Opinión Nacional

Elefante en cristalería

No contento con mantener a la sociedad venezolana en una permanente zozobra, Chávez, embriagado por el chorro de petrodólares que le ingresan al país, ha arreciado su intromisión en otros países latinoamericanos. Además de sus vínculos conocidos con la guerrilla colombiana y con varios movimientos indigenistas del continente, se agregan ahora, sus intromisiones descaradas en apoyo a Ollanta Humala en Perú, y a López Obrador en México, que han generado un gran rechazo por parte de los electores de esos países.

Pero, la crisis generada por el “show mediático” en que se convirtió la nacionalización -que no está en discusión- de los hidrocarburos bolivianos, ha sido la guinda de la torta. Es demasiado evidente la “mano peluda” de Chávez en este proceso, que ha dejado profundas heridas y sinsabores entre sus socios más cercanos, los presidentes Lula de Brasil y Kirchner de Argentina. Este hecho se asemeja más a la quiebra de una familia, que a cualquier intento de integración latinoamericana, tal como siempre suele proclamarlo, a viva voz, nuestro el caudillo del proceso. Sin embargo, no podemos pasar por alto, el papel tras bastidores, jugado por quien mueve verdaderamente las piezas de este ajedrez: el dictador Fidel Castro. Ha quedado así consolidado el eje La Habana-Caracas-La Paz.

Muy distintas, por cierto, han sido las líneas seguidas por los presidentes -también considerados de izquierda- de Chile y Uruguay, Michel Bachelet y Tabaré Vásquez que, han tomado definitivamente, el camino de la ampliación de sus mercados externos, mediante negociaciones bilaterales con los Estados Unidos y la Unión Europea, marcando distancia de las posiciones atrasadas propagadas en toda Latinoamérica por la “revolución” bolivariana.

El grave daño que el presidente venezolano le ha causado a la tan necesaria integración de nuestros países, quedó patentizado en la reciente cumbre realizada con la Unión Europea, en Viena, donde la impresión reinante, fue la de una América Latina profundamente fracturada por corrientes políticas enfrentadas, que impidió algún avance de importancia en las negociaciones comerciales. El objetivo de la política europea (a diferencia la de los Estados Unidos; ante el fracaso del ALCA busca convenios bilaterales) es la negociación de acuerdos comerciales con países agrupados en bloques de afinidades económicas.

También, se realizó la cumbre alternativa (“contracumbre”) en la cual Chávez, Evo Morales y el vicepresidente cubano Carlos Lage, junto al líder agrario francés José Bové y el de los Sin Tierra de Brasil Joao Pedro Stedile, se entregaron en manos del populismo más retrógrado, con los consabidos simulacros de juicios por violaciones a los derechos humanos contra las empresas europeas. O sea, el invariable doble juego sigue siendo la diversión predilecta del dúo Chávez-Morales.

Fue el propio Chávez, quien destacó, al inicio de la cumbre de 60 jefes de Estado y de Gobierno de Europa, América Latina y el Caribe, que la región vive una “confrontación ideológica muy dura”, poniendo de esta manera, más énfasis en los aspectos políticos que en los económicos y comerciales. Por eso vamos camino a la desintegración. El teniente coronel pretende “imponer” sus criterios políticos a los demás presidentes.

La CAN hace aguas y el Mercosur ya recibió su misil en la línea de flotación. Los finos y esmerilados cristales de la integración están a punto de romperse… ¿Quién es el gran “desintegrador”?

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