Opinión Nacional

El momento actual de la democracia venezolana

Ilustres autoridades universitarias

Colegas y compañeros universitarios

Agradezco la honrosa oportunidad que se me brinda al invitarme a exponer ante ustedes algunas de mis inquietudes de historiador que entiende cumplir así con el deber social inherente a su oficio.

Permítanme advertirles que la complejidad y la vastedad del tema me impedirán ser breve, y me obligarán a ser esquemático y puntual.

I.- Vivimos la segunda crisis del proceso de implantación fundacional, como régimen sociopolítico liberal-democrático, de la República liberal democrática; cuya fase de instauración institucional básica tuvo lugar en el período 1945-1948. La segunda fase de este proceso comenzó, propiamente, el 13 de febrero de 1959, al asumir Rómulo Betancourt la Presidencia Constitucional de la República.

Respecto de la fase 1945-1948, vale subrayar dos logros sociopolíticos capitales:

– Se completó la ciudadanía venezolana, al reconocerle sus derechos políticos a la mujer y extender la condición de ciudadanos políticamente activos a los analfabetas y a los mayores de dieciocho años .

-Se rescató el ejercicio la soberanía popular, secuestrada desde la constitución del Estado de Venezuela, en 1830; y se le modernizó ampliando el universo electoral, promoviendo la partidización de la opinión pública e instaurando el principio de la representación proporcional.

Cabe subrayar, igualmente, que nada de esto ha podido ser derogado; pero sí falseado. Lo que constituye, en suma, prueba de legitimidad histórica de lo así realizado por la sociedad democrática, entonces en formación.

II.- La segunda crisis del proceso de la implantación funcional, como régimen sociopolítico liberal-democrático, de la República liberal democrática, representa el postrer esfuerzo, del militarismo venezolano, históricamente reaccionario, por frenar la formación del espacio sociopolítico necesario para que la experiencia democrática, de más de medio siglo, adquirida por la sociedad venezolana, se institucionalice, de manera definitiva, como un régimen sociopolítico democrático, fundado en el ejercicio pleno y holgado de la Soberanía popular.

-Con un reciente añadido sociopolítico perdurable: el de la adopción de la descentralización político-administrativa, como perfeccionamiento del rescate de la Soberanía popular.

Esto en el marco de la conformación de una sociedad genuina y profundamente democrática, necesaria para la consolidación del régimen sociopolítico liberal-democrático.

III.- El ejercicio de la Soberanía popular, así perfeccionado, permitirá estimular y enriquecer la evolución, ya en marcha, y avanzada, de la sociedad venezolana hacia su conversión en una sociedad genuinamente democrática; es decir, basada en el ejercicio de la Libertad y en el disfrute de los derechos humanos por el ciudadano, de esta manera también emancipado de los atavismos monárquicos que todavía condicionan la conducta de un sector de la sociedad venezolana ante el Poder público.

En función de esta evolución de la sociedad venezolana cabe hacer una comprobación y formular una pregunta:

-La comprobación consiste en la ya definitiva radicación de la Democracia en la sociedad; generalizándose con ello, en los individuos, el rechazo de la combinación despotismo-sometimiento, practicada como engañosa garantía de seguridad.

-La pregunta es aparentemente sencilla: ¿Quién ha llamado a defender la Democracia? La respuesta no lo es menos: consiste en asumir y hacer valer la diferencia entre recordar la Democracia y aspirar a ella.

En pocas palabras: los venezolanos estamos llamados a reivindicar el significado alentador de la creciente espontaneidad social democrática. Para asumir la plena validez de este compromiso con nosotros mismos, reitero la necesidad de apoyarnos en el hecho de que si bien el venezolano no puede saber cuánto vale un gramo de libertad, sí sabe cuánto le ha costado.

 

IV.- La conducta de la sociedad democrática venezolana en ésta, la segunda crisis de La República liberal democrática, se diferencia esencialmente de la que asumió durante la primera crisis, en el lapso dictatorial 1948-1958. En la actual crisis, la experiencia de la Democracia genera una determinación que asciende desde la sociedad hacia la clase política. La Democracia ya no será, ni siquiera parcialmente, la gracia de un Poder público ilustrado. Este cambio de la manera en que la sociedad democrática venezolana vive la crisis actual asomó en los acontecimientos del 23 de enero de 1958, cuando la reacción popular impidió que se lograse la maniobra continuista del militarismo.

-Recordemos que el actual asedio a la Democracia ha sido tramado mediante el encubrimiento democrático de una agenda perversa.

-Enfrentados a ese engaño han estado el alto significado social y el alcance de la que inicialmente fue la posibilidad de recordar la Democracia, por quienes la vivimos.

 

V.- El cambio ocurrido en la postura de la sociedad ante la crisis actual de la República liberal democrática, da prueba de que la Democracia es hoy una fuerza activa, porque ha llegado a ser asunto de la sociedad, no de un gobierno, ni de un partido; tampoco de un líder. Lo que explica que la sociedad democrática permanezca inmune al contagio del militarismo-bolivarianismo, ahora embozado.

-El compromiso social con la Democracia se ha expresado en su genuina y tenaz defensa y reivindicación durante más de una década.

-Desde los referéndums revocatorios hasta las victorias electorales queda un saldo: ha ido creciendo el costo sociopolítico del falseamiento de la Soberanía popular.

 

VI.- La constancia y la lucidez demostradas por la sociedad democrática venezolana en este empeño, autoriza a confiar en que la meta por ella procurada será alcanzada en un lapso históricamente breve. A ello nos llevará la poderosa fuerza demostrada en el ejercicio de la lucidez por los diversos sectores sociales comprometidos con la Democracia. En el cumplimiento de este compromiso sobresalen:

-La actitud y la conducta de la mujer ciudadana, en el ejercicio de sus derechos ciudadanos y políticos.

-La actitud y la conducta de los jóvenes, en la lúcida expresión y tenaz defensa de sus derechos.

-La Iglesia, en la reformulación de su función pastoral, enmarcándola en el cumplimiento del Concordato suscrito con La República liberal democrática.

-El ciudadano soldado, quien, por ser el más reciente actor en el escenario político venezolano, se halla en la fase primaria de formación de la conciencia ciudadana democrática.

 

VII.- Al incluir al ciudadano soldado entre los sectores sociales comprometidos con la instauración de la democracia moderna en Venezuela, podría parecer que esta afirmación contradice frontalmente la caracterización, que he venido haciendo, desde el año 2001, del régimen político militar-militarista que nos despotiza. Más aún cuando registra la prensa la constitución, groseramente inconstitucional, de la Dirección Político Militar de la Revolución Bolivariana, (OPM de la R.B.), con la participación del Alto Mando Militar y subordinada al Comandante Supremo de la Fuerza Armada, en ejercicio.

A este respecto le acomoda recordar algunos acontecimientos y sus significados:

-La instauración primaria de La República liberal democrática, en el lapso que corrió de octubre de 1945 a noviembre de 1948, fue resultado de un golpe civil-militar-civil. Se originó en la actividad político-doctrinaria de la naciente oposición democrática moderna; fue realizado mediante la participación conjunta de militares y civiles organizados en partido, y tuvo como propósito y resultado la instauración de un régimen civil-democrático. Durante ese lapso los militares no eran electores.

-Igualmente, recordemos que Las Fuerzas Armadas cumplieron un papel primordial en la reinstauración de La República liberal democrática, y en la estabilización del régimen sociopolítico liberal-democrático, concebida como La Revolución democrática a partir de1959. Durante este lapso los militares tampoco eran electores.

Mas estas actuaciones tuvieron su lado sombrío. La contribución de los militares, muchos de ellos genuinamente ganados para la Democracia, a la instauración del régimen sociopolítico liberal-democrático, concebido y promovido en función de la consolidación del Poder civil, tuvo su contrapartida en la sobrevivencia y la persistencia de un militarismo esencial que se manifestaba como ambición no ya de participar del Poder público sino de dirigirlo soberana y discrecionalmente. De allí la persistencia de esa aspiración, que arrancó desde la integración de la Junta Revolucionaria de Gobierno en Octubre de 1945, integrada por tres civiles y dos militares, presidiéndola Rómulo Betancourt. La esencia de esta desmesurada pretensión del militarismo venezolano impregna los párrafos inicial y final del documento titulado Exposición de las fuerzas armadas nacionales. Comunicado Nº 6, fechado en Caracas en el 24 de noviembre de 1948:

 

“El 18 de octubre de 1945 el ejército nacional actuó contra un orden de cosas que la Nación consideraba viciado y las Fuerzas Armadas Nacionales dieron entonces un ejemplo de desprendimiento que fue aplaudido por el pueblo de Venezuela, al no querer el poder para sí y declinarlo en manos del único partido que para entonces hacía oposición al régimen.”…..”De esta manera las Fuerzas Armadas Nacionales dejan informada a la Nación de que una vez más están cumpliendo con los sagrados deberes a ellas encomendados.” (Citado por Eduardo Mayobre, Venezuela 1948-1958. La Dictadura militar. Serie antológica Historia Contemporánea de Venezuela, No. 6. Caracas, Fundación Rómulo Betancourt, 2013, pp. 77 y 80).

 

Desde ese momento, marcado por el hecho de que fue interrumpido el monopolio militar de la formación del Poder público que caracterizó la etapa de La Dictadura liberal regionalista (1900-1945) de La República liberal autocrática, inaugurada en 1830, no cesó la pertinaz determinación del militarismo de recuperar el exclusivo control de la formación, el ejercicio y la finalidad del Poder público. Esta determinación se hizo estruendosa en las conspiraciones e insurrecciones militares montadas a partir de 1959, y en la participación en el movimiento insurreccional auspiciado y financiado por el fidelismo, durante su primera intervención directa en la vida de los venezolanos.

Los responsables políticos del Poder civil han intentado desalentar el militarismo mediante dos políticas básicas, -amen del otorgamiento de ventajas y privilegios-. Una política consistió en estorbar la formación de una suerte de casta militar, abriendo socialmente el ingreso a los institutos militares, y fomentando la democratización de los procedimientos de ascenso. La otra política ha consistido en extender a los militares la ciudadanía electoral. Cuatro décadas de este régimen, parecía haber logrado una relación activa democrática entre el Poder civil y el sector militar; relación ostensible en el papel desempeñado por Las Fuerzas Armadas en los procesos comiciales.

No obstante, la agudización de la confrontación histórica entre el Poder civil y el militarismo caracteriza la fase actual de la segunda crisis de la fase de instauración de la República liberal democrática. Esta fase tiende a revelarse como la etapa final de la confrontación entre el Poder civil naciente y el Poder militar predominante, inaugurada, – creo necesario repetirlo-, en 1830 a raíz de la ruptura de La República de Colombia, que proclamó ser libre por sus leyes e independiente por medio de sus armas.

La Democracia venezolana presenta hoy un cuadro en el cual el militarismo, apenas disfrazado de una seudo ideología arcaizante, controla el Estado, monopoliza el Gobierno, manipula el Poder público en todos sus órganos, domina la Administración pública y avasalla la opinión pública. En síntesis, el militarismo realiza un esfuerzo desesperado por refrenar el resuelto avance del Poder civil, armado éste de la socialización de la Democracia y de la ya experimentada descentralización del Poder público. Lo que explica el temor que infunde en los altos mandos políticos y militares gubernamentales el ejercicio de los derechos del ciudadano soldado.

La tenacidad demostrada por la sociedad civil, identificada con los valores liberales democráticos, alimenta en quien les habla la certidumbre histórica de que ella prevalecerá.

 

VIII.- Así será en la medida en que atendamos al legado de dos observadores de la sociedad venezolana que demostraron tener alto grado de experiencia. Lo que explicaría y justificaría la misión de quienes deben estimular la marcha de ese pueblo hacia el restablecimiento del régimen sociopolítico liberal-democrático. El legado lo expuso Rómulo Betancourt en Carta a Rafael Caldera, de 2 de noviembre de 1956:

 

….”El venezolano es demócrata, quiere la libertad, por ella ha peleado y se ha sacrificado a los largo de nuestra historia, como lo sabes bien por tus afanes de estudioso de la sociedad venezolana. Y nuestro deber de dirigentes políticos, sea cual fuere la ideología que profesemos, es el de hacer que despierten esas voliciones en nuestro pueblo, actualmente adormecidas, pero de ninguna manera muertas.” (Rómulo Betancourt. Antología política. 1953-1958. Vol. VI, p. 540).

 

IX.- Felizmente, los dos constructores de la Democracia citados, se referían a la primera crisis de la República liberal democrática. En el curso de la actual crisis la sociedad democrática no se ha dejado vencer por el sueño ni engatusar con ensueños. El estado de alerta así mantenido ha dado resultados alentadores:

-Una indigestión de la Democracia es la explicación de la única elección ganada, mediante ocultamiento de su verdadera agenda, por el hoy régimen militar-militarista.

Por ello los cambios en la estrategia del régimen militar-militarista: desde la promesa de mejorar la Democracia hasta la abolición de la Democracia mediante el falseamiento de la Soberanía popular y la consiguiente demolición progresiva de la República.

Enfrentados a estos cambios estratégicos, algunos el de los líderes de la oposición democrática presentan signos de haber aprendido a formular un programa de acción no meramente reactivo.

Caracas, febrero-marzo de 2013.

__________________

*Conceptos básicos para una conversación efectuada en la Universidad de Carabobo, atendiendo una invitación del Observatorio Venezolano de las Autonomías. Valencia, 20 de marzo de 2013.

 

 

 

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