Opinión Nacional

Escuela de padres

La escuela Luis María Olaso es la más remota, construida hace unos 10 años en el punto más alto de La Vega. El Estado venezolano no tiene ninguna otra para atender a los barrios que van de La Pradera (San José) hasta Las Torres, formados por invasiones iniciadas hace veinte años. Desde las primeras latas los barrios se transforman al ritmo de la lucha por la vida y aquí la comunidad cristiana ha sido el corazón de las conquistas sociales. Gracias a ella esta zona tiene un buen centro de salud, escuela hasta sexto grado, dos multihogares, tres grupos de no escolarizados, Centro de Superatec de preparación informática para el trabajo, grupos juveniles etc. Por cierto, todo bien “barrio adentro”.

La escuela no nació por iniciativa de ningún gobierno, sino de la gente que quería educación para sus hijos. Su empeño trajo a Fe y Alegría, y por medio de ésta llego el Estado.

Hace un par de meses subí un sábado con unos amigos para discutir ciertas ideas sobre mejoramiento del hábitat con participación de las comunidades interesadas. Una vez allí, se nos ocurrió preguntar por la llave de la escuela, con la grata sorpresa de encontrarla abierta porque una treintena de madres y padres estaban reunidos con un profesor para formarse en la “escuela de padres”.

Empezó hace diez años cuando, luego de años con deseo pero sin posibilidades, ni presencia estatal, logramos convencer a Fe y Alegría y le entregamos el terreno y algunos millones. Desde entonces, la escuela camina , en este duro ambiente de pobreza y violencia. Nunca ha dejado de mejorar física ni educativamente, gracias a la alianza entre la dirección, las maestras y los padres y representantes, que se apoyan, se exigen y no pierden clases. Antes de cerrar el curso, en julio, el trabajo de los padres deja la escuela impecablemente arreglada, limpia y pintada para el regreso de los 600 niños en septiembre. El Estado está presente por medio de Fe y Alegría con los programas oficiales y con el financiamiento de los maestros; por cierto muy insuficiente.

¿Qué pasaría si ahora el fanatismo oficial lograra imponer su propuesta de Ley Orgánica de Educación, con exclusividad del Estado e indoctrinación política de los niños? La propuesta incluye perlas como estas: “ …la exclusividad del Estado en lo tocante a las políticas de formación para la carrera docente”; “ el peso decisorio en las distintas áreas, fases y etapas de la gestión y los componentes del proceso y sistema educativo, la planificación, ejecución, supervisión, evaluación y corrección, funciones éstas exclusivas, se reitera, del Estado…”
Además la Ley destierra la participación protagónica, el sentido ciudadano y el “deber social” educativo, llamándolos “arbitrio de cada subgrupo, familia o padre o representante” porque el “garante no es otro que el Estado”.

Pero la verdad es que el Estado no garantiza nada y la realidad contradice este trasnochado sueño estatista. La gente sabe que si su lucha y presión no luchan por la educación de sus hijos, el gobierno no llegará nunca. Sin su responsabilidad, el ministerio no cumple con lo que le corresponde.

Desde luego que el gobierno tiene obligaciones establecidas por la Constitución, pero ¿quién garantiza el buen cumplimiento del Ministro de Educación y de sus funcionarios? Ni el Estado (que no es nadie, sino la ley), ni el ministro, ni el supervisor, ni los educadores, ni los padres, sino todos juntos en mutuo apoyo y exigencia. La experiencia enseña que, si los padres no se preocupan, la educación de los pobres es lamentable. Ellos necesitan los programas y financiamiento oficial de la escuela, así como apoyo de los maestros, de Fe y Alegría y del gobierno, pues no son educadores ni tienen recursos; pero por ser dolientes y beneficiarios, son claves. Es lo que venimos apreciando en la escuela Luis Maria Olaso: su creación, mantenimiento y mejora continua, su sala de computación, sus años sin perder un día de clase… se deben a los padres en alianza con la dirección y las maestras. Por ellos están ahí Fe y Alegría y el Ministerio de Educación. Y como ésta hay cientos de buenas escuelas populares.

La comunidad de la escuela Luis Maria Olaso entiende que “la planificación, ejecución, evaluación y corrección” escolar no es exclusiva del gobierno, que la escuela es también de los padres y ellos son corresponsables con la dirección de la escuela, con sus maestros, con el Ministerio y con Fe y Alegría. La diferencia entre una buena y una mala escuela es esa participación de los dolientes y beneficiarios, que son los niños y las familias.

La Constitución bolivariana acertadamente llama a ésta conjunción de fuerzas “corresponsabilidad entre sociedad y Estado” y dice que “la participación directa de la gente en la toma de decisiones para la solución de sus problemas y los de su comunidad, crea una nueva relación ciudadana que en el ámbito de los derechos sociales, desarrolla la triada solidaria entre sociedad, familia y Estado”. Es la democracia con ciudadanos que piensan y se responsabilizan. Pero ahora quieren imponer adoctrinamiento de los niños con Estado excluyente y necesitan una nueva Constitución estatista a la cubana.

Si los educadores de todas las corrientes, los padres y representantes y las universidades autónomas formadoras de docentes, se duermen, nos impondrán el pensamiento único totalitario.

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