el peligro que constituía el uso de las instituciones armadas, no sólo para defenderse del enemigo externo, sino para reprimir al «enemigo interno», es decir la disidencia política.

Hoy los venezolanos padecemos un nuevo episodio histórico de ese pestilente militarismo: el socialchavismo. Batiburrillo ideológico que se manifiesta en el copamiento de la sociedad y de la conciencia de los ciudadanos con valores militares (obediencia, servilismo, disciplina y verticalidad), con sus símbolos (uniformes y prendas de vestir) y con su lenguaje (batallas, misiones, enemigo y batallones). Que se expresa en la imposición de un repugnante culto a la muerte (Patria, socialismo o muerte) y de una intolerancia a la disidencia que conlleva a su eliminación.

Que se refleja en la enseñanza de un catecismo de heroicidades y de una simbología patriotera bolivariana, así como en el desarrollo de una carrera armamentista demencial (principal importador de armas de América Latina y noveno mundial en el 2007).

Además, que se patentiza en el surgimiento de una nueva oligarquía militar-cívica (la boliburguesía), al igual que en la distorsión de la historia a fin de glorificar al líder del proceso, el tte coronel.

Es la pretensión del Estado de asumir un control, de manera creciente, sobre la vida y el comportamiento de los ciudadanos, con vistas a dominar cada vez más la cultura (pensamiento único), la educación (nuevo currículo bolivariano), los medios de comunicación (censura y cierre de ellos) y la economía nacional (capitalismo de Estado salvaje). Es la transformación de la nación en un inmenso cuartel, en un «Estado Guarnición» en donde impera el «Ordene, mi comandante».

Esta colcha de retazos, ha hecho suyo el lema fascista de «Creer, obedecer, combatir» no sólo como expresión de subordinación del colectivo frente al líder, sino también como manifestación del espíritu militarista y el apego a la disciplina. Para el proyecto de dominación socialchavista, el militarismo se ha hecho hoy imprescindible, no sólo como instrumento de continuidad del modelo de dominación capitalista, sino como herramienta en la lucha contra el «enemigo interno».

El pretorianismo militar se enseñorea una vez más en nuestro país, ahora con un nuevo mascarón de proa, el socialchavismo del siglo XXI, que no es otra cosa más que un ramplón proyecto explotador militarizado, que exige de la sociedad una absoluta obediencia y disciplina. No es entones una revolución socialista la que está en marcha, sino más bien un militarismo hegemónico, que a través de la corrupción, la limosna social, la exclusión ideológica y la represión desea perpetuarse en el poder.

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