Opinión Nacional

En defensa de la Universidad

El presidente Hugo Chávez no ama a la Universidad. Como en todo, tiene una visión instrumental sobre la educación superior y los procesos educativos en general * Las cuentas de Luis Quiaro (BIV), ahora privado de libertad * En el Metro de Caracas destrozaron la gerencia y reinan la piratería y el caos administrativo.

Al presidente Chávez le fastidian los Consejos Universitarios de las Universidades Autónomas, las Asociaciones de Profesores, las Asociaciones de Empleados, los Sindicatos de Obreros, los Centros de Estudiantes y, por supuesto, las Federaciones de Centros Universitarios.

El presidente Hugo Chávez no ama a la Universidad. Como en todo, tiene una visión instrumental sobre la educación superior y los procesos educativos en general: quiere una fábrica de “chapistas”, que él llama “revolucionarios”, desde el preescolar hasta el posdoctorado. Quiere muchas “Unefas” con 230 mil estudiantes y una cascada de colegios universitarios (sin real calificación docente ni investigativa) sometidos verticalmente a los designios del ministerio de Educación Superior, es decir, de él mismo, al ritmo de “Aló, Presidente” y cualquiera de esas ya fastidiosas cadenas de radio y televisión, espacios radioeléctricos desde los cuales va generando políticas públicas, la mayoría de las veces sin consulta ni previsiones presupuestarias.

Al presidente Chávez le fastidian los Consejos Universitarios de las Universidades Autónomas, las Asociaciones de Profesores, las Asociaciones de Empleados, los Sindicatos de Obreros, los Centros de Estudiantes y, por supuesto, las Federaciones de Centros Universitarios. Son muy pocos, al mínimo, los que sus seguidores han podido ganar democráticamente en consultas electorales, como ha ocurrido con los equipos rectorales.

A nuestro Presidente, le importa menos que un pepino la voluntad popular, cuando de elecciones ganadas por sectores opuestos a sus arbitrariedades e improvisaciones; y un Rector o Rectora de una Universidad Autónoma le importa menos que una hoja de mata de pepino.

Así como trata a sus ministros y ministras, como utiliza y después desecha a sus colaboradores-adoradores, y encubre hasta que le son útiles a sus subalternos, amigotes y familiares corruptos, pretende –“dueño” de Venezuela, como se cree- que la dignidad universitaria se le prosterne a sus pies.

Política de gobierno
La contrariedad mayor para Chávez, es que en diez años y tres meses, no ha podido con las Universidades Autónomas y las Universidades Nacionales Experimentales que eligen democráticamente sus autoridades, como son los casos, entre muchas otras, de la Universidad Simón Bolívar y la Universidad Nacional Experimental Pedagógica Libertador (UPEL). Quisiera él, tenerlas bajo su mando, como a la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, donde la destitución de rectores y el interinato de algunos grises viceministros, se ha hecho rutina.

Ninguno de sus ministros de Educación y luego de Educación Superior, desde Héctor Navarro (UCV) hasta el actual Luís Acuña (UDO), ha podido hacer con la Universidad venezolana lo que se le antoje a su jefe-único. Han sido parte de la agresión, el cerco y los fallidos intentos de descalificación, pero no han podido con la Universidad.

La Universidad Central de Venezuela vuelve a ser faro de rebeldía frente a las arbitrariedades del abuso de poder. “La casa que vence las sombras”, la UCV, se ha plantado diversa, contradictoria y plural, como siempre ha sido y debe ser: mayoritariamente retoma posiciones perdidas y lidera acciones, reacciones y estrategias para el encuentro, la paz y la unión cívica de los venezolanos y venezolanas. A eso le teme Chávez.

Cualquiera sea el motivo de protesta de la Universidad venezolana, el gobierno la enfrenta cuartelariamente, con “El Príncipe” de Maquiavelo en la mesa principal de la Sala Situacional de Miraflores. Cualquier manifestación se convierte en un asunto de gobierno, y concentra la atención máxima de sus burócratas y represores. Es la política oficial de intimidación y sometimiento, en la cual lleva la voz cantante, con su verbo insultante y desconsiderado, el Presidente de la República, Hugo Rafael Chávez Frías, quien no sorprendió a nadie cuando llamó “irresponsable y embustera” a la rectora de la Universidad Central de Venezuela, Cecilia García Arocha, por denunciar públicamente la emboscada gubernamental.

Agresión en la UCV y emboscada en el MES
Con muy escasa audiencia en el seno de la UCV, Chávez y sus burócratas se las arreglaron para intentar sabotear la marcha contra el recorte presupuestario a las universidades, del pasado miércoles 20 de mayo. La secuencia era previsible:
1.- Oficialmente, el gobierno, en boca de su ministro de Educación Superior, intenta descalificar la naturaleza y fines de la legítima protesta.

2.- Desde el ministerio de Relaciones Interiores y Justicia y la alcaldía del municipio Libertador, se trata de obstruir la autorización (que no “permiso”) de la ruta solicitada UCV-MES, mantienen la incógnita hasta último momento y luego lanzan un despliegue policial y militar (PM, Policaracas, GN) que muchos quisieran en sus barrios y urbanizaciones contra la delincuencia.

3.- Los “tonton macoutes” de la robolución, entran la noche anterior a la UCV, se roban un carro de la administración, lo queman dentro del edificio del Rectorado, disparan armas de fuego, lanzan bombas lacrimógenas, tratando de intimidar.

4.- La mañana del miércoles, queman un camión comercial de transporte de alimentos, propiedad de un esforzado trabajador, a quien dejaron sin el instrumento de manutención familiar.

5.- Unos piquetes de estudiantes chavistas tratan de provocar a la creciente concentración de universitarios en la plaza del Rectorado. Nadie los toma en cuenta, se van, sin pena ni suspiros.

6.- Cuando la marcha entra en movimiento, con gran calor juvenil, los “encapuchados” del gobierno vuelven a la carga: queman tres autobuses de la UCV destinados al transporte gratuito de los estudiantes. Otros, con sus capuchas, merodean la marcha y desde cierta distancia la acechan con fallidos insultos. “No les paren bolas, a esos locos”, dijo alguien.

7.- Nada detiene la marcha universitaria, cada minuto más nutrida por estudiantes de diversas universidades públicas y privadas, docentes, investigadores, empleados, obreros, profesionales egresados solidarios con sus respectivas universidades y con la Universidad venezolana. La gente aplaude a la Universidad, las expresiones de apoyo y cariño llueven desde las aceras, balcones y ventanas, algunos tocan sus cornetas desde los vehículos. El éxito se muestra, cívico y valiente, en la esquina del Chorro, a las puertas del ministerio de Educación Superior.

8.- El gobierno quiso sorprender con una encerrona. El ministro Acuña había dicho que recibiría a los representantes de las universidades en una mesa, para dialogar y recibir el documento de planteamientos y reclamos. La realidad fue otra: una vulgar trampa a la Universidad venezolana, mediocre y desconsiderada, pues a la comisión inter-universitaria de ocho personas, encabezada por la rectora de la UCV, Acuña le armó un tinglado de universitarios chavistas, con el plan (también fallido) de convertir aquel ofrecido encuentro cívico en una asamblea tumultuaria, en la cual “representantes” elegidos por nadie, se iban a carear con los representantes legítimos –todos elegidos por sus respectivos universos universitarios- de la Universidad venezolana.

9.- La rectora Cecilia García Arocha tomó, oportunamente, la decisión acertada. Se retiró dignamente, precisamente en resguardo de la dignidad universitaria.

10.- Después, vino Chávez con sus insultos, también fallidos. No sorprende a nadie, acostumbrados como estamos a sus vulgaridades y excentricidades militaristas. En sus arrebatos autocráticos, no entiende por qué la Universidad venezolana no se le arrodilla, no le mueve la colita como sus ministros salidos de esa misma Universidad venezolana. Su incultura democrática, cívica y universitaria no le permite esa comprensión. Nunca la tendrá, hasta que logre que en el Aula Magna de la UCV o en similares recintos de LUZ, ULA, UDO, UPEL o USB le rindan los tributos que acostumbran rendirle sus aplaudidores.

EL CONFESIONARIO

• LO DEL METRO DE CARACAS es algo realmente importante, extraordinario y urgente: está en el caos administrativo y la incompetencia. Su actual presidente, por acomplejada ignorancia ha botado –literalmente hablando- a casi toda la gerencia de CAMETRO: mientras más calificados y más años de servicio soporten sus capacidades, más rápido son botados. Decenas de experimentados y calificados gerentes han sido expulsados, sin pago de prestaciones sociales, pues Claudio Farías, el presidentico del Metro de Caracas (puesto allí por el ministro Diosdado Cabello) considera que se trata de “prestaciones capitalistas”, por el simple hecho de que luego de 25 o más años de trabajo, constante formación profesional y técnica, responsabilidad en sus funciones y apego institucional, los funcionarios y funcionarias que él ha atropellado reclamen el pago de centenares de miles de bolívares fuertes, que no hay en caja. Los proyectos quedaron en manos
de incompetentes y personas sin calificación profesional han sido colocadas por Farías, al frente de gerencias y divisiones.

• LUIS QUIARO, ex presidente del Banco Industrial de Venezuela, fue capturado en una finca del estado Bolívar. Andaba prófugo de justicia penal, por presuntos casos de corrupción en el BIV. La Sala Uno de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal de Caracas, desestimó la apelación del acusado sobre la sentencia por “PECULADO DOLOSO PROPIO, previsto y sancionado en el artículo 52 de la Ley Contra la Corrupción, cuya pena es de tres (3) a diez (10) años de prisión” y la orden de aprehensión dictada por el Tribunal 41 de Primera Instancia en funciones de Control. En la Contraloría General de la República está engavetada la investigación, que espera por la aplicación del artículo 82 de la Ley Orgánica de la CGR y del Sistema de Control Fiscal, para el establecimiento de las responsabilidades administrativas y civiles.

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