Opinión Nacional

El Movimiento 2D y la enmienda

Toda Venezuela contra la presidencia vitalicia

Más que una violación a la Constitución y leyes de la República se trata de una osadía repugnante que irrespeta la conciencia democrática de la nación y vulnera al mismo tiempo los derechos ciudadanos de más de 20 millones de venezolanos menores de 30 años.

Las desmesuradas ambiciones de poder del Presidente de la República han generado una crisis constitucional, cuyos precedentes se remontan a 1957, cuando el general Marcos Pérez Jiménez violó la Constitución Nacional y, mediante un plebiscito sacado de la manga, pretendió prorrogar el régimen dictatorial sin límites en el tiempo. Venezuela toda, civiles y militares, reaccionaron contra aquel proyecto personalista. Caída la dictadura, el país comenzó a transitar una etapa de democracia y de sometimiento al estado de Derecho que se ha prolongado hasta nuestros días.

A través de las instituciones garantizadas por ese estado de Derecho, ascendió a la presidencia de la República el teniente coronel Hugo Chávez Frías. No obstante, de un tiempo a esta parte ha venido adulterando y erosionando la Constitución de una manera sistemática. El último asalto al estado de Derecho está en vísperas de consumarse a través de la enmienda aprobada por la Asamblea Nacional, según la cual el presidente de la República, gobernadores, alcaldes, diputados nacionales o regionales podrán ser reelegidos de por vida. Más que una violación a la Constitución y leyes de la República se trata de una osadía repugnante que irrespeta la conciencia democrática de la nación y vulnera al mismo tiempo los derechos ciudadanos de más de 20 millones de venezolanos menores de 30 años.

Desde un punto de vista esencialmente político, las implicaciones de este proyecto antidemocrático serán devastadoras. Volveremos a los tiempos de Juan Vicente Gómez, con todo lo que esto significa de oprobio, o sea, que un país con tanta experiencia democrática vuelva a depender de los delirios de un solo hombre, de sus caprichos o de sus pesadillas. Ante semejante desafío, ante semejante irrespeto al desarrollo intelectual del venezolano, la respuesta rotunda y clara es una sola: No.

Desde un punto de vista jurídico, esta enmienda como fue concebida y planteada por la Asamblea Nacional, es de tanta gravedad que, simplemente, dejaría a Venezuela sin Constitución. Con un lenguaje bribón y engañoso, se les pregunta a los venezolanos si desean que se les amplíen sus derechos políticos. No habiendo posibilidades de “ampliar” derechos, la pregunta implica un irrespeto a la capacidad de raciocinio del ciudadano.

No obstante, más grave, mucho más grave es el hecho de que el 16 de febrero Venezuela puede amanecer sin Constitución. La Asamblea Nacional formuló la pregunta de modo que la gente responda si está de acuerdo con que se modifiquen determinados artículos de la Constitución, pero no expresó cómo quedarían esos artículos afectados, como si la cuestión bastara para que ellos, después, los redacten a su arbitrio. Esto es abiertamente ilegal. Baste consultar el Preámbulo de la Constitución para comprender que la negación del principio de alternabilidad republicana constituye uno de los fundamentos esenciales del sistema democrático. Que su eliminación abre las vías para el establecimiento irreversible de una autocracia y de una casta política mineralizada que nos remitirá indefectiblemente al caudillismo decimonónico, al caudillismo en todos sus niveles, desde el jefe de Estado y gobernadores hasta alcaldes y diputados. Esto equivaldría a la captura del Estado, de sus inmensos recursos, puestos día y noche y de manera exclusiva al control político del país. Nadie volvería a gobernar, desde la jefatura del Estado hasta las gobernaciones, alcaldías, etc., no serían sino maquinarias electorales que todo lo corromperían y todo lo violarían para quedarse en el poder.

Los estrategas de la revolución “participativa y protagónica” pertenecen a esos seres que se suponen ungidos de poderes sobrenaturales de tal modo que pueden controlar el futuro, y negarle para siempre los derechos a los ciudadanos. Ignoran que cuando el agua copa las represas busca sus cauces de modo indefectible.

La argumentación en contra de la propuesta del Presidente de la República de que se le permita el ejercicio indefinido y vitalicio del poder ha sido vasta, y terminante. Los argumentos jurídicos y políticos, históricos y sociales, han sido irrefutables. Pero el Presidente ni oye ni ve. Desde diversas organizaciones nacionales, universidades y academias, la Iglesia Católica, los partidos políticos, los medios, los trabajadores, los colegios profesionales, todo el país como un solo grito, le han dicho No al Presidente de la República. Sin embargo, el Presidente desecha razones, argumentos, consejos, incluso de amigos que le advierten los peligros de su obsesión de poder. Nada.

El Presidente no tiene sino un pensamiento en la cabeza, el de quedarse toda la vida en Miraflores, cueste lo que le cueste a los venezolanos. Inevitablemente, el primer afectado por esta obsesión inmanejable será el propio jefe de Estado. Lo decimos porque estamos plenamente convencidos de que el país rechazará la tramposa pregunta con una respuesta simple y categórica, No.

No, Presidente. Pero después del No tendrá que reconocer que como él mismo dice “tendrá el tiempo contado”. Cuando lo repite, parece como si se tratase de un drama espantoso: “Hugo Chávez en la calle, como cualquier mortal”. No hay drama ninguno en que se termine el periodo constitucional de los presidentes. No. A veces es una felicidad para los pueblos como sucedió en Estados Unidos el 20 de enero: George W. Bush se fue para su rancho de Texas y el mundo respiró aires nuevos y gratos. Dentro de cuatro años se terminará el periodo del Presidente Obama, y se terminará también el del Presidente Chávez. La verdad, hay que reconocerle algún mérito a Bush que no consideró fin del mundo su retorno al rancho tejano. Tampoco será fin de mundo el 10 de enero de 2013, cuando el Presidente Chávez regresa a Sabaneta de Barinas, donde seguramente lo van a recibir con los ¡brazos abiertos!

Graves momentos escogió el Presidente de la República para someter esta anacrónica enmienda a la consideración de los venezolanos. La gente clama en los barrios contra el mal gobierno, la inflación que se come a la gente porque le arrebata la comida de sus manos, la delincuencia y la violencia de grupos oficiosos amaestrados y armados con armas de guerra, las amenazas brutales a los estudiantes, todo esto contribuye a convencer a todos los electores, de todos los partidos, incluso los afectos al Presidente, de que no hay otra alternativa que votar por el No de manera resuelta y patriótica el 15 de febrero.

¡Todos contra la enmienda tramposa!

¡Todos contra la pretensión de quedarse en poder toda la vida!

¡Contra las castas vitalicias que nos amenazan!

¡Por el respeto a la Constitución y el estado de Derecho

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