Opinión Nacional

Epilepsia competitiva

¿En qué se parecen una campaña electoral, una telenovela y un certamen de belleza? En que, en momentos de desesperación y ante el posible triunfo de un candidato-equis, tal-culebrón o una miss-ahí, los posibles derrotados comienzan a hacer disparates.

Naomi del Valle es azul marino de lo negra que es. Cuenta con las medidas perfectísimas, la postración del jurado y el odio tenaz de las demás concursantes. Se sabe que va a ganar de calle. Sobradísima. ¿Y qué hacen las futuras perdedoras? ¿Acaso sacarle partido a sus propios atributos? ¿Por qué Daphne Vanessa, que es pelirroja full pecas pecaminosas, no se descota más y las enseña y alborota a los jueces? ¿Por qué Priscilla, tan blanquita, no se pinta unos reflejos catires y se pone unos lentes de contacto azules? ¿Por qué Yajaira, con ese remoto noséqué aborigen, no se delinea los ojos algo más aindiados, se alisa los crespos y adquiere un dejo wayú?… ¡Porque están atacadas ante la inminente derrota! ¿Y qué es lo que hacen? Imitar a Naomi del Valle: insolarse hasta que el tuétano les gima; hacerse permanentes tipo “afro” de los 70; teñirse el cabello color “Ébano Pantera Salvaje” (como reza la cajita del tinte). A una, la tumusa le queda tonalidad caoba carbonizada; a otra, rosado-Pantera-Rosa; a la última, como auyama mal horneada. Un mismo espanto y tres soberanas mamarrachas. La negrísima y auténtica Naomi Primera no tarda en ser coronada.

En el canal de televisión, la novela estelar comienza a perder el rating. ¿A alguien se le ocurre sugerir que le den un poquito de tiempo, espacio y confianza al escritor para que desarrolle su idea? ¡Por supuesto que no! Aparece uno muy importante (cualquiera con peso específico o un ingeniero, pues es bien sabido que a éstos les fAs-cI-nA opinar) y dice:

– ¡En la telenovela brasilera sale un teleférico, vamos a poner en la nuestra un teleférico!

– Es que no se puede, Su Importancia.

– ¿¡Por qué no!?

– Porque la que estamos haciendo se desarrolla en un desierto ultra aplastado.

– ¡No importa, se muda todo para una ciudad con montaña y teleférico!

– Pero es que la muchacha –amnésica y sin nombre-, ha crecido sola en medio de aquel arenero y ya la descubrió nuestro protagonista, que venía a caballo en el más puro estilo de “Indiana Jones”.

– Pues que la siga descubriendo en la capital, pero en una moto de carrera. Y en vez de llanura, paisaje urbano. Pero el teleférico va, que por eso es por lo que la brasilera está pegada.

– Hay un detalle, Su Importancia…

– Se obvia.

– Es que… la de nosotros es de “época”… y en el siglo XVIII no teníamos teleférico… por no mencionar la moto de carrera.

¡Loado sea Mercurio! ¿¡Por qué no se le puede poner un poquito de fe a la joven sin nombre y sin pasado, a la belleza errante de la planicie, que tenía el don de poderse comunicar con los animales; darle un espaldarazo al galán y jinete colosal; reforzar lo que distingue a esta telenovela, eso que la hace única y especial, y que sea una alternativa para el televidente!?

-Un par de semanitas, Su Importancia, por favor… y después le metemos su teleférico.

Igualitísimo en las campañas electorales. ¿Por qué no mostrar y enorgullecerse de lo que singulariza a cada candidato? ¿Qué manía es ésa de parecerse al otro, si en la diferencia está el éxito?

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