Opinión Nacional

El retorno de los dinosaurios

Hace 65 millones de años, un gran meteorito impactó a la Tierra en lo que hoy es la península de Yucatán en México. Desaparecieron como consecuencia los dinosaurios y la evolución tomó otro rumbo que condujo a la aparición del ser humano para convertirlo en la especie dominante en el Planeta.

¿Qué hizo la Tierra con los dinosaurios? los transformó en combustible fósil. En Hulla e Hidrocarburos. En Carbón y Petróleo. En un conmovedor cementerio orgánico por su vastedad, por sus alcances, la Tierra transformó en metano a las grandes criaturas al cubrirlas con losas de sedimentos y capas geológicas que con el tiempo aumentaron la presión sobre aquellos restos convirtiéndolos literalmente en combustibles fósiles. Pero el ser humano, en su necesidad de utilizar cada vez más energía, sacó a los fósiles de su descanso “eterno” y los colocó en el tanque de gasolina de los dinosaurios mecánicos, los automóviles, los grandes depredadores ambientales, que devuelven a la superficie toda esa energía que la Tierra guardó en la Caja de Pandora del subsuelo para permitir la vida del ser humano, el producto acabado de su evolución, el ser que podía leer y estudiar el relato del Cosmos y de la Tierra como ningún otro, la especie inteligente diseñada para estudiar, analizar y controlar las poderosas fuerzas naturales y conservar el fino equilibrio de su utilización.

Otro ha sido el resultado, distinto al esperado por La Tierra. El ser humano ha desenterrado los cementerios de metano y los ha sacado a la superficie, comenzando un proceso ambiental regresivo que reproducirá las condiciones en las cuales vivieron los dinosaurios.

El recalentamiento global del Planeta es la respuesta al derroche de la energía sepultada. El hombre debía utilizar la energía solar que baña a todo el Globo en forma generosa y gratuita, una energía para las velocidades bajas, para vivir sin la violencia agresiva de la rapidez. El hombre debía utilizar la energía del viento que peinaba sus sembradíos, sus desiertos, praderas y bosques. El hombre debía usar la energía de sus aguas, de sus mares para abastecerse de energía limpia, una energía sin desechos. Una energía sin consecuencias lesivas a la integridad y salud de su hogar.

Pero todo lo contrario. El hombre le construyó un templo al tótem del Poder. Le hizo construyó grandes templos urbanos. Los lleno de arterias y venas circulantes y les dió vida a los dinosaurios artificiales para que éstos dominaran su vida. Los dinosaurios artificiales, aquellos por donde circula la sangre de los originales, terminarán restituyendo el clima donde dominaron las grandes criaturas y destruyendo el que permitió nuestra vida. A la distancia, quedará nuestra historia sin que nadie la cuente, completamente mineralizada con nuestros fósiles sin cultura ni recuerdo, sumida en el episodio cósmico del suicidio de una especie inteligente, porque los poderosos Estados de la Tierra, suerte de Tiranosaurios Rex redivivos, no supieron escuchar la súplica de un arroyo de montaña que agonizaba, ahogado el murmullo de alerta por el bramido de la máquina todopoderosa.

Estos son los últimos días de La Tierra tal como la conocemos. A menos que sean los últimos días de nuestro derroche de energía, de nuestra violencia diaria, de nuestro afán de poder y de agresión, de nuestra enfermedad psicótica de afiliación a la destrucción de todo lo que nos rodea. Si no cambiamos ahora, no le preguntemos luego a nuestros fósiles por nuestro pasado. No lo recordarán. Se quedarán sin futuro.

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