Opinión Nacional

El profesional exitoso en Venezuela

Con frecuencia, luego de los concursos de belleza, se habla de las respuestas idiotas de las aspirantes al título de la mujer más bella, porque a alguien le dio por hacer pasar pena a las pobres candidatas a Miss Venezuela haciéndoles preguntas donde tienen que pensar.  Es un concurso de belleza, donde la aspirante debe ser bella, donde la mujer se enajena totalmente para convertirse en cuerpo, no más.  Preguntarle a esas pobres chicas que piensan de un tema en particular, cuando quizá el 90% de sus libros sean de dietas y ejercicios, es un revanchismo aberrante que de seguro se le ocurrió a una mujer intelectual para burlarse de las concursantes.  Que una Miss responda una idiotez no es algo que debería sorprender a nadie.  Lo verdaderamente triste es que un profesional universitario diga ciertas cosas que ponen en evidencia la mediocridad de la educación y de la gente en Venezuela.

 
Hace algunos meses escribí acerca de un genio de la banca que creía que Sócrates, Platón y Aristóteles eran personajes de la Mitología Griega; seguramente el pobre fue a ver Troya con la esperanza de que uno de sus personajes estuviera bautizado con estos nombres.  Pero tratándose de un tema que no es de estudio obligatorio en las aulas de clase venezolanas, no debería extrañarme, puesto que aquí se estudia para pasar el examen y tener el derecho de hacerse llamar licenciado o doctor.  Sin embargo, cuando uno pasa una buena cantidad de años de su vida viendo desfilar por los salones de clase a profesores de historia de Venezuela, podría pensarse que algo quedará. Más aún, estando Venezuela en la crisis política que se encuentra, una ilusa cualquiera podría llegar a pensar que los profesionales desempolvarían sus libros de historia para poder medianamente seguirle el curso a los acontecimientos que marcaron época en la vida democrática del país.

 
Tuve el honor de conocer a uno de los hombres más admirables que ha parido esta tierra, José Agustín Catalá, quien a sus 89 años continúa siendo un luchador y un hombre de incalculable valor para la historia de la democracia venezolana.  Le comentaba a un amigo, ingeniero y exitoso gerente de una gran empresa tabacalera, que por supuesto no sabía de quien le estaba hablando, que el señor Catalá me obsequió un libro llamado «Biografía de Andrés Eloy Blanco y memorias de su época», a lo que me respondió: ¡Ah, te vas a leer un libro del maestro de Bolívar!… (mute)  Esta es una típica respuesta de Miss Venezuela, sin los desfiles en traje de baño, sin las luces, sin Gilberto Correa ni Carmen Victoria Pérez… pero es LA respuesta.

 
Yo no sé si dos siglos sea menos tiempo de lo que Yo creo, considerando que un profesional de la administración me había confesado hace algunos meses que él pensaba que Adam Smith y Keynes eran contemporáneos.  Creer que Andrés Eloy Blanco y Andrés Bello son la misma persona, siendo venezolano y habiendo estudiado en Venezuela, es un error que no sé si sea imperdonable o no, pero sin duda revela lo poco interesado que está el típico profesional exitoso en poderse ubicar dentro de un marco histórico para comprender el presente.  Seguramente saber esas tonterías no reporta ningún beneficio económico, no dudo que sea más rentable saber de finanzas, de gerencia, de economía, Yo sé que a las empresas no les interesa cuánto saben de historia los profesionales que contrata, pero ignorar el pasado del país donde se vive y decir a viva voz que Venezuela necesita un cambio, son dos cosas que no deberían ir juntas, Yo pienso que gente así no debería tener derecho a opinar..  Y no es que Yo sepa mucho de historia, porque no es así, pero hay detalles que uno no puede darse el lujo de ignorar, e insisto, estamos en crisis y la vida nos está retando a repensar el país, a hacer la historia.

La gente suele culpar a los políticos de la tragedia venezolana, los más atrevidos meten en ese saco a los empresarios y banqueros, y esas son afirmaciones que no se pueden discutir, porque ciertamente ellos tienen una gran cuota de responsabilidad.  Pero la generación de cómodos que creció con la única aspiración de tener estatus y poder, que ronda los treinta o cuarenta años, no está libre de culpas por lo que se vive hoy y, con más fuerza, de lo que se vivirá mañana.  Si nuestros exitosos profesionales continúan pensando que lo único importante en la vida son los bienes materiales y, por ende, continúan dedicándose y preparándose exclusivamente a hacer dinero para lograr más estatus, Yo no le doy a este país ninguna oportunidad para el futuro, porque puede que se logre salir de Chávez, pero es más trabajoso deshacerse del ejército de mediocres que gobiernan muchas de las empresas privadas de este país y desconocen completamente su pasado y les importa un carajo su futuro.

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