Opinión Nacional

Emoción para el cambio

Es un ejercicio vano de evasión, no estimar en su debida medida el tener tan altos índices de aprobación degestión y de intención de voto que sigue teniendo Chávez, a pesar de la ruina a la que ha conducido a Venezuela, poseyendo todavía, aunque estrecha, una ventaja de 5 puntos sobre Capriles.

La explicación que dan muchos se concentra en el uso millonario, manirroto y corrupto del presupuesto y la avalancha mendaz, manipuladora y poderosa de un masivo y asfixiante aparato propagandístico. Pero nos preguntamos, es suficiente estaexplicación si consideramos que en el pasado gobiernos adecos y copeyanos perdieron las elecciones detentando el poder desde Miraflores.

Resulta claro que el elemento carismático hay que sumarlo como un gancho emocional del que carecían, comparados con Chávez, los líderes del pasado democrático. Tal vez, este componente no racional pueda explicarmucho mejor que la devastadora gestión de los rojos, ausente de obra y aniquilador de buena parte de lasinfraestructuras más útiles que se hubieran fabricado jamás en el país, entre las que se cuentan su sistemaeléctrico, Ciudad Guayana, CVG, CVP y luego Pdvsa, sistemas de riego y siderúrgicas, represas, acueductos, numerosas universidades, grandes autopistas y vías de penetración rural, puentes, desarrollos urbanístico enormes como Caricuao, escuelas y liceos regados por toda la provincia y en Caracas, así como medicaturas y dotados hospitales; en fin, una obra inmensa abiertamente superior a la cacareada obra de Pérez Jiménez, pero que nada tiene que ver con la de la logia militar que en 13 años ha liquidado casi la mitad del parque industrial que se encontraron y a su vez, lo ha suplantado con las únicas industrias que han prosperado y crecido en Venezuela, la del narcotráfico, la de la muerte en las calles y en los penales y la del secuestro.

La reducción de la diferencia del candidato de la MUD con el canalla que ha degradado la vida espiritual y material de nuestro país y entregado nuestra soberanía a la dictadura criminal e inservible de los Castro, pero que no es percibida así por muchos compatriotas, pasa por la necesaria y urgente combinación de una oferta superior y creíble, junto a desatar una emoción que parece arrancar por momentos, pero que por alguna razón no logra un estallido que sea suficiente para hacer disminuir una confianza que, nos agrade o no, se encuentra arraigada en vastos sectores populares, sin que exista una relación de causalidad con la descomunal mentira en la que seencuentra montada, pero de cuya eficacia para seguir atada en ella, no la podemos soslayar.

El reto de Capriles no es la oferta, que es superior por cualquier lado que se le mire, pero su credibilidad para causarle una fractura que drene suficientes rojos de allá para acá que hagan la diferencia para vencer, tiene que ver con la emotividad. Esta sólo es posible, sin que haya que hacer grandes cambios en la campaña, retando en asuntos puntuales como su enfermedad, por ejemplo, al «Único». Un viraje en estos temas y otros, puede marcar el espacio entre ganar o perder.

 

 

 

 

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