Opinión Nacional

Elecciones en el CNP

Estruendosamente, el país se enteró que está abierto el proceso electoral en el Colegio Nacional de Periodistas, por un intrascendente episodio en la Seccional de Caracas, la más importante del país, pues aglutina a cerca del 50% de los doce mil quinientos periodistas profesionales de Venezuela.

Lamento profundamente ese episodio –repito, intrascendente-, porque huele mucho a vieja y fastidiosa maniobrilla en la vida gremial. Lo verdaderamente relevante es que se está abriendo el proceso electoral de uno de los más importantes gremios profesionales universitarios del país, inextricablemente asociado a los desarrollos democráticos venezolanos y catalizador de procesos similares en América Latina y el Caribe.

Lamentable situación
El CNP llega a 2006, exhausto, desvencijado, empobrecido, sin vigor ni prestancia institucional, con buena parte de sus Seccionales cerradas o en crisis, y casi todos los Círculos Especializados, amenazados de muerte (salvo el de Periodistas Deportivos). Su actual Junta Directiva Nacional y la Comisión Electoral Nacional, vienen de ser elegidas en junio de 1998 y juramentadas en la Convención Nacional de Periodistas, realizada en San Cristóbal, en julio de aquel ya lejano año. Debieron realizar elecciones en junio de 2000, pero hasta hoy no las ha habido. Es decir, tienen seis años vencido su período de gestión, de acuerdo con la Ley del Ejercicio del Periodismo vigente, aprobada en 1994, cuando Eduardo Orozco ejercía la presidencia del CNP y yo presidía la Comisión Permanente de Medios de Comunicación Social de la Cámara de Diputados, lapso histórico gremial que es necesario reivindicar, sobre todo después que en julio de 2005, el Tribunal Supremo de Justicia ratificó en todas sus partes nuestra ley de ejercicio profesional.

En esa ennoblecedora historia –que nadie podrá echar al olvido maniqueamente, por intereses políticos y partidistas mezquinos- están inscritos centenares y miles de colegas, hombres y mujeres, de las más diversas corrientes ideológicas, trayectorias profesionales y simpatías políticas. En esencia, nuestro gremio es plural, libre y hasta díscolo, y así debe serlo siempre, afectivo y solidario.
Salvo excepciones muy contadas, todos nos empeñamos en actualizar la primera e histórica Ley de Ejercicio del Periodismo (1972), producto de una dura e inteligente batalla de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP), presidida entonces por Eleazar Díaz Rangel. Esa primera ley dignificó a los periodistas profesionales, y al calor de la solidaridad gremial generó la creación del CNP, cuya primera JDN fue presidida por el eminente periodista, escritor, docente y político comunista Héctor Mujica, a quien siempre recordamos en el gremio con especial admiración.

Hoy, a pesar de la pésima gestión que casi lo aniquila, el CNP existe por su raigambre histórica, que nadie podrá amputar ni soslayar: 1941, creación de la AVP; 1946, nacimiento del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), y por requerimiento de ambas instituciones, creación de la Escuela de Periodismo de la Universidad Central de Venezuela; 1952-1958, lucha clandestina contra la dictadura militar –abusadora y corrupta- del general Marcos Pérez Jiménez, destacando en 1957 la difusión del Manifiesto de los Intelectuales contra el criminal y corrupto régimen, y muy protuberantemente la Huelga de la Prensa del 21 de Enero de 1958, que fue el empujón final por la libertad y la democracia, en la que políticamente se empeñaron los dirigentes y militantes de los partidos Comunista de Venezuela, Acción Democrática, COPEI y Unión Republicana Democrática. Esa etapa vigorosa de lucha por las libertades y los derechos sociales, unió a los periodistas con nuestro pueblo, de forma ejemplar, interactiva y solidaria. Esa huella de dignidad se extiende hasta llegar a las jornadas promovidas por la AVP y el SNTP, junto con las escuelas de periodismo (más tarde, de comunicación social), por la aprobación de la primera Ley, en 1972; nace el CNP en 1976; su JDN, presidida por Gilberto Alcalá, introduce en 1984 el proyecto de reforma de la ley; en 1992, enfrentamos la censura impuesta a los medios a través de la suspensión de garantías constitucionales; y en 1994, aprobamos en el Congreso de la República, la ley vigente, el presidente Rafael Caldera firma a el cúmplase, en diciembre de ese año; y en julio de 2005, el TSJ la ratifica en todas sus partes, trascendente hecho sobre el cual nada (o casi nada) dijo -¡ni festejó!- la JDN del CNP. Al respecto, escribió Gilberto Alcalá un docto análisis en el número 4 (octubre 2005) de SUMMA La Revista Universitaria de Venezuela.

