Opinión Nacional

En memoria de un hombre justo

Pasó hace treinta años, pero lo recuerdo como si fuera ayer. Veníamos de San Juan de los Morros hacia Cagua, cuando el locutor de la radio dio la noticia: el Presidente Leoni había muerto en Nueva York.

Sentí tristeza al saber de su fallecimiento, aún cuando yo tenía diez años cuando él dejó la presidencia, y, personalmente, sólo lo vi un par de veces. Pero, desde mi perspectiva de niña, él me produjo siempre una gran simpatía. Yo crecí en una familia que entonces era antiadeca a ultranza, y el sólo hecho de no haber oído hablar mal de él en mi casa, ya decía mucho.

El doctor Leoni fue un hombre de bien y un hombre bueno. Jamás nadie puso en duda su honestidad. Fue un Presidente demócrata en todo el sentido de la palabra. Lo demostró al transferirle el mando a Rafael Caldera, a pesar de que la diferencia por la que éste ganó, fue de unos treinta mil votos, la elección más cerrada de la historia de Venezuela.

Pero hablar del doctor Leoni sin hablar de Doña Menca, resulta imposible. Fueron una pareja unida, sencilla y humana. Ella, en el ejercicio de su condición de Primera Dama, ha sido la más popular de todas, y su deceso constituyó una conmoción nacional. Con su calidez, Doña Menca le dio a su papel de esposa del presidente una dimensión nueva, de participación activa y vida propia.

Quiero citar de un artículo que escribí hace casi tres años aquí en El Universal: «Recuerdo un día cuando íbamos a la playa del Litoral Central, por allá en 1969. Había un tráfico de esos que conocemos los caraqueños, cerca del antiguo peaje. En la camioneta al lado del carro nuestro, con los vidrios abiertos, iba manejando Doña Menca. A su lado iba el Presidente Leoni, quien acababa de entregar la banda presidencial, y atrás, su hijo Álvaro. Nosotros, los niños, formamos una gran algarabía saludándolos, saludos que ellos respondieron con amabilidad. Recuerdo las palabras de mi papá: ‘El que no la debe, no la teme’, en alusión a que Leoni podía pasearse así, sin guardaespaldas, con los vidrios bajos, porque como no la debía, no la temía». Y no deberla en la época en que le tocó dirigir al país, era por sí sólo un gran logro, por la difícil situación de la lucha armada y las guerrillas. El leit motiv de su campaña fue el leit motiv de su gobierno: un amplio entendimiento nacional y una concordia democrática. El Presidente Leoni logró un balance político que le dio mucha fuerza, al tener un gabinete formado, en su mayoría, por independientes.

Uno de los grandes aciertos de la administración de Leoni, fue su propósito de lograr la convivencia ciudadana. En estos momentos tan cruciales de la historia de nuestro país, vale honrar la memoria del hombre justo que luchó contra la violencia y la anarquía, y propició los valores de la democracia, la libertad y la paz.

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