Opinión Nacional

¿Es posible el diálogo?

El triunfo de Barak Obama ha creado expectativas enormes, incluso esperanzas en algunos, para que Estado Unidos asuma el rol que le corresponde como potencia mundial, en las relaciones internacionales. El nuevo gobierno americano plantea un diálogo con el mundo, para lograr una mayor participación de los Estados Unidos en las decisiones internacionales, incluso, en el ámbito multilateral.

El diálogo se puede abrir para buscar puntos de consenso. Es un mecanismo de solución de conflictos que puede llevar, si las partes ceden, al arreglo de las diferencias internacionales más importantes. Esa parece ser la intención de la nueva administración de los Estados Unidos. Desde luego, una observación inicial: los intereses de la potencia no se descuidarán. Deberán o tendrán que intentar encontrar puntos intermedios, para lograr acuerdos.

El diálogo, sin embargo, no es un ejercicio sencillo. Debe haber la voluntad de las partes de modificar sus posiciones para encontrar el punto intermedio. No se trata de sentarse en una mesa para insistir reiteradamente en sus planteamientos, sin aceptar las ideas de la contraparte. Para Estados Unidos no es fácil, pero más aún para los regímenes como el venezolano que está dispuesto a todo para imponer el sistema totalitario que envuelve la idea del denominado y desde ahora fracasado modelo socialista del siglo XXI.

Los principios y valores en general constituyen la base de cualquier negociación, de cualquier diálogo y de toda conversación. El respeto pleno de los principios relacionados con la democracia, los derechos humanos, la lucha contra el terrorismo, contra el narcotráfico, la cooperación internacional, la no injerencia en los asuntos internos, el no recurso a la fuerza y a la violencia, incluso verbal, que pone en peligro la estabilidad en las relaciones internacionales, es esencial en este ejercicio que seguramente se iniciará en Febrero, no antes, desde luego, como algunos ilusos, incluso oficialistas, han lanzado.

El régimen bolivariano no puede abandonar sus posiciones sobre derechos humanos. Los presos políticos siguen en las cárceles del régimen, los comisarios de la PM, los oficiales, civiles que se mueren integralmente en esos depósitos bolivarianos. Tampoco abandonará a sus socios terroristas de las FARC, los movimientos desestabilizadores de Centroamérica y de Suramérica. Tampoco cooperara en la lucha contra el narcotráfico, porque simplemente, y lamentablemente para ellos y para todos, estos son aspectos intrínsecos a su ideología. No cederán, pues la intransigencia es parte de su razón de ser. Además, como ellos lo han dicho, la pretendida revolución no se negocia.

El diálogo se iniciará, sin duda, en su momento. Habrá la buena voluntad inicial de comenzarlo, pero se diluirá en pocos minutos, cuando las posiciones intransigentes del régimen bolivariano se traten de imponer. El imperio tiene también sus prioridades, sus políticas y difícilmente pueda haber un punto de consenso.

De manera que quienes han depositado esperanzas y expectativas ilusorias en esa iniciativa del imperio, están equivocados. El régimen bolivariano insistirá en su posición de enfrentamiento al gobierno de EEUU ahora a ser liderado por Obama, al imperio en su conjunto como él lo llama. Y, de nuevo, crearán el enemigo, buscando los mismos resultados que le ha dado el embargo unilateral de EEUU a Cuba, para victimizarse ante la opinión mundial.

Pero las cosas habrán cambiado. Ya no es más importante el pobre país rico. Sus alianzas regionales le despreciarán. Sólo los radicales y empobrecidos ortega, morales, correa y ahora el zelaya, podrían darle algún respaldo. Pero Chávez se aislará aún más.

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