Las opciones
El Colegio Nacional de Periodistas es un digno gremio que está inscrito en la historia contemporánea de Venezuela. Sus actuales directivos están concluyendo un lapso atroz, de ocho años, por lo que ninguno de los integrantes de la JDN, deberían optar a cargo alguno en el proceso electoral que se avecina (deberían). No lo digo por capricho o antipatía, pues en lo personal soy amigo de todas y todos ellos; incluso, varios de ellos me acompañaron en la JDN que presidí en el período 1996-1998, cuya gestión fue aprobada unánimemente en la Convención de San Cristóbal, con un balance que reposa en el informe respectivo: 100% de las Seccionales y Círculos Especializados de Periodistas en pleno funcionamiento; dinámico desempeño de la JDN y el Secretariado Nacional; rescate efectivo de nuestra sede nacional, que venía de estar cerrada durante unos siete años por lo que llamé “remodelación eterna”; sólida situación financiera, en acuerdo con el Instituto de Previsión Social del Periodista (IPSP), presidido por Juan Antonio Aldazoro; rescate de la Casa Recreacional del Periodista, en San Bernardino, Caracas; inicio del rescate de la Casa Vacacional del Periodista, Naiquatá, estado Vargas; estrecha activación internacional a través de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap); presencia de los directivos nacionales en todas las seccionales del país; y lo que para mí, en lo personal, es un valor esencial: solidaridad, respeto y compañerismo entre todos los periodistas venezolanos, profesionales y probos, por encima de las naturales (indispensables) diferencias ideológicas, políticas o conceptúales que existen entre los seres humanos. Además, dimos una recia batalla contra el ejercicio ilegal y las prácticas anti-éticas de algunos colegas que gustan dedicarse al “palangre” y la extorsión. Fue un trabajo colectivo, de equipo, en estrecha interacción con las y los colegas de todas las regiones del país, a cuyos directivos y directivas les rindo público y afectivo reconocimiento, pues sin su encomiable labor no hubiese sido posible tan positivo balance.

El CNP y el país
Distintivo de aquella gestión entre 1996 y 1998, fue la continuidad histórica de los valores gremiales, el respeto y admiración hacia nuestros predecesores.

Casi todo eso, forjado históricamente durante sesenta años, se ha perdido en los últimos ocho años. La actual JDN nos va a entregar un CNP medio muerto, aunque con una fuerza histórica encomiable, lo que permitirá su reconstrucción orgánica, anímica y ética, a lo interno; y su reposicionamiento en la sociedad venezolana, enmarcado dentro de los parámetros establecidos en la Constitución, la Ley de Ejercicio del Periodismo y nuestro Código de Ética, los cuales resumen doctrinariamente las luchas y anhelos de los periodistas profesionales de Venezuela.

Sin maniqueísmo
El intrascendente episodio del CNP-Caracas, mostró un destello del maniqueísmo político que viene agobiando al país.

El CNP no puede ser escenario para la confrontación cruda y mezquina de “chavistas” y “anti-chavistas”. Por el contrario, debemos darnos un proceso electoral ejemplar, digno, al servicio de la reconstrucción del gremio periodístico venezolano, al servicio de nuestra sociedad democrática y participativa, valores que no le pertenecen a ningún bando partidista.

En el CNP, debemos rescatar nuestra histórica condición de gremio plural y solidario, defensor de los derechos humanos, velador del correcto ejercicio profesional en bien de los desarrollos positivos de la sociedad, y de exigente promotor de la libertad de expresión y del derecho a la información, asumidos por el constituyente de 1999, como piedra angular del sistema político venezolano. Al país no le sirve un “CNP-Chavista”, ni está esperando un “CNP-Antichavista”. Ambos sesgos serían negativos para el gremio y para Venezuela, incluso para la paz ciudadana y el trato civilizado entre las diversas tendencias políticas e ideológicas.

