Opinión Nacional

El parto de los montes

La creación de un partido socialista unido alrededor del carisma y autoridad de Chávez no ha resultado tan fácil como, seguramente, el teniente coronel lo pensó en principio. Quizás, el nimbado caudillo indiscutible de la revolución bolivariana, gracias a su formación castrense, no midió en su oportunidad, las trabas y escollos que encontraría en el espinoso camino de formar una verdadera organización política con vasto arraigo popular.

Los militares son formados para obedecer las ordenes impartidas por sus superiores. En el mundo civil, la cosa es distinta. La jerarquía -en cualquier ámbito- no se puede imponer a rajatabla, sin discusión, por la fuerza… Eso no da resultados positivos. El conocimiento de la humanidad se basa en la contestación, en la discusión libre de las ideas, sin trabas de ningún tipo. Pero claro, eso no va con el talante autoritario, arrogante, del jefe único del partido único.

La verdad subyacente se expresa en el desprecio reiterativo del Presidente hacia los partidos políticos en general. Para él, esas organizaciones de la sociedad, son simples instrumentos electorales, por lo tanto desechables cuando no se necesitan. De otra parte, el poder de la revolución bolivariana (léase de Chávez) esta sustentado fundamentalmente por el estamento militar, ahora socialista por decreto imperial (al diablo con la Constitución). Es precisamente allí donde Chávez pone todo su empeño, a los efectos de convertirse en presidente vitalicio de Venezuela; no por herencia a la manera de los monarcas, sino mediante elecciones vitalicias también…

Los dirigentes del MVR han desaparecido de la escena. En raras oportunidades expresan tímidamente sus opiniones, generalmente de carácter burocrático o administrativo sobre la organización de alguna marcha o acto público. Pocas voces disidentes se han levantado para exigir la discusión libre y abierta, sobre cómo se debe batir el cobre en la nueva organización. Entre los insatisfechos con las imposiciones cupulares están Iris Valera, Luís Tascón y unos pocos, como Juan Barreto y Carlos Lanz, que, en su particular estilo, han hecho esfuerzos para abrir una plataforma de discusión política e ideológica sobre lo que acontece en las filas chavistas-socialistas.

En ciertos partidos aliados de Chávez se ha dado un debate interesante, en demostración clara de la vocación democrática de sus dirigentes. José Albornoz, Ismael García, Ramón Martínez y Didalco Bolívar, del PPT y Podemos, se le han plantado al mandamás de Miraflores, aguantando todo tipo de arremetidas. Igual posición ha mantenido el Partido Comunista, no podía ser de otra manera. Otros, con piernas ligeras, han corrido solícitos, presurosos, al regazo de un cargo público. Siempre sucede. Para mantener posiciones opuestas a los credos revolucionarios- comunistas-fidelistas-bolivarianos, es menester estar dotado de fuertes convicciones y valentía.

En principio, el partido unido socialista (PUS) debió haber estado formado para el mes de enero de este año. Meses han pasado sin resultados concretos. Ni siquiera la base ideológica de la organización está estructurada. Cualquier partido político nuevo debe comenzar por una definición programática e ideológica que guíe sus actuaciones.

Los edificios se construyen desde los cimientos hacia arriba. En nuestro país sucede lo contrario: los partidos se forman primero y después de mucho tiempo, empiezan (si es que lo hacen) a precisar sus fundamentos y principios.

No resulta una audacia prever los resultados del nuevo juguete (partido) de Chávez. Después de tanta alharaca, estaremos, seguramente, en presencia de un tristón e incoherente parto de los montes: ¡un ratón!…

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