Opinión Nacional

Esperanza 3

Continuamos. En cuanto a la adopción y práctica de la democracia la mayoría de los demás países estaban muy lejos de Estados Unidos. Menos de un siglo atrás no existía un solo país importante en la tierra que fuera una democracia en el sentido en que Lincoln interpreto e interpretamos hoy el tér¬mino.

Venezuela 1863. Luego de la llamada guerra federal, guerra civil, entre federalistas y centralistas, que duro 5 años, el tratado de coche le puso fin. Triunfaron los federalistas y ocupo la presidencia el general Juan Crisóstomo Falcón, 1863-1868. ¿Cuáles sus demandas?: elección popular, abolición de la pena de muerte, consagrar el derecho de propiedad, la inviolabilidad del hogar domestico, el secreto de la correspondencia, la libertad de expresión, la libertad de instrucción, el derecho al voto para los mayores de 18 años, las libertades en general: personal, de transito y de industria. Y, ahora, un almunafika al servicio de los comunistas hermanos castro cubanos quiere retrocedernos a la esclavitud socialista, comunista, ya superada.

La gran guerra del siglo XX, la segunda, tuvo muchas consecuencias, entre ellas: se extendió la democracia y el principio del sufragio universal por casi todo el planeta. Hoy es difícil encontrar una nación que no establezca constitucionalmente el derecho de todos sus ciudadanos a votar por sus representantes o dirigentes. Eso no quiere decir que en todos los países ese derecho esté protegido.

Los gobiernos comunistas sostienen desde hace mas más de ochenta años la ficción de que unas elecciones en las que un solo candidato, el candidato del partido gobernante, se presenta al cargo, son, aun así, unas elecciones legítimas.

Han pretendido demostrar que tienen razón cuando obligan a todos sus ciudadanos (los tratan como esclavos) a votar y, hasta hace poco, todos sus ciudadanos (esclavos) lo hacían y lo hacen, por ejemplo en Cuba, y lo pretenden instaurar en Venezuela. Ese tipo de elección es una burda parodia del gobierno democrático real, del “gobierno por el pueblo” de Lincoln.

El derecho al voto está, en términos generales, garantizado para todos, o casi todos, los ciudadanos del mundo libre, que se llama libre porque garantiza ese derecho universalmente. Sin embargo, en algunos de estos países, un alto porcentaje de potenciales votantes pre¬fiere no votar para escoger a sus representantes. Están dispuestos a aceptar que otros escojan por ellos. ¿Es un país en que eso sucede menos democrático? Esta por verse.

La mayoría de las constituciones establecidas en la actualidad contienen que el gobierno existe para el bien común de todos los ciudadanos, de todos, no de una parte.

En el caso de Venezuela hoy la anterior es una afirmación fraudulenta: este gobierno rojo, rojito, no gobierna para todo el pueblo, lo hace solo para los rojos, rojitos, los ciudadanos no se benefician en igual medida del gobierno. Esta muy lejos del ideal democrático y de la práctica democrática. Hemos retrocedido en cuanto a la práctica democrática alcanzada por la mayoría de los países en los últimos 150 años.

La aplicación práctica de la democracia por los gobiernos aun tiene problemas. Algunos la usan despóticamente, son tiránicos, pueden meterse en cualquier hogar, en cualquier empresa, usan equipos especiales de vigilancia. Usan los tribunales a su favor. Siempre de forma ilegal e inconstitucional. Ahí esta Cuba y ahora Venezuela.

Los gobernantes, en esos casos, se sitúan ellos mismos por encima de la ley y, en consecuencia, fuera del estado de derecho, al margen de la constitución. Son forajidos, pero no es tan complicado, hoy, hacerles responder ante la justicia, incluso, la internacional.

Estos problemas de la aplicación práctica de la democracia a finales del siglo XX e inicios del XXI son muy distintos de los defectos que he¬mos visto que la democracia tenía a principios del mismo siglo XX.

Entonces la democracia era sólo un sueño, que podía hacerse realidad en algunos países pero que en otros ni siquiera se con¬sideraba posible. Ahora ya no es así, y ese cambio es fundamental.

La anterior y la nueva sociedad hoy: en 1900, la mayoría de los pueblos de la tierra no entendían qué era la de¬mocracia y, en consecuencia, no la anhelaban e, incluso, entre los que la entendían no todos la deseaban ni creían que fuera posi¬ble ponerla en práctica.

En 1990, la mayoría de los pueblos de la tierra entienden, unos mejor que otros, qué es la democracia. Y entre los que la entienden, no existe ninguno que no la desee o no crea que pueda llevarse a la práctica, tarde o temprano, en su propio país.

Todavía existen líderes que afirman, en algunos continentes, que su pueblo no quiere la democracia, que no está listo todavía, que no podría sobrevi¬vir con gobiernos elegidos libremente por sus ciudadanos.

Has¬ta 1989, eso es lo que afirmaban los gobiernos de Europa Orien¬tal. Y es la opinión de casi todos los déspotas del denominado Tercer Mundo. Es también lo que dicen los dirigentes de las pocas teocracias que han sobrevivido hasta el momento.

Pero cuando se le pregunta al pueblo, en cualquier lugar, y se le deja responder con libertad, no está de acuerdo, dice otra cