Opinión Nacional

Escrito con indignación

Me refiero a ellos porque confirman una realidad que habíamos previsto y anunciado en repetidas oportunidades. En Venezuela no hay democracia. Desapareció hace tiempo. No me extenderé en este punto porque la realidad está sobrediagnosticada. El país está ansioso con relación al futuro. Líneas de acción, caminos inmediatos para transitarlos hasta salir del régimen actual. Reclama un liderazgo capaz de conducirlo sin debilidades ni dobleces, con prudencia que no se confunda con debilidad y con la firmeza y el coraje que las circunstancias reclaman.

Lo vivido el domingo pasado ha sido el fraude más escandaloso de la historia contemporánea. Supera el de la dictadura en 1952 y la fantochada del plebiscito electoral de diciembre de 1957, que aceleró la caía de la tiranía un mes después. El problema de Venezuela no es electoral. 

No se trata de más o menos votos, trasciende el simple juego de mayorías artificiosas y minorías que dudan, razonablemente de esa condición. La naturaleza de la crisis es existencial, de principios y valores que desaparecen en nombre de una revolución socialista a la cubana. La mayoría de los venezolanos la rechaza. No somos ni seremos comunistas. No continuaremos aceptando el desconocimiento a la Constitución, al orden jurídico establecido, ni los abusos de poder, ni la incompetencia máxima del gobierno ni mucho menos los grados de corrupción alcanzados.

Desde esta tribuna respaldamos plenamente la reacción de Henrique Capriles. Es imposible reconocer esta farsa fraudulenta, como muy bien lo dijo en sus palabras.

Solicitó el recuento manual de todos los votos emitidos, lo cual es perfectamente posible. Hasta ahora el Consejo Nacional Electoral no se ha pronunciado. Pudiera ser un poco tarde. El llamado ilegalmente «comando cívico-militar de la revolución» está secuestrando y destruyendo las evidencias que han estado a su alcance, antes de proceder al reconteo, a la verificación ciudadana integral. Son los mismos que dieron la orden al CNE de proclamar a Maduro.

El propósito debe ser la relegitimación de los poderes públicos, empezando por el Ejecutivo encabezado por alguien que no goza de legalidad de origen, ni legitimidad de ejercicio, ni de competencia ni respeto ni de autonomía por ser un cuadro del castro-comunismo. Se trata de evitar la pérdida definitiva de la República y defender la soberanía resquebrajada. Insólito el ondear de banderas cubanas frente al Palacio de Miraflores.

Capriles ratificó su voluntad de luchar por una Venezuela mejor.

Cerraremos filas a su lado, firmes en la defensa de nuestras convicciones. Los débiles, los cobardones, los negociadores de oficio, por favor, si no quieren ayudar, no molesten.

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