Opinión Nacional

Escándalo, sin consuelo

Todavía no hace falta el historiador para descubrir el talante de un gobierno que dijo liberarnos de la infelicidad en un plazo de 24 horas, luego de instalado: están frescas, recicladas hasta el infinito, las promesas formuladas por 1998. De cinismo infatigable está hecha una gestión que, desde el primer instante, arrancó con una generosa habilitación legislativa para responder a una emergencia social que ya no es la misma, sino otra de inmensa gravedad cubierta por una gruesa capa de demagogia que requiere de arqueólogos más sagaces para desentrañarla en la misma contemporaneidad.

El presidente Chávez lo ha comprobado hasta la saciedad: no es posible acabar con la miseria del país por un acto de mero voluntarismo, ni tiene en la corrupción una causa en sí misma, autónoma y privilegiada. No obstante, insiste en acrecentar el aparato burocrático para lidiarla, tanto como se ha agigantado la corrupción y la impunidad. Entonces, el problema está en el modelo de desarrollo, mas no correrá el riesgo de dejar el poder por una opción diferente para generar riqueza y procurar equidad.

Así de simple, poco importa lo alto que lleguen los indicadores de pobreza, como ha ocurrido en el septenio, mientras se encuentre en el poder. Es el precio que el país debe pagar y, apenas, asoma un increíble plazo: ¡30 años de larga espera! , para comer un poco más, no temer a un asalto a mano armada, gozar de cierto nivel de instrucción, no padecer enfermedades. No basta el retroceso de los niveles de vida, equivalente a los años cuarenta, ya que es crucial mantenerlo al frente del gobierno a cualquier precio.

¿Para qué interpelarse sobre la calidad y existencia misma de las políticas sociales?, pues, lo que importa es –por un súbito ademán de inspiración- bautizar otra misión a la medida de un general –además- en jefe, titular de un ministerio más en el vasto universo de dependencias semejantes; ¿de qué ha servido siete largos años de ejercicio pleno del poder?, porque necesita de tantos o más años para amoldar la segura renta petrolera a las necesidades decembrinas, fletando sendos vuelos para traer desde Miami los obsequios tan esperados por los más meritorios feligreses del gobierno; ¿y si la corrupción no es el factor que ha provocado la pobreza?, para qué desterrarla si hace feliz a cada compañero de ruta.

No habrá que esperar tres, ni dos o una década (s) para superar la pobreza con un modelo de desarrollo que tenga por piso una economía social y ecológica de mercado, pues, la clave está más en los usos que en los abusos (que son muchísimos). El gobierno está sincerando cada vez más su naturaleza autoritaria y, mientras se mantenga en pie, el que quiera comer, vestirse, ir al médico u odontólogo, tener casa o saber algo más del mundo, deberá tributarte una ciega lealtad y esperar treinta años para que le digan que tendrá que agüantarse tres décadas más, sucesivamente.

Habría el consuelo del escándalo si fuésemos una sociedad convincentemente democrática, ante la desatinada confesión presidencial. Y si no ocurre, es que culturalmente estamos penetrados o teñidos de una resignación ante el autoritarismo que, como ha ocurrido desde que el mundo es mundo, hace de la consigna un dogma y se inventa una interminable serie de etapas para cumplir las promesas originales. Desconsolados, protestamos.

II.- Necesaria actualización

Lo acaecido el 4 de los corrientes es otro elemento novedoso en la vida de los partidos democráticos, sumado a la difícil experiencia de los últimos años. Creemos que el viejo y meritorio Duverger, así como los “partidógrafos” más destacados en la reciente ejercitación académica, no bastan para acercanos a lo ocurrido en las comunidades políticas venezolanas.

En efecto, por una parte, respecto a sus más elementales vigas conceptuales, los partidos sufren y sufrirán una transformación en la que el dato generacional tiende a banalizarse, a favor de una demanda de mayor profundidad, eficacia y eficiencia de sus estructuras, estrategias y mensajes, urgidas de una actualización frente a la inédita experiencia petro-autoritaria que padecemos. Y, por otra, caen y caerán con facilidad todo intento de remozar exclusivamente las fachadas, como expresión de un legítimo juego de tendencias donde también crece irremediablemente la puerilidad.

Una necesaria actualización de los partidos corre igualmente por la que deben experimentar sus críticos de buena voluntad, remozando un equipaje conceptual para ayudarlos a cumplir un largo itinerario que es, cívicamente, común. Sugiere la liquidación del amasijo gigantesco de estereotipos o de los lugares comunes que suelen contaminar al supuesto contaminante, el que más de las veces interesadamente refuerza la incipiente cultura neoautoritaria que ya cubre todo el territorio nacional.

III.- Enunciados

Inés Margarita Guardia Rolando y Giannina Olivieri Pacheco, como para que no queden dudas de una autoría tan calificada, ofrecen “Estudio de las relaciones civiles militares en Venezuela desde el siglo XIX hasta nuestros días”, la 42da. entrega de Temas de Formación Sociopolítica (Centro Gumilla-UCAB, Caracas, 2005). Sobrellevan tan delicada materia en un discurrir histórico, abundado de citas que – a veces – rompe con el carácter didáctico de la colección y amenaza con una discusión más pormenorizada de aspectos que esperan un futuro ensayo de profundidad. Estupenda costumbre, las autoras finalizan con un comentario sobre las fuentes, aunque escapan de la relación definitiva títulos invocados con anterioridad. Con sobrada razón, entre las conclusiones, refieren a la necesidad de indagar sobre la composición social de la Fuerza Armada Nacional, los pensa e, incluso, las “influencias ideológicas de la izquierda en la actual organización castrense” y el impacto recibido por los factores que hacen la crisis, pero – retrotraídos a las peores etapas – se nos antoja imposible en el marco de la participación y el protagonismo, como hoy se entienden. E, igualmente difícil, resulta una aproximación lo más objetiva posible al mundo de las relaciones personales establecido entre el jefe del Estado y las más jóvenes promociones en el septenio, sin que haya trascendido el alcance real de las clases de ética que impartió en una etapa en las instituciones militares de educación superior… Por fortuna, el asunto suscita un creciente interés académico y, así, renovando anteriores esfuerzos, Domingo Irwin y Frédérique Langue coordinaron “Militares y poder en Venezuela. Ensayos históricos vinculados con las relaciones civiles y militares venezolanas” (UCAB – UPEL, Caracas, 2005), con el concurso –además- de Carmen Brunilde Liendo Gómez, Inés Guardia Rolando, Tomás Straka, Luis Alberto Bottó, Alejandro E. Gómez, Juan Eduardo Romero Jiménez y Ricardo Sucre Heredia. Tenemos la impresión que tan importantes materiales son desconocidos por quienes, sin excepción de de uno y otro “bando” político, integraron la comisión parlamentaria de defensa, pues, con motivo del debate sobre la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional, no emergieron categorías ni expresiones más elaboradas, las que requieren de la adopción y el tratamiento, asimilación y posible cuestionamiento, en la que es nuestra rutina política y opinática…El gobierno jamás hace un balance serio de fin de año, ni siquiera cuando debe concurrir solemnemente a la Asamblea Nacional…Poco menos de un mes tiene (%=Link(«http://www.copei.net/»,»www.copei.net»)%), cuya reaparición habla de los inconvenientes económicos que padecen los partidos. Se trata de hacer la infopolítica, algo más que la vanidosa exhibición de un portal.

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