Opinión Nacional

El proyecto de una espina dorsal

El 23 de enero de 1958 caía la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez. El 23 de enero de 2010 una multitud avanzaba en sentido contrario al sitio donde se localiza el poder. Al final, la multitud se encontró con oradores que no hicieron referencia alguna a los problemas claves que afectan a la democracia venezolana.

La misma tarde, un gobierno empecinado y embrutecido, sacaba de la “parrilla” de la televisión por cable a RCTV, ya previamente echada de la señal abierta. Ello condujo a la reacción de manifestaciones estudiantiles en Caracas y en una cuantas ciudades del país, manifestaciones que asemejaron a una protesta puntual sobre un hecho puntual y, en ningún caso, un estado de insurrección popular contra el presente régimen.

Se produce la renuncia del Vicepresidente y de su esposa la Ministro del Ambiente. El régimen alegó “razones personales”, pero es evidente que se trató de una ruptura. El término “renuncia” tiene sus implicaciones. Los funcionarios renunciantes fueron sustituidos por incondicionales “duros”.

El régimen recurrió a soltar a sus perros de presa encarnados en las bandas armadas que le sirven de apoyo, desencadenando, especialmente en la ciudad de Mérida, enfrentamientos mortales entre civiles, lo que a simple vista pudieron verse como atisbos de guerra civil.

La conclusión: víctimas mortales, numerosos heridos, destrozos al por mayor, al no existir un Estado que recurra con prudencia al uso de los recursos de contención, o que los mezcla o los intercambia con civiles armados. Luego, hemos visto como las protestas se apagan, a excepción de algunas ciudades del interior del país, donde las causas provienen más bien de los contantes apagones a los que están sometidos.

Ciertamente, los reclamos por el cierre de un medio de expresión parecen, en esta ocasión, de más corta duración. Así mismo, hemos visto como los estudiantes no han sido acompañados por la sociedad civil que anduvo el 23 de enero en una nueva acción de “marcha” absolutamente intrascendente, a excepción de algunas zonas del interior del país donde se han producido ataques directos contra zonas residenciales. Han sido, pues, acciones estudiantiles sin que nada nos haga observar un estado de conmoción interna parecido a una acción popular de desobediencia o de insurgencia.

Los estudiantes dan luego una rueda de prensa no satisfactoria. Adoleció de consistencia y una especie de cortina parecía cubrirla. Un aire de presencia diluida fue la característica predominante. Pocos momentos después la alianza de partidos denominada “La mesa” se vio en la obligación, cinco días después del inicio de los sucesos que nos conmueven, a emitir una declaración de apoyo a las acciones estudiantiles y a ratificar que esa alianza se mantenía en lo que denominaron “ruta democrática”. Esto es, al dar su apoyo tibio a los estudiantes la alianza de partidos ratificaba de manera precisa que su objetivo seguía siendo la participación en las elecciones legislativas supuestamente de septiembre, con lo que advertía que las protestas debían mantenerse en los límites de esa estrategia absolutamente electoral.

Asistimos al para algunos insólito enfrentamiento entre la Guardia Nacional y un grupo armado en la ciudad de Mérida. Ese grupo armado, a la luz de todas las constancias que emiten los habitantes de la ciudad, actúa en connivencia o bajo coordinación con el poder local. Ese grupo armado, a pesar de una tensa calma producida por una supuesta suspensión de los cortes de energía eléctrica, se dedica al pillaje, a secuestrar un camión cargado de bombonas de gas, peligroso instrumento. Esto es, el grupo armado de Mérida mantiene una actitud de agresión y la Guardia Nacional, que en otras ciudades reprime a los estudiantes, esta vez debe enfrentar a un sector íntimamente vinculado al régimen.

Durante meses he estado planteando que el protagonismo le corresponde al interior. Pues bien, se produjo un asomo de ello, aunque sin conexión, sin coordinación y sin que se estableciese una red de comportamiento acordado. Lo importante es que en el interior no se hacen ecos de los manipuleos caraqueños o los manipuleos caraqueños no llegan al interior. Cualquiera de las dos versiones apunta, en cualquier caso, a un interior de Venezuela asumiendo protagonismo.

La cadena presidencial mostró un cinismo ultramontano, cuando, por ejemplo, se refirió a los GN heridos en Mérida sin mencionar con quien se enfrentaban esos efectivos y dejando caer un general “disparan contra la guardia”, haciendo creer que fueron estudiantes o gente de la oposición o simple ciudadanos merideños quienes practicaron tiro al blanco, cuando todo el mundo sabe que quienes disparaban eran miembros de un grupo armado que opera en la ciudad andina. El resto de su disertación encadenada no merece otros comentarios, pues es la misma cháchara de costumbre, con sus amenazas y sus retos y sus chistes de mal gusto.

Lo que ha quedado patéticamente en evidencia es que el país no tiene columna vertebral. No hay todavía una conexión osteofibrocartilaginosa articulada y resistente, fuerte y flexible, lo suficientemente extendida para unir a las regiones en acciones conjuntas y en una estrategia común. El apaciguamiento final será cosas de horas y entonces los candidatos a diputados podrán hacer uso pleno del escenario. El proyecto de una sensible espina dorsal de la república ha quedado allí, expuesta, a la espera de que la mejor inteligencia venezolana –la que vive en la provincia- se decida a asumir el reto de la conducción y de la armazón de una sustitutiva de la deteriorada dirigencia caraqueña. Cuando digo Caracas me refiero a ese anticuado concepto de “dirección nacional” que los partidos de la democracia vencida del siglo XX han practicado y siguen practicando y a una provincia que las espera con las últimas instrucciones. Cuando digo Caracas me refiero a ese monopolio de toma de decisiones que al parecer otorga vivir en la capital. Cuando digo Caracas me refiero a una especie de sincretismo en relación al poder. El poder está donde se ejerce y la provincia debe aprender a ejercerlo.

Ahora mismo asistimos a los estertores de esta dramática semana. Hagamos memoria y veremos como los ataques salvajes contra la Universidad Católica se practicaron también en el penúltimo drama y como los estudiantes redujeron su presencia al Metro y a algunos semáforos. Recordemos el uso que el régimen da a sus bandas armadas. Este parece un copión del libreto conocido. Las consecuencias de su interpretación están demasiado claras en nuestra memoria como para olvidarlas. Mientras tanto la alianza de partidos llamada la “Mesa” anuncia para dentro de unos días el anuncio de los sitios donde harán primarias para escoger candidatos. Quiere decir que ya están listos los candidatos donde no hay necesidad de primarias. En definitivas palabras, la “ruta democrática” que la alianza de partidos ha trazado sigue su rumbo mientras el país se estremece frente a todo lo que vendrá en los meses que faltan para septiembre. Entonces las condiciones no serán sólo “electorales”, serán de resquebrajamiento total de la ya escasa vida misma de un país.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba