Opinión Nacional

Entre locos y psiquiatras

Muy cierto el refrán; “La necesidad la pintan calva”. Y pareciera que queda siempre por fuera la necesidad, cuando referimos a que es bueno cilantro, pero no tanto o que nos acojamos a lo ecléctico: ni tan calvo ni con dos pelucas. Pero he aquí el meollo del asunto, ni con pelucas ni con cilantro afrontamos la necesidad de aparentar que no existimos, cuando ésta aflora dirigida por vengadores del régimen. Pareciera que esto es inexplicable o no lo entendemos. Es por gracia de Dios, tema para la psiquiatría. No la de los locos, sino la de los que se creen mas vivos que los demás y asumen el rol de guías o rectores para enseñarnos el camino cuando éste es único y con los pasos marcados, donde no quedaran las huellas del caminante.

No hay dudas. De esta necesidad, como dicen los santeros, haciendo honor de ellos porque ensalman y enseñan, no nos queda sino pensar que entre locos vivimos, y para locos no es bueno un santero sino un psiquiatra, pero no cualquier psiquiatra, sino uno que sea capaz de utilizar el engaño como el santero utiliza la rama, el tabaco y el ron para ensalmar. Uno que sea virtuoso, que se crea el rey de los embusteros y en trastiendas esconda las verdades que conoce y sabe que existen, pero que de enseñarlas al paciente puede trastornarlo y volverlo mas loco. Entonces no se requerirá el psiquiatra sino el loquero. Así están las cosas y así nos sentimos. Alguien ha dicho que muchos psiquiatras son más locos que los pacientes (perdonen los profesionales), pero en la palestra política huelgan los ejemplos.

Con el proceso electoral actual la locura es tema del día y pareciera que fuera la obra de un loquero aderezado con odio y venganza, quien, amparado en el apoyo insensato y hasta infantil de personas aparentemente cultas y educadas que regentan los órganos superiores del Poder Público, trata de manejar la conciencia de todos los venezolanos racionales, para proporcionar una parodia electoral, que mantenga en el poder a un personaje producto de otro psiquiatra, que cuando vio al loco comiendo caca, se lavó las manos.

¿Qué es de la vida de Chirinos? No hemos visto de él ningún respiro fuerte que nos haga pensar que se equivocó al diagnosticar o contraindicar a su paciente. Son inolvidables las veces que él y Olavarría (qepd) proclamaban loas del personaje con calificativos de “estratega”, confundiendo tema con estrategia, que, sin dejar de reconocer que para el loco su tema es una estrategia, para el psiquiatra electoral, su estrategia es la trampa con la que nos vuelve locos. Hay que ver el cinismo de José Vicente, quien no sabe ni engañar al pobre “pata en el suelo” que le escucha la distorsión de la verdad, haciendo las veces del pater familia mentiroso y engañoso.

Otro personaje, el del testigo de feria que quiso mas que idolatró a Danilo, no puede manifestar mejor su locura. Su cara y su expresión, son siempre dantescos poemas que pervierten la esperanza, que evocan el sinsentido y se transforman en desilusión procurando la justicia. Va y viene con el C4, con el arcabuz y con la honda como armas certeras. Trata de imitar al César y a David o tal vez al Goliat, pero se pierde en la lontananza del miedo al caudillo. Que desilusión. No ha podido vengar al ser mas querido que su madre, por lo que tendrá que olvidar el verso para incursionar en las tragedias de Shakespeare, quien con poético tratamiento de los éxtasis amorosos pone en escena el trágico destino de dos amantes con Romeo y Julieta, famosa novela forjada por la enemistad de sus familias y por lo temperamental de sus propios caracteres. Y por que no, con Julio César, que le viene como anillo al dedo, por ser una tragedia sobre la rivalidad política muy intensa.

No metemos en este saco de gatos a todos los que como uña y carne defienden al régimen, porque pensamos que su cultura les hará vibrar y brillar la sensatez, como es el caso de los magistrados de TSJ, que aunque poca, para no quedar locos, mantenemos la esperanza.

De los miembros de la Fuerza Armada, no nos queda mucho que decir, ya que ellos, los que opinan por ley, lo dicen todo y como el sueño de los ángeles, todo lo creen en nombre de la Constitución y del juramento, sin dejar de reconocer que hay “talibanes” y “patria o muerte”, quienes, por el conocimiento que tenemos de ellos, les aplicamos el santo criterio de Cristo: “perdonarlos porque no saben lo que hacen”, pero que tengan presente, que la ley no perdona a los tontos cuando actúan con dolo y maldad.

Muchos son los personajes de locura que buscan psiquiatras, pero se cuidan de sus andanzas. En realidad, todos, o estamos o nos están volviendo locos, como dicen los revolucionarios, pero al encuentro vamos. O encontramos la cordura, que es el deber ser de la democracia o permaneceremos locos, porque con los psiquiatras que tenemos, no tenemos esperanzas.

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