Opinión Nacional

El negocio de la esperanza

Tras una década de burlas de los científicos que alertaban sobre la amenaza que suponía para el planeta basar el modelo energético en la combustión de fósiles, el Gobierno de EEUU tendrá que legislar la emisión de gases de efecto invernadero. Así lo ha decidido el Tribunal Supremo, por cinco votos a favor y cuatro en contra. El Tribunal Supremo del país que emite la mayor cantidad de CO2 (27% del total), acaba de escuchar las recomendaciones del informe presentado en agosto por un importante grupo de investigadores.

El desarrollo de energías renovables está en auge. Como punto neurálgico de la vanguardia científica, Silicon Valley inyecta miles de millones de dólares en empresas que desarrollan estas tecnologías. Las energías renovables se podrían extender si se pone voluntad y se saben coordinar los esfuerzos necesarios para hacerlas más eficientes a través de la tecnología. También si el cambio de paradigma energético se enfocase más a la supervivencia del planeta que al negocio.

En este sentido, podría darse un escenario positivo en el que los grandes capitales comprendiesen el papel que juegan como agentes de cambio social para asumir su responsabilidad en un mundo cada vez más interrelacionado pero que concentra sus riquezas cada vez en menos manos. En este escenario, los inversores cederían una parte de su capital a los investigadores y científicos formados en las mejores universidades del mundo para que diseñen tecnologías de bajo consumo de materias primas y con alto rendimiento energético.

El resto del capital se invertiría para aplicar las tecnologías que aprovechasen mejor las fuentes renovables de energía como son el sol, el viento y el agua. La coordinación entre gobiernos e inversores incrementaría la rentabilidad y la eficacia de los proyectos. De esta manera, los países que contasen con radiación solar durante todo el año invertirían mayores cantidades en energía. Los que tuvieran corrientes de viento favorables y una tecnología desarrollada, como en el caso de España, Dinamarca y Alemania, seguirían optando por la energía eólica.

En los Emiratos Árabes Unidos, el cuarto productor de petróleo de la OPEP, se ha creado un Fondo de Tecnología Limpia de más de 200 millones de dólares como parte de la Iniciativa Masdar (masdar es el término árabe para fuente). Así ha nacido en el país un sector especializado de la economía para desarrollar las ‘energías limpias’. Esta iniciativa reúne a las empresas del sector energético, mayoritariamente petrolíferas, a universidades de todo el mundo y a los ministerios para que den lo mejor de sí. Ya se está ensamblando un modelo que permita aprovechar las fuentes de energía renovables y que no contaminan.

Los países productores y que comercializan petróleo en el mundo podrían encauzar parte de sus ganancias para el desarrollo de tecnologías que favorezcan la producción de energía a través de fuentes renovables. La inversión inicial es mucho mayor, pero la energía procedente de combustibles fósiles cada vez contamina y cuesta más.

La industria de las nuevas tecnologías no es inmune al celo y a la desmesura de quienes pretenden ganar mucho en poco tiempo. Las fuentes renovables de energía podrían convertirse en un capricho de empresarios que invierten sin planificar y que anteponen sus ganancias a un proyecto global de gestión responsable de los recursos de la naturaleza.

Así, los esfuerzos de Abu Dhabi podrían tener como verdadero fin vender más caro su petróleo a países rezagados en cuanto a la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías energéticas. Para cerrar ese círculo bastaría con que los países industrializados vendieran a estos países del Sur las fábricas, los coches, los trenes y toda la tecnología que hoy depende del consumo de hidrocarburos y que ya no les servirá el día de mañana. Sería absurdo limitarse a cambiar de lugar las chimeneas y continuar perforando la atmósfera.

Estados Unidos empieza a descifrar los signos de estos tiempos. La decisión del Supremo traza las líneas a seguir por las grandes empresas y por otros países. Incluso cuando todo parecía perdido, sobrevive la esperanza de un planeta habitable.

Fuente:
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