Opinión Nacional

En busca del fracaso final

Cada caso hace como que se retira, se oculta, se deja tapar por el más reciente desaguisado Cuando ocurren cosas como la crisis eléctrica, hay la tentación de abalanzarse sobre ella, con el sentimiento de «esta vez sí es verdad que el Gobierno no tiene escapatoria» y de considerarla como la crisis final o el fracaso definitivo del proyecto chavista.

La dinámica real que poco a poco se instala en ese tipo de episodios apunta en otra dirección, más compleja y más interesante. La población asume la situación, se amolda a las exigencias prácticas de la vida cotidiana y poco a poco trata de volver a la nueva normalidad. Caracas está más oscura, y también lo están las casas, los apartamentos y los ranchos. La indignación va pasando. El Gobierno toma aire, trata de «tecnificar» el problema, anuncia la compra de plantas y la llegada de expertos y hasta estudia la posibilidad de que Colombia nos eche una mano. A lo mejor hasta llueve pronto y el Guri se rebosará de agua, abriendo espacio para que la urgencia se olvide y la incompetencia y la desidia del Gobierno retomen sus posiciones. Por ese lado de las cosas, pues, no habrá tal crisis final y el Gobierno habrá escapado, una vez más, a los numerosos atolladeros donde está condenado a meterse, dado la ideología fundamentalmente errónea en la que se fundamenta su gestión, aderezada por la sublime incapacidad de sus personeros.

Tentación y error

Pero esa es sólo la apariencia de las cosas, que resalta solamente debido al hecho de que se ha caído en la tentación y el error de pensar que es uno de esos grandes fiascos el que le va a pasar la factura final al proyecto de destrucción nacional en marcha. Como eso termina no ocurriendo, el desengaño que sobreviene se hace sentir con fuerza.

Pero, decíamos, esa es sólo la apariencia de las cosas. Porque en zonas más bajas de la conciencia general, esos fiascos, por más que se superen uno a uno, dejando cada vez como saldo un descenso en el nivel de vida colectivo, se acumulan. Constituyen la evidencia, el expediente, del fracaso de este proyecto. Van dando lugar a una lenta y densa inconformidad, que es la que alimenta la desilusión que carcome al proyecto oficial. El fiasco de hoy se encarama sobre el de ayer, que a su vez se había montado sobre el de anteayer… Parece que todo se olvida, pero en realidad no es así. Cada caso hace como que se retira, se oculta, se deja tapar por el más reciente desaguisado, pero lo que en realidad hace es engrosar la pila de los errores.

Es con esa acumulación con la que en realidad hay que contar. Es ella la que marcará, por el lado negativo de las cosas, la derrota del Gobierno. Es a ella que se debe el que, por ejemplo, una clara mayoría de la población opine hoy que Chávez no debe estar en el poder más allá del 2012. ¿Cuándo pasó eso?, ¿cuándo se constituyó esa mayoría?, ¿los días de la devaluación, los días de los apagones, cuando el cierre de RCTV…? Ocurrió todo el tiempo, un poquito cada día, un día por una cosa y otro por otra, contra el telón de fondo de un clima constante de inseguridad integral, de arbitrariedad, de pleito, de división, de agresión, de violencia física y simbólica.

Oferta

Por el lado positivo, el que no depende de los errores del Gobierno sino de los atractivos de la alternativa democrática, está pendiente la oferta superior que hay que hacerle al país. Abundan los elementos con los cuales construirla y esa labor está en marcha. Más complicado será lograr que la población la vea como una oferta superior creíble y convincente.

No ha habido, ni habrá, un episodio crucial, que pueda crear situaciones definitivas en contra del Gobierno. La expectativa de que los hay se verá desmentida una y otra vez. El Gobierno siempre tendrá en el momento un margen de maniobra que le permitirá sortear los escollos, por grandes que parezcan ser. Creer que hay tales episodios y hablar como si los hubiera, tiene un efecto que puede ser muy negativo, porque el hecho de que al final no es así y de que el Gobierno parece que se va con la cabulla en la pata produce la impresión de que este ha obtenido un triunfo y de que se recupera, cuando en realidad no es así. Nunca se sale con la suya: sólo se trata de que la factura se lleva su tiempo en ser cobrada. Mientras tanto, cada problema tiene suficiente entidad por sí solo. Es cosa de denunciarlo vigorosamente, responsabilizar de él al Gobierno y de proponer la solución que corresponde. Ya se encargará él de hacer, junto con todos los otros que tuvieron su turno, su trabajo de zapa.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba