Opinión Nacional

El programa socialista avanza, el demócrata se estanca

Lo certifica La sanción de la Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno, la aprobación en primera discusión de la Ley Orgánica de Participación y Poder Popular, y de la Ley Orgánica de Planificación Pública, por parte del parlamento socialista de Hugo Chávez, un paso más en la construcción del Estado socialista.

Las precitadas leyes, se unen a la violación continuada a la Carta Magna vigente, de reciente cumpleaños en décima oportunidad. Pero salvo el hecho de constituirse nuevo elemento probatorio para el grueso expediente judicial, útil una vez restauremos la constitucionalidad democrática, las antedichas normativas no deberían generar sorpresa.

La eliminación del Estado consagrado en los términos de la Ley Fundamental, ha sido objetivo del régimen socialista desde hace bastante, retardado en virtud del rechazo electoral al proyecto de reforma constitucional en 2.007, y que por incapacidad de nuestro liderazgo demócrata para siquiera hacer valer el margen de aquel resultado, tenemos la presente reedición.

Resulta obvio que las nuevas legislaciones persiguen establecer un modelo de Estado cuyo contenido genérico, de inefables conceptos verbigracia: comunas, autogobiernos comunales y poder popular, será solo útil al fortalecimiento del poder omnímodo hoy al mando.

Como señalamos arriba, ello no tiene porque sorprender. Sin embargo, sorprende el limitado accionar demócrata en el ámbito programático, revisada como ha sido la propuesta, presentada por la comisión de propuestas programáticas de la Mesa de la Unidad Democrática, el pasado mes de octubre.

Como demócratas con cierta experiencia en los avatares de la política, comprendemos a cabalidad la dificultad inherente al diseño de un proyecto político común a la pléyade de factores constitutivos de la alternativa demócrata venezolana. Pero ello no puede ser óbice para aceptar de buena gana, una propuesta programática donde solo destaca su fundamentación constitucional.

Una Política económica cuyo primer planteamiento la define como: ¨Orientada a la diversificación y hacia una verdadera revolución industrial. Hacer más competitivo el sector productivo, combinando acertadamente el Estado y el mercado¨. Donde la quinta de las propuestas en la materia se exprese en estos términos: ¨ Revisión de las políticas para las industrias básicas a fin de que respondan a los requerimientos de la nación y en vez de un fardo para las finanzas públicas se conviertan en impulsores del desarrollo general del país¨. Y que, en lo relativo a la Acción política y administración pública, consagren como último punto, la infaltable ¨Lucha anti-corrupción como una política de Estado¨.

En fin, lugares comunes, concepciones válidas como aportación demócrata a la constituyente del 99, el tímido contrapeso a la avalancha socialista de entonces, pero insuficientes hoy dia, visto y certificado una vez más, el fracaso del modelo socialista, lo que exige de cara al pueblo, una propuesta demócrata de mayor profundidad.

Porqué no proponer un modelo productivo en base a un régimen de libertades, que exento de monopolios estatales o particulares, promueva la inversión nacional y foránea, cuyo Estado sea en tal sentido no más que un ente regulador del libre mercado, conforme a la ley. Mejor aún, porque no definir que la lucha contra la corrupción pasa necesariamente por un Estado cuantitativamente reducido y cualitativamente profesional, donde la carrera administrativa sea la regla y no la excepción. ¿Será mucho pedir cuando de confrontar al socialismo se trata? ORA Y LABORA.

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