Opinión Nacional

Eso es lo que hay

Cuando el oficialismo decidió adelantar las elecciones presidenciales para octubre lo hizo tomando en cuenta la enfermedad del presidente Chávez. El candidato del Gobierno logró centrar la atención del país en su recuperación contrarrestando el impulso que obtuvo Capriles en febrero tras su elección como candidato en las primarias, sacando provecho electoral de ello.

Sin duda ese adelanto de fecha le dio resultados al oficialismo reduciendo el riesgo de una recaída en las condiciones físicas del candidato.

Aunque hay quienes sostienen que Chávez nunca estuvo enfermo, es evidente que sus condiciones físicas han mermado y sus apariciones son más reducidas y controladas que en campañas pasadas.

Pero a la par de la enfermedad apareció otro fantasma que es el desgaste de su figura y de su mensaje. El candidato luce cansado, sin discurso que renueve expectativas. Han ocultado su verdadero proyecto que son más expropiaciones, más controles, el estado comunal, la eliminación de gobernaciones y alcaldías, en fin, la total centralización y el control de todos los medios de comunicación.

Sus apariciones están cargadas con el show personalista donde canta, baila y también llora. Ofrece viviendas, becas y dinero a manos llenas.

En tal sentido el adelanto de fecha les vino al dedo ya que la candidatura oficial tiene un techo del cual no sube, pero el desgaste ha comenzado a tocar a sus propias bases.

Los eventos de calle como los de Catia y El Valle nada tienen que ver con los de años atrás. En Catia se dispuso una tarima para Chávez, pero el candidato prefirió irse: «eso es lo que hay» le dijo Izarra a Maduro. El comando Carabobo ha generado cansancio en sus seguidores remolcados desde los ministerios y oficinas públicas hasta las barriadas a las que no pertenecen.

La guerra sucia ha sido una respuesta equivocada del oficialismo al desgaste del candidato, al apelar a políticos desprestigiados o resentidos, con procesos de corrupción en su contra, que hasta en el mismo oficialismo son rechazados. O personajes como Ruperti que producen desconfianza en los dos bandos. La guerra sucia la acompañan con acciones violentas emprendidas contra los eventos de Capriles en un intento de frenar su penetración en zonas que fueron «chavistas».

Quien promueve una guerra sucia a punta de extorsión y compra de «conciencia» revela su propia bajeza y anuncian que las cosas no están tan bien como dicen analistas tarifados.

A pesar del acierto de haber adelantado las elecciones, la fecha se les ha venido encima. En medio de un país que se les cae alrededor, el desgaste físico, ético, y político, está a la vista de todo el mundo.

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