Y no estoy hablando de “apoliticismo”, pues uno de los rasgos de la vida democrática que hemos construido históricamente, durante varias generaciones (no desde diciembre de 1998), hasta hoy, es precisamente el de la participación política plural y civilizada, respetuosa de los derechos ciudadanos establecidos constitucionalmente. Cada quien con sus ideas y proyectos, cada quien respetando a los otros, todos aferrados a los valores éticos, históricos y culturales de la nación, lo que nos debe mantener en firme lucha gremial y periodística, en el ejercicio profesional, en contra de las perversiones del abuso de poder, la violación de las leyes, los atropellos contra los derechos humanos y la corrupción mafiosa de funcionarios y testaferros.

Sinceramente, no creo que esta elección del CNP sea mera oportunidad para saldar “cuentas partidistas”.

La discusión debe ser seria y analítica, reposada, para escucharnos y dejar que el país nos escuche. No tiene sentido –no perderé un minuto en eso- desperdiciar esta preciosa oportunidad, alimentando una confrontación irracional, prejuiciada y con motivaciones mezquinas. El CNP no debe repetir la triste historia de confrontación irresponsable que hemos sufrido en el país, durante los últimos años. En ese entierro no tiene velas la mayoría de las y los periodistas venezolanos; y eso hace la diferencia.

El rol de CNE
Esta situación ruinosa que vive el CNP, ha sido corresponsabilidad de las directivas que ha tenido el Consejo Nacional Electoral (CNE), desde 2000 hasta el presente. La pasividad de la JDN del CNP, con ánimo ladino de permanencia más allá de los lapsos legales, fue aderezada con la irresponsabilidad del CNE y especialmente de su Comisión de Asuntos Sindicales y Gremiales, en cuyo desempeño ha privado la manipulación y el cálculo bastardo para empobrecer la vida gremial de los periodistas. Si alguna justificación tienen las federaciones y colegios profesionales es precisamente, junto con las universidades públicas y privadas, el Estado y la sociedad misma, preservar la calidad científica, técnica y humanística de las diversas disciplinas profesionales, para servir mejor a los ciudadanos y hacer exitosos los procesos de producción, interacción y desarrollo de Venezuela, dentro de estrictos parámetros éticos y alto grado de responsabilidad social.
Es decir, señores Rectores del CNE, nuestros gremios profesionales no son simples cachivaches para la disputa por el control politiquero de sus directivas. Los gremios profesionales universitarios son entes de derecho público, asociaciones útiles que deben funcionar con la participación de sus integrantes, democráticamente. El CNE, desde esa Comisión de Asuntos Sindicales y Gremiales no puede continuar saboteando la vida institucional de los gremios y asociaciones profesionales del país, con pretensiones palurdas de control (y sé perfectamente lo que acabo de afirmar, para que no quede duda al respecto).

La Comisión Electoral del CNP
De igual manera, la Comisión Electoral Nacional del CNP, a pesar de las tentaciones y evidentes influencias político-partidistas, debe asumir con rectitud, sabiduría y desprendimiento el decisivo rol que le compete, más aún en medio de la grave crisis que vive el CNP. Cualquier elemento ajeno a los sanos parámetros legales y éticos de la vida gremial, conspirará en contra de la reconstrucción y el reposicionamiento del CNP, que vengo proponiendo, cualquiera sean los resultados electorales internos. Y precisamente la CEN del CNP es la responsable de desplegar equilibrios y garantías para todos los participantes. De manera que nadie puede pretender atrincherarse en la Comisión Electoral (nacional o seccionales) para sacar ventaja, si jugamos limpio.

La mayoría del gremio periodístico venezolano -cuya historia ha dotado al país de una cultura profesional democrática y libertaria, al servicio de las nuevas generaciones- en las próximas elecciones va a sentar un precedente de dignidad y sapiencia, que irradiará hacia todos nuestros compatriotas un halo de unidad nacional y reconciliación, en una sociedad plural y civilizada, moralmente apta y respetuosa de las leyes y de los derechos de cada ciudadano.

Desde esta tribuna, pido atención a todas y todos los colegas esparcidos en la geografía venezolana o en funciones profesionales en otros países. Al entorno debemos exigir respeto y sobria consideración: ¡El CNP se respeta!
Cuando se despliegue el debate, aspiro participar muy activamente, por encima de fronteras y parcelas partidistas o grupales. Las y los colegas decidirán cuál será el rumbo que tome el CNP, una responsabilidad compartida e inevadible.

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