Opinión Nacional

Especie vegetal que nos une: La palma bendita

Cada Domingo de Ramos es una ocasión especial para acercarnos a la iglesia, compartir y buscar nuestra hoja de palma bendita, acto seguido llegando a la casa, muchos elaboran una cruz con ella  y en la mayoría de los casos la colocan en el pórtico como símbolo de protección. Esta mezcla de fe y de costumbre popular marca una época característica del año, el comienzo de la Semana Santa recordando la entrada de Jesús a Jerusalén.

En Venezuela los católicos celebramos esta ocasión como herencia cultural traída por los españoles. Se dice que en Caracas la celebración es tan antigua como su fundación.

¿De dónde viene la palma bendita?

En un principio las hojas de palma usadas en nuestro país para su bendición el Domingo de Ramos provenían de la palma de cera representada científicamente dentro del género Ceroxylon, en Venezuela con sus representantes Ceroxylon interruptum o Ceroxylon klopstockia, siendo la primera característicamente menos compacta, con hojas de color rojizo y deshilachadas por el viento generalmente.

Según el libro del profesor Hoyos, el nombre del género Ceroxylon proviene de dos vocablos griegos, keros y xylon que significan respectivamente cera y árbol. Estas palmas crecen aquí en zonas cuya altitud oscila entre 1.500 y 2.800 m, pero se han encontrado especies que crecen naturalmente hasta los 4 mil metros sobre el nivel del mar, resistiendo temperaturas de hasta menos 4 grados centígrados, baja disponibilidad de agua y con una longevidad de hasta 250 años. Dentro de este género de palmas se encuentra la más alta del mundo Ceroxylon quindiuense que puede llegar a los 60 metros de altura.

Hoy día las hojas de palma cosechadas y usadas  para los fines religiosos en las diversas regiones de nuestro país provienen de distintas especies, como son los casos del corozo y del palmito; más allá de las palmas, en otros países donde practican estas mismas costumbres se usan también hasta ramos de olivo.

Desde Bolivia hasta Venezuela

Podemos encontrar la palma de cera o palma bendita distribuida en la cordillera andina desde Bolivia hasta Venezuela reportándose descritas nueve especies en Bolivia, cuatro especies en Perú, ocho en Ecuador, nueve en Colombia y cuatro en Venezuela y habiéndose encontrado otras tantas que aún esperan por clasificación.

De las especies mencionadas ya clasificadas y descritas, algunas resultaron ser únicas en el mundo como es el caso de algunas encontradas en Colombia y otras son endémicas, es decir, solo se encuentran en un lugar geográfico determinado como es el caso algunas encontradas en Perú.

Peligro de extinción

En Venezuela se han reportado según el Libro Rojo de la Flora en Venezuela, cuatro especies de la palma de cera, Ceroxylon, en peligro de extinción, Ceroxylon alpinum, Ceroxylon ceriferu, Ceroxylon parvifrons y Ceroxylon vogelianum, nombres complicados para recordar pero difícil de olvidar que estas especies de palma bendita están en peligro de desaparecer, de extinción, amenazadas o lo que es lo mismo encaran un riesgo muy alto de extinción en estado silvestre en el futuro cercano definido por: la reducción de su población; por su ocurrencia en un área de ocupación estimada menor a 500 kilómetros cuadrados, con presencia altamente fragmentada, o declinación continua o fluctuaciones extremas en sus áreas de ocupación; extensión de ocurrencia; número de localidades y número de palmas de esa especie en edad madura;  o por un análisis cuantitativo que muestre que la probabilidad de extinción en estado silvestre es de al menos 20% en los siguientes 20 años o en 5 generaciones.

Cómo conservarla y protegerla

Si bien es cierto que tanto la palma de cera como algunas otras nos proveen de sus hojas para la celebración del Domingo de Ramos, no es menos cierto que debemos cosechar sus hojas de manera sustentable, es decir, tomarlas pero respetando sus características fisioecológicas, ciclo de vida, velocidad de crecimiento, relación con sobrevivencia de fauna silvestre asociada de manera tal que no perturbemos su permanencia en los hábitats naturales a través del tiempo, por el contrario que las protejamos.

Se sabe que las palmas tienen un punto único de crecimiento que está localizado en el llamado “cogollo” de la palma y que su sobrevivencia depende en mucho de ese punto de crecimiento. Es allí, del cogollo, de donde se toman las hojas u hojuelas como insumo para desarrollar la actividad del Domingo de Ramos, por tanto salta a nuestro razonamiento la importancia de realizar esta cosecha de manera entrenada, ambientalmente educada y con sentido de conservación, no solo de la especie vegetal en sí misma, sino de los impactos que sobre otras especies del ecosistema pueda tener, al igual que promover y activar programas de reforestación en las zonas donde se observe merma en su ocurrencia natural.

También se sabe que muchas especies de Psitácidos o familia de aves del tipo de los loros, guacamayas y afines viven de las palmas, se alimentan de sus frutos y usan sus troncos en la naturaleza cuando las palmas mueren para construir sus nidos. Cuando vemos en los espacios abiertos troncos de palma con perforaciones circulares tan perfectas como si se hubiesen hecho con una broca y un taladro, es altamente probable que estén alojadas crías de estos pájaros y que por tanto, sea un nido construido de forma impecable por esa familia. En el caso de Colombia se han reportado dos especies de la palma de cera como hábitat naturales y alacenas de alimento de especies de loros en peligro de extinción.

Como se ve existe un equilibrio muy preciso entre a presencia de la palma bendita, fauna asociada y su uso para actividades de tradición religiosa, todas ellas posibles de coexistir bajo un esquema de sustentabilidad y respeto socioambiental.

(*) Bióloga. Ecóloga. Analista Ambiental. Actualmente se desempeña como Directora de Ecología y Ambiente de la Gobernación del Estado Miranda.

Twitter @eapallotta

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