Opinión Nacional

El obsceno pájaro del fascismo

El fascismo es inmoral. Y además de inmoral, es inescrupuloso. Atenta contra sus víctimas y luego, en la mayor e inescrupulosa inmoralidad, acusa a sus propias víctimas por los mortales atentados les inflige. Si quiere Usted, querido lector, un ejemplo concreto de fascismo inmoral e inescrupuloso lea las declaraciones de un capitán o teniente golpista – no suelo registrar en mi memoria los grados de los segundones involucrados en golpes de Estado -, llamado Diosdado Cabello. Grábelo en su memoria: es el arquetipo del matón clásico que organizado en grupos de choque o en partidos fabricados ad hoc suele caerle a saco a inermes e indefensas repúblicas cuando sufren del terrible mal de la inmunodeficiencia adquirida frente a los gérmenes de fascismo que acechan en sus entrañas.

En cualquier país decente, que tuviera un mínimo de respeto frente a si mismo, declaraciones escatológicas del jaez de las emitidas por este teniente fascista frente al monstruoso atentado sufrido por la doctora Marta Colomina no podrían ni siquiera ser imaginadas. Para que la pútrida fetidez de sujetos de esta calaña pueda encontrar eco periodístico, se requiere de una verdadera desintegración de la moral pública. Sólo en países postrados, infectados de totalitarismo y presas del espantoso mal del terrorismo de Estado, pueden sujetos semejantes atreverse a adelantar acusaciones tan infames e infamantes, sin recibir el menor castigo de la justicia y la pena de encarcelamiento correspondiente. Y sin siquiera ser investigados, aún cuando declaraciones semejantes hieden a complicidad.

Pero tan bajo ha caido la patria emancipada por Bolívar, tan encharcada se encuentra en la porquería fascista, que sujetos como el ex teniente Diosdado Cabello no sólo se pueden permitir el descaro de declaraciones tan obscenas e inmorales como aquellas con las que pretende enlodar la impecable ejecutoria pública de un ejemplo de coraje, inteligencia y moralidad como la de la periodista Marta Colomina, – a la que jamás podrá llegarle ni siquiera a los talones – sino que lo hace desde las más altas instancias del Poder ejecutivo, en manos de una piara de conspiradores y golpistas. No sólo eso: de ladrones y mafiosos.

Venezuela, que tuvo entre sus grandes magistrados a José María Vargas, que nació de los sueños libertarios de hombres de la cultura de Francisco de Miranda, Andrés Bello o Simón Bolívar, que tuvo entre sus intelectuales a humanistas de la talla de Cecilio Acosta o Lisandro Alvarado, que inició su andadura democrática bajo la inspiración de historiadores, sociólogos y economistas como Mariano Picón Salas, Alberto Adriani y Augusto Mijares, que contó entre sus políticos a Rómulo Betancourt, a Luis Beltrán Prieto Figueroa y a Arturo Uslar Pietri, que fuera iluminada por la pluma y las ideas de Andrés Eloy Blanco y Rafael Díaz Sánchez, que fuera carne y dolor de Mario Briceño-Iragorry, está hoy gobernada por pandilleros como el capitán Cabello y escarnecida y humillada por tenientes coroneles corruptos, ágrafos y analfabetas como Hugo Chávez.

Honra a Marta Colomina el veneno de esta canalla. Sólo gente de su integridad moral porta el anticuerpo de la disolución Que no desmaye en su lucha por devolverle la dignidad a la patria humillada.

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