Opinión Nacional

En Internet nadie sabe que eres un perro

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Perro
“En Internet nadie sabe que eres un perro”,
The New Yorker, 5 de julio de 1993

La falsa entrevista a Ignacio Ramonet, director de le Monde diplomatique, publicada por Venezuela Analítica, es una clara ilustración de lo que dice la caricatura de The New Yorker. Antes de Internet uno se presentaba en la redacción del periódico con un fajo de cuartillas, y daba la cara, todo el mundo sabía que era uno, dónde vivía y había modos de sancionarlo si presentaba una falsificación.

Ahora no, porque no hay cuerpo presente, no hay manera de verificar la identidad, salvo por los medios tradicionales, anteriores a Internet: presencia corporal, documentos firmados y sellados, etc. Y menos con una cuenta de correo electrónico de Hotmail, que cualquiera puede abrir y asegurarse un avatar impostor. Es más, este señor Emiliano Payares Guzmán, con su cuenta de Hotmail, puede abrirse otra cuenta Hotmail —o lo que sea— con otro nombre, y volver a los abusos.

Se supone que se trata de comprobar que los medios no verifican las informaciones que publican y Payares se busca para ello uno de los medios más escrupulosos en la materia, Venezuela Analítica. Pero está visto que nuestros métodos no eran suficientes. Hay que asumir ahora el desafío de ser más celosos aún. Por supuesto que no eludimos nuestra responsabilidad y asumimos plenamente el error. Solo estoy intentando explicar el contexto en que ocurrió, las bases teóricas del embrollo.

Hace unos años la legendaria y desaparecida lista Atarraya, uno de los pioneros de Internet en Venezuela y en el mundo, si a eso vamos, intentó hacer una entrevista a Carlos Andrés Pérez. Todo estaba organizado cuando un echador decidió hacerse pasar por CAP, no solo con habilidad cibernética, sino con tradicional impostura estilística, porque el farsante escribía en la más pura prosa de CAP, solo que luego entraba a decir las obscenidades más atrevidas, con lo que se proponía mostrar a las claras que no era CAP, sino quién sabe quién. Aún no lo sabemos, ni lo sabremos ni importa. La farsa en esa ocasión fue divertida, que es la única justificación de las farsas.

No creo, personalmente, que el tal Emiliano Payares Guzmán esté contratado por un laboratorio espeluznante dedicado a burlarse de los medios venezolanos, entre otras cosas porque ya en su mayoría se burlan de sí mismos con la histeria generalizada en que chapotean. Uno de los orgullos de Venezuela Analítica es haberse sustraído a esa histeria. Si fuera un laboratorio hubiéramos visto otros intentos similares. O los veremos. Pero lo dudo, porque ya de aquí en adelante los medios pondrán, supongo, más atención a espontáneos que se presentan con una entrevista a algún personaje famoso con el fin burlarse de la humanidad. Es más bien el síndrome del creador de virus o el grafitero que se complace en borronear paredes de la ciudad, el niño que toca el timbre de la casa ajena y sale corriendo, el que llamaba por teléfono para fastidiar, etc. En fin, la perversidad humana estándar. Todos son anónimos y cobardes.

Se trata, me parece, de un hecho singular, un incidente más de esta guerrita de palabras que hemos desatado los venezolanos para hacer el ridículo delante de nosotros mismos.


Manuel Vicent, Otro amor
RHM, ¿Seré CAP o no seré? y Habeas spiritum, de la Breve teoría de Internet.
RHM en La BitBlioteca

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