Opinión Nacional

Es ahora o perderemos la oportunidad

La universidad sigue siendo un actor de primer orden en la agenda nacional. Sus asuntos son cada vez más polémicos, y las decisiones que le corresponde tomar para garantizar la libertad de la institución universitaria, en el contexto de una sociedad democrática, están bajo la tensión de grandes costos y riesgos. De éstos, algunos corren a corto y otros a cortísimo plazo, y éstos condicionan los primeros.

Hoy por hoy, los riesgos/costos de cortísimo plazo son ineludibles e imperativos para la defensa de la autonomía, de cara a las intenciones depredadoras del proyecto socialista que, por la vía de una reforma inconstitucional, se pretende imponer a la nación toda. A corto plazo están aquellos que inciden en el desenvolvimiento universitario a través de las prácticas autonómicas: sustentabilidad de su modelo de cogobierno y gobernabilidad, desarrollo y expansión de la excelencia académica, demandas por un presupuesto justo, entre otras.

No existe la menor duda de que la defensa de la universidad es causa común de todos los que hacen vida académica con apego a las normas democráticas. La misma, por la propia naturaleza plural de la institución universitaria, se expresa de maneras diversas. En su diversidad reside la principal fortaleza de la defensa universitaria cuando la misma, como lo exige la presente coyuntura, converge hacia posiciones colectivas y alianzas estratégicas. Pero también su mayor debilidad, si aquellas afloran sin concierto. La voz del sector estudiantil ha emergido como una de las más potentes, tanto en el seno de la diversa comunidad de intereses que los ha formado, como en el de la sociedad toda. Queda muy poco tiempo. Cualquier distracción con respecto a la atención de los riesgos/costos de cortísimo plazo puede representar el punto de quiebre en la fuerza moral que se requiere para defender exitosamente la causa universitaria y la democracia.

No se trata del viejo dilema del huevo o la gallina. Sin autonomía, o mecanismos para ejercerla, no habrá autoridades que valgan, ni electas ni para ser elegidas; ni en el piso de arriba ni en el de más abajo. Con suerte, quedará guindando de las paredes algún desmarcado retrato de ellas como símbolo de su derrota frente al triunfo de la irracionalidad y la ya vivida, en carne propia, violencia revolucionaria. Mientras la sostenida reducción presupuestaria es parte de aquella, la implosión interna de las universidades ha sido calculada como estrategia del proyecto socialista. Para provocarla se servirán una vez más de los pobres. Aquellos pobremente formados por las Misiones. Entonces, habrá llegado el momento para dar paso a la poda del capital humano universitario. Los empleados, los profesores y las autoridades serán otros. Usted colega, será despedido ante las cámaras de televisión, y ante el mundo entero, por oligarca y traidor a la patria.

Hace rato que los estudiantes hicieron sonar la campana. Y ahora, más recientemente, han sido ellos quienes han formalizado la única salida inteligente, sensata y democrática: el diferimiento de la consulta de la Reforma Inconstitucional. Inconstitucional en su origen; inconstitucional por su inaceptable contenido; e inconstitucional en su forma, gracias a la degeneración hacia ese mercado de locos en que se ha convertido la Asamblea Nacional, a propósito de la subasta de sesenta y tantos artículos, como si se trataran de insignificantes porotos.

Debatirse entre los costos/riesgos de corto y cortísimo plazo es un riesgo adicional que sólo sirve para tensar el destino de las universidades. Desde la planta baja los estudiantes han señalado las prioridades en la ruta. El diferimiento de la consulta inconstitucional llegó a la Asamblea Nacional y, prontamente, el Consejo Nacional Electoral será señalado a propósito de su responsabilidad frente a la macabra emboscada oficialista.

Queda poco tiempo para sumarse pública y abiertamente a este diferimiento. Es asunto de las autoridades universitarias y de nosotros todos, como un cuerpo compacto, flanquear con majestad a los estudiantes quienes, desde los linderos de la línea de fuego, arriesgan su integridad por la majestad de la institución universitaria.

Queda poco tiempo. Es ahora o perderemos la oportunidad.

Profesora Titular-UCV.

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