Opinión Nacional

El país según Cabrujas…..

(De parte de un pana que lo admiraba!)

Hace unos cuantos años atrás el país despertó “de golpe”, y de pronto nos vimos sumergidos en un cataclismo social de impredecible predicciones. Para ese entonces, un intelectual de alta factura reseñaba semanalmente un país – que según él – no podía con su propia realidad. Esos días, eran días de manifiestos, de comunicados casi a diario, que entraban clandestinamente a través de la complicidad de los faxes – lo único tecnológicamente disponible, ya que la telefonía celular y el Internet estaban en fase embrionaria – y a través de ellos, unos flamantes conspiradores haciéndose llamar Movimiento Bolivariano, expresaban con letra gorda escrita a maquina Olimpia, todo un cargamento de recomendaciones e instrucciones para el día final, y nos entregaban una lista de los corruptos y culpables de tan ignominia e injusticia social. Ese país según Cabrujas – que era la columna semanal de encuentro en el Diario de Caracas – retrataba el sopor, aquella complicidad ciudadana de que “algo” estaba pasando. Y todos los días amanecíamos como que si ¡hoy es la vaina! – mijito compra agua, unos enlatados y esperar que este gobierno de cae, cae! – conste que no me refiero al de Chávez sino al de Pérez – quien para esos días enfrentaba la duda de un gobierno que había sido removido por un sismo de una revuelta civil – el caracazo – y la intentona fallida liderada – supuestamente – por aquel comandante que pronuncio el premonitorio ¡por ahora!. Lo demás es historia y muy mal contada.

Para esos días, específicamente el domingo 14 de junio de 1992, nuestro recordado José Ignacio Cabrujas, en su conversación semanal nos hablaba del desenlace. Exponía que en el país – al cual hablaba – se comenzaba a instalar una pregunta casi reiterativa desde hace unos treinta años – lo cual era cierto para la época – y muy pertinente para la actual, sobre ¿hasta donde resistiremos?. Y que conste que esa resistencia puede ser canalizada de diversas maneras y en muy diversos lugares. Y la misma – según Cabrujas – puede ser expresada en: “ira o paciencia. Conclusión o esperanza. En todo caso, mueca de lo que somos y de sentirnos resultados”. Esa pregunta, que a suerte de calamidad, hoy nos sigue acompañando y nos ha dejado así nomás, a la intemperie. Por que somos ciudadanos expuestos a las rigurosidades de unos gobiernos que nos han llevado a este despeñadero. A este inconclusion social. A nada resuelto. Es la duda sobre un proceso que en vez de unir desune y nos encona. Como pesan los genes. Estamos hartos de tantas dicotomías. Como si el ejercicio de gobernar es un problema de derecha o izquierda, ricos o pobres, torcidos o rectos. Tal simplicidad conceptual no es expresión del mundo que vivimos hoy. Pero, ese movimiento que en pasado reciente se convirtieron en algo casi heroico y popular – suerte de prometeísmo criollo muy a la usanza venezolana – hoy son gobierno con transito de ocho años – tratando de hacer algo para ver como enderezan la historia. ¡Váyase a ver semejante tremendismo! Por eso la duda de anteayer, hoy sigue irresuelta, y se instala en la duda hacia un gobierno que hoy nos habla que vamos rumbo al socialismo (RAS). Es la inquietud de la dirección que se traza en la pregunta ¿hacia donde vamos?, tan global como la del terremoto que provoco el tsunami en el pacifico, inquietante como un nuevo crujido de tierra. ¡Si! Por que tal como en aquellos días postreros al 4F, nuestro admirado Cabrujas, escribía como respuesta que tenia que “ver esencialmente con Pérez, convertido en anécdota del sistema”, hoy lo expresamos siguiendo a nuestro amigo, que tiene que ver con Chávez, convertido en una tele comedia tipo “Guayoyo Express” o el resultado de una crónica fantasmal narrando una tragedia que, cual tsunami, amenaza con acabarnos como esencia de un país democrático y libre, y esto es, si entendemos que recién acabamos de cumplir el pasado 23 de Enero, 48 años de un gesta que nos libró de un régimen militar, totalitario y faraónico en su actuar, para inaugurar un cierto estilo que nos hartó, y que hasta ahora no sido cambiado para nada por el actual inquilino de Miraflores. Y así, sin más ni más, está de nuevo ese sopor. La inútil espera. Todos la imaginamos. Todos lo sabemos. Hasta los que están en las misiones y aquellos que se viven a este régimen. Este gobierno es un lastre que se sostiene en el poder por razones de urbanidad y civilidad características de una sociedad que dejó las montoneras y las revueltas – aunque así nos gobiernen ellos – para reclamar la política en manos de los ciudadanos. La brutalidad gobierna por que han llegado a controlar todas las instituciones, impregnándolas de un fundamentalismo depredador, lo cual promueve desde sus propias entrañas, el desencuentro y el miedo, como herramientas para aplacar las protestas y la organización ciudadana. Y como quien las hace se la imagina, allí están, llamando golpista y conspirador a todo aquel que piense – ¡como molesta la inteligencia a todos los gobiernos brutos! – o a quién reclama algún derecho por pequeño que sea. Y así como José Ignacio se preguntaba en aquellos tiempos con el bachiller Pérez, hoy nos preguntamos con el teniente coronel Herr. Comandan: ..¿Qué va a hacer Chávez con el país? O al revés, que por dentro es al derecho: ¿Qué va a hacer el país con Chávez?

Es por ello que termino estas primeras líneas del 2006, como inicio de mi activismo ciudadano, con palabras de Cabrujas y ese país que según…él sigue igualito, por aquí nada ha cambiado, respondiendo a las interrogantes aquí planteadas, para ver si tienen vigencia o no:
“… se servirá el lector ahora, desgranar ambas posibilidades y convertirlas en macho y hembra, en retoños mentales: ¿Cómo demonios hará (ésta) nuestra ultima desilusión nacional, para reelegirse con legitimidad política sin que el fantasma de la abstención electoral lo ponga en aprietos para gobernar un país cada día menos gobernable de la misma manera que adecos y copeyanos? ¿Cómo evitar tanto desencuentro, y podamos entonces, construir una alternativa política unitaria que nos lleve de una vez por todas a la construcción de un país moderno entre todos? ¿Hasta donde puede prolongarse esta abucheada comedia sin que el telonero, por razones de sensibilidad o e simple oficio, tire la cuerda y cierre la cortina? ¿Qué estamos esperando? O mejor dicho, ¿a quién estamos esperando? … el resto del catalogo presidencial, parece mentira, se nos ha evaporado…” ¿Qué hacemos con el CNE? Ni un bruto más. No por faltas de ganas, sino sencillamente por que no hay espaldas visibles, connotadas, frecuentes, que soporten esta historia, este pasado, este muerto… Fin de una era. Magnifico. Pero, ¿qué hacemos con nuestras vidas? ¿Qué carajo es esta revolución bonita?
Respuesta única: me compré ayer, tres colchonetas como chalecos antibalas. Y armado estoy de mis modestos conocimientos y referencia ética para enfrentar cualquier testigo traído de otros confines por cualquier fiscal para acusarnos de cualquier cosa, solo por pensar. Y para soportar las raídas comedias del fiscal general jugando a los desprestigios ajenos de cualquier opositor incomodo. Algo protegerán. No sé exactamente cuanto. Pero algo. Bien, hoy amanecí con ganas de sembrar yuca, donde antes había rosales. Digo, porque sembrada, la yuca no es tan perecedera como esta democracia. La vaina es, donde consigo el agua, para regar la yuca. ¿Entienden? Esto no es pa’ brutos.

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