Opinión Nacional

El seguidor

Se dice que Aldebarán es la estrella más brillante de la constelación de Tauro. Al-Dabaran su nombre original en árabe significa ‘el seguidor’, ya que ésta “persigue” a las Pléyades, un famoso cúmulo de estrellas estudiadas desde los tiempos de Nicolás Copérnico. Aunque, mi Aldebarán no está situada justo al norte del ecuador celeste, ni es la que he visto junto a mis padres y hermanos en las noches sin luna en los esteros de Camaguán, en esos meses frescos de diciembre y enero.

Mi Aldebarán no es el nombre del caballo de Ben Hur; ni el hermoso perro que acompaño al generalísimo Miranda en la Revolución Francesa; ni la pequeña embarcación de Albert Einstein. No, mi Aldebarán fue mi mas autentico y verdadero universo de mi infancia; era un edificio pequeño pero muy grande en afectos; fue en la época en que los hermanos estábamos unido por un solo cordón umbilical que era la música de mi padre, la pintura de mi madre y la lucha por nuestra cultura; no obstante, también nos silenciaron, los mismos que nos bombardeaban día a día por todos los medios lo que ‘hacia y no hacían la familia Kennedy’ y nos daban como sopa de letra los resultados del World Street; nos decían y repetían “esta barato dame dos”, era lo mas cercano a la felicidad, y vivir en los EEUU así sea de sirviente, era mejor que nuestra nación.

En el edificio Aldebarán en Caracas a nuestros vecinos ni a nosotros nos importaba lo que sucedía en la ‘calle ocho’ de Miami; menos si las momias de la plaza roja de Moscú se estaban descomponiendo; éramos como una isla en un océano de excrementos donde se estaba hundiendo nuestra nación.

En el Aldebarán también aprendí que el hambre tenía todos los colores de piel, sobre todo cuando el hambre era espiritual; comprendí que habían venezolanos con distintos intereses pero un solo objetivo: ser felices; mientras que muchos compatriotas nacían con resentimientos y otros con una gran sensibilidad social.

En el Aldebarán conocí que el amor puro se da una sola vez y suele ser aquel cuando puedes besar con la mirada y sentir la transpiración de la otra persona, con tan sólo su cercanía, surgiendo la posibilidad y también la evidencia.

Hoy soy Aldebarán un “seguidor” de este proceso político y uno mas de tanta gente decente de la clase media, que cree y sigue apostando a Chávez.

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