Opinión Nacional

El toque

Una pregunta que siempre nos hacemos cuando observamos el comportamiento humano y su sufrimiento (distrés), es que si éste debe o puede combatir sus instintos.
 
Generalmente por simple observación, nos damos cuenta que cuando combatimos nuestros instintos, esto trae una enorme ansiedad y ella siempre terminará en un gran sufrimiento. Todo instinto del hombre, posee un gran porcentaje de positivo ya que lo mantiene vivo; pero en ciertas condiciones y bajo ciertos aprendizajes, confundimos nuestros instintos con temores, estos  se pueden distorsionar a negativos. Hay personas que poseen instintos destructivos y otros creativos.
 
 Algunos científicos, se han empeñado en demostrar que los humanos no posemos instintos, más bien un tipo de mecanismo, más simple llamado reflejo. Otros mantienen una vieja teoría,  de que el ser humano carecía de instintos, y en su lugar posee pulsiones  llamadas Eros y  Tanathos, mientras que los Neurocientíficos contemporáneos hablan igual que los Filósofos de tres instintos básicos del humano como son: el de supervivencia, de reproducción y  el religioso.
 
Lo cierto que en toda la historia de la humanidad, hay personas que contra sus instintos quieren morir.  Algo como que Sócrates  quería morir. No fue Atenas la que mató a Sócrates. Él y sólo él, fue que tomó la copa con cicuta, que es un veneno, y bebió de ésta. De allí que digamos que él forzó a esa parte de la sociedad de Atenas que controlaba el poder, a dársela. Cuántos hombres por una causa, no dan el mayor tesoro que posee el ser humano como su vida. Podríamos decir, que nuestra historia es la biografía de ellos.
 
¿Pero que es la vida en sí para el humano?: tan sólo será un puñado de instintos o la suma de la contradicción misma del ser y su búsqueda insaciable e incesante a la felicidad.
Todos los seres humanos nacemos con una deuda que debemos pagar con nuestra propia vida; es por esto que  cuando nacemos traemos al mundo algo que jamás había sido y al morir nos llevamos algo que jamás volverá ser. De allí lo único, extraordinario, lo particular y peculiar de cada uno de nosotros. Jamás entenderemos los humanistas, el suicidio ritualistico  cuando el hombre ha entendido su propia humanidad. El toque es: ¿Por qué Sócrates se sucidó?. ¿Por qué Atenas fue indiferente?;  ¿Por qué sus amados alumnos lo permitieron?. Es el morbo de la humanidad

 

 

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