Opinión Nacional

En la ducha

Metido en la ducha doy con la clave. A veces hace falta darse una vuelta y mandar a la porra eso que nos trae de cabeza, sobre todo cuando a eso se le antoja enmarañarse más y más al punto de lucir total extravagancia.

Y lo hice. A la porra fue a dar el socialismo del siglo XXI. Confieso que por un instante traté de hallarle explicaciones, insistí en darle un tiempecito, algo así como cuando alguien toca a su puerta, justo a mediodía, y en vez de un portazo decide usted esperar unos segundos, con la secreta esperanza de que se largue ante su falta de interés. Nada. El vendedor, por supuesto, termina haciendo de las suyas. Por fin, entre el almuerzo y el teléfono que suena, cae un monolito hecho frase: “no estoy interesado”. El tipo de Rena Ware se lleva su música a otra parte.

Pero recordemos que me estoy bañando. Entonces resbaló otro monolito desde las alturas del champú: “revolucionaria fórmula rica en Biobalance Oil Complex”, todo lo cual, según dice más abajo en la etiqueta, viene aderezado con “Clean Exterd Silicons”. Eureka. Eureka, Eureka y mil veces Eureka. Que un líquido para limpiar el pelo sea un líquido revolucionario, a todas éstas, logró que frunciera el ceño. Pero lo otro, el Biobalance, el no sé qué Complex y para remate de males aquello del Exterd Silicons, la verdad es que fue la gota que derramó el vaso, además de la aclaratoria del misterio.

La revolución bolivariana tiene mucho de champú. El socialismo del siglo XXI, si a ver vamos, es primito hermano del Exterd Silicons, no sólo por lo revolucionario sino por lo estrictamente hueco. Tan hablachento es lo uno como lo otro. Echándole una mirada algo más profundilla, uno llega a la conclusión de que la publicidad es la madre de esta indigestión léxica. ¿Qué significan todas esas frases? ¿Qué traen a colación? ¿Qué sugieren o qué explican? ¿Qué denotan en el ámbito de los conceptos? Respuesta: nada en lo absoluto. Desde el horizonte semántico son disparates que se muerden la cola, es decir, no dicen media idea queriendo decir algo. Sirven, eso sí, para la venta. Suenan bien. Llenan con aire un vacío.

Pero hay más. El desabrido socialismo del siglo que recién empieza, frase monumental, punta de lanza a la hora de las loqueteras ideológicas, remolcó del sanatorio par de polizontes la mar de rimbombantes. A estas alturas, ya en bata, frente al espejo, cojo el cepillo y lo unto con dentífrico. Me doy cuenta de que aquél vino con cerdas nada menos que “Cross Action”, asunto sospechosamente legible en el mango de mi Oral B, cuestión que me pone los pelos de punta. Si no fuera porque el alto gobierno, pobrecito, va de mal en peor con eso de los espías, espionadores, espioneros o espionantes –en fin, como se diga- comenzaría a darle vueltas a la idea del complot. Como la CIA es de oposición la enviaría al diablo desde ya. Pero la inteligencia gobiernera pudiera estar detrás. Son casualidades, comprenderá usted, para ser tomadas muy en cuenta. Primero el champú y luego el cepillito: la revolución metida hasta en el baño. Pero al grano: el socialismo del siglo XXI se encaramó en la espalda dos chasquidos de la lengua, que a la sazón son la misma paja pura: “refundación” y “reinvención”.

Desde refundar la patria hasta reinventar la CVG, la champuceada de estos personajes, o sea, el dentífrico que se comieron tanto refundadores como reinventores, produjo efectos cuya revolución es a la enésima. Todavía giran fuera de órbita. Sin un mínimo cambio más allá de las palabras, juran por el Che, por Fidel Castro o por Mugabe, qué más da, cambiar la realidad. Entonces la inflación se viene a pique, el desempleo hace zas y coge su camino, el hampa agarra sus corotos, monta su cooperativa y se larga, todo gracias al inefable INE, ese Instituto Nacional de Estadísticas con el pelo muy aseado y los dientes pulquérrimos a fuerza de Oil Complex Biobalance y Cross Action de verdad.

Acabo de lavarme los dientes y ya medio neurótico decido hurgar un poco más. Lo del complot para invadir, aquello de que el Estado acaba por introducirse en tu closet o en tu baño, según totalitarismos tipo Cuba, exURSS o Corea del Norte, no es cosa de poca monta. Por no dejar examino el gel de baño, que tiene “esferas de vitamina A y E”. Le echo guante al acondicionador, que termina revelando su socialismo del siglo XXI como si nada, pues dice en la carátula que da brillo gracias al “complejo de Hidra-Silic”. Lo de complejo pasa, la verdad, aunque el complejo azucarero explota en plena cara, pero lo de Hidra es ya el colmo. Semejante monstruo sí que no lo aguanto en mi ducha. De la Schick Exacta, quién lo hubiese imaginado, afirma el cartoncito que llegó con “Micro cabezal”. Vaya usted a saber. Pero lo ya insoportable, el non plus ultra de la revolución globalizada cae en el desayuno, justo con el frasco de las vitaminas, potenciadas con “Glucosamine+Chondroitin Plus de FDC”. Esto sí que es socialismo dentro del socialismo, del siglo XXI y hasta del XXII. Lo endógeno que te alimenta en pastillitas. Al demonio.

A veces falta darse una vueltecita y mandar a la porra eso que nos trae de cabeza. Así es. Vaya haciendo usted la prueba.

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