Opinión Nacional

El que dice lo que existe…

Ciertas “verdades son evidentes por sí mismas”.
Jefferson.

En la Quinta República, la de los cambios profundos y revolucionarios de manera pacífica, el ciudadano común se ha encontrado en el medio de varias polémicas, una de ellas de por sí compleja a la hora de plantearla en un artículo, viene a ser la lucha entre la verdad y la mentira; los acólitos del Régimen hablan de la verdad en su cruda realidad, una verdad absoluta, una verdad que quiere ser arropada por los defensores de la Cuarta República, en especial los medios de comunicación, algunos miembros de la Iglesia e incluso los intelectuales; paralelamente, los formadores de la opinión pública junto a los principales actores del acontecer nacional, repiten insistentemente una de las características de este régimen: el “mentir sistemáticamente”. Pero, ¿El Gobierno de la Quinta República nos miente descaradamente frente a nuestros ojos de “sociedad inocente”, o simplemente nos están diciendo constantemente su gran verdad?.

Este Gobierno o mejor dicho el Presidente y algunos de sus “compañeros de combate” creen en su verdad, los confundidos somos otros, que no estamos viendo la realidad tal como se le presenta a un Gobierno consciente de su actuación, sus logros y el camino que tiene que recorrer para lograr la felicidad de su pueblo. Sin embargo, las verdades políticamente más importantes son las verdades de hecho; los hechos no están demostrando la gran verdad de este Gobierno, observese la crisis económica en que se encuentra el país a pesar de tener unos ingresos petroleros importantes, altos niveles de desempleo, auge delictivo, colapso de los servicios públicos, las huelgas, las protestas de los estudiantes, Vargas en su cruda dimensión, son sólo algunas verdades de hecho; sin embargo, estas verdades de hecho que he enumerado de una realidad que percibe mí mirada, son transformadas en opinión y por consiguiente el derecho a acomodar los acontecimientos según mí propia perspectiva, ¿Pero existen hechos independientes de la opinión y de la interpretación?, como muy bien los señala Arendt Hannah, es imposible desligarlos, de ahí que la misma calidad de una opinión depende de su grado de imparcialidad, sin embargo, es difícil encontrarse con opiniones totalmente “objetivas”, siempre estará presente la subjetividad de quien emita una opinión, …¿Quien es el que dice lo que existe?….

James Madison decía: Todos los gobiernos descansan en la opinión; sin embargo me atrevo a decir que a este gobierno lo menos que le importa es la opinión; es interesante ver cómo descalifican a los periodistas que conducen un programa de opinión y/o a los articulistas de algún medio impreso que están, según ellos, en contra del régimen. La descalificación llega a ser incluso personal y no de ideas, sólo basta a ver escuchado a Miquelena hablando de Rene Molina, el Inspector de Tribunales que se atrevió ir en contra de su máxima autoridad; es impresionante que el Gobierno de los cambios profundos y revolucionarios no se apoye en la pluralidad y en el respeto a las mínorias.

Los argumentos sustentables del porqué el Gobierno tiende a descalificar con tanta vehemencia a quienes no estén de acuerdo con sus principios, líneas de acción, etc, pudieran provenir, por una parte, del propio autoengaño; Arendt Hannah plantea: Sólo el autoengaño es capaz de crear una apariencia de fiabilidad, y en un debate sobre hechos, el único factor de persuasión que a veces tiene una posibilidad de ser más fuerte que el placer, el temor y el beneficio es la propia apariencia personal. Además, añade, cuanto más éxito tiene un falsario, más probable es que caiga en la trampa de sus propias elucubraciones….”. Por otra parte, algunos de los acólitos del Régimen están conscientes del engaño, pero al mismo tiempo tienen presente que es el único piso que los puede sostener para seguir en el poder, a pesar de su fragilidad, están seguros que el carisma del Presidente puede hacer que sigan disfrutando de los placeres que el poder en sí mismo otorga.

Pero dentro de la ecuación no solo esta el carisma de Hugo Chávez Frías, además tenemos unas instituciones debilitadas y las que no lo están son inmersas dentro del debate de la descalificación, pero además encontramos dentro de la ecuación a una parte de la sociedad venezolana esperanzada por los cambios, dandole luz verde al Gobierno de la Quinta República, y, la otra parte, esta atónita, en anomia, frustrada y sin capacidad de acción, aunado a una élite que ni se reconoce a sí misma; cada parte de esta ecuación confluyen para darle paso a las verdades del régimen, aunque estas verdades no se correspondan con la verdad de hechos, ….¿Quien es el que dice lo que existe?….

Sin embargo, haciendo alusión a Arendt Hannah: Que los hechos no están seguros en manos del poder es algo evidente, pero la cuestión esta en que el poder, por su naturaleza misma, jamás puede producir un sustituto de la estabiliad firme de la realidad objetiva….Los hechos se afirman a sí mismos por su terquedad, y su índole frágil se suma, extrañadamente, a su gran resistencia, la misma irreversibiliad que es el sello de toda acción humana. En su obstinación, los hechos son superiores al poder; son menos transitorios que las formaciones de poder,…La actitud política ante los hechos debe recorrer, por cierto, la estrecha senda que hay entre el peligro de considerarlos como resultado de algún desarrollo necesario que los hombres no pueden evitar –y por tanto no pueden hacer nada con respecto a ellos- y el peligro de ignorarlos, de tratar de manipularlos y borrarlos del mundo.

La sutil línea divisoria entre la verdad y la mentira se desvanece en medio de la batalla política, la incertidumbre, el cada día del venezolano común con sus problemas particulares; sin embargo, los hechos no sólo están ahí, sino que cada día o semana surgen nuevos hechos, estos pueden ser reales, o medias verdades, o manipulados, o creados para distraer a la opinión pública, de todas formas son hechos que estremecen los cimientos de esa línea divisioria entre la verdad y la mentira, ya que el venezolano preocupado por la situación del país, que son todos, e incluso él que cada día está atento de lo que acontece, puede sentirse aturdido y preguntarse: ¿Será verdad o mentira que el Gobierno tiene relaciones con la guerrilla?, ¿Será verdad o mentira que el gobierno no le está dando el dinero del FIDES a los gobernadores de la oposición?, ¿Será verdad o mentira que el gobierno envió a la DISIP a las gobernaciones de Merida y Yaracuy, ¿Con que fin??, ¿Será verdad o mentira que el gobierno nos quiere llevar al mar de felicidad de Cuba?, ¿Será verdad o mentira que el principal objetivo del proyecto del gobierno, sea adoctrinar al ciudadano común, de ahí los cambios en los textos de historia de la educación básica o, la presencia de militares cubanos en el territorio venezolano, con la misión de adoctrinar, penetración ideológica al soberano desvalido?. Pero, la mayoría de los venezolanos, creo que estoy siendo muy optimista, ya no se preguntan ¿Será verdad o mentira……?, sino que responden sin pensarlo mucho: No creo lo que está diciendo el Gobierno, está mintiendo; la decepción y la frustración es una variable que constantemente va en aumento.

El Gobierno de la Quinta República fracturó la línea divisioria entre la verdad y la mentira, parafraseando a Arendt Hannah: “…hagan lo que hagan, los que ejercen el poder son incapaces de descubrir o inventar un sustituto adecuado para ella. La persuación y la violencia pueden destruir la verdad, pero no pueden reemplazarla”. Siempre las verdades de hecho, tarde o temprano o más temprano que tarde, descubren la careta de la mentira…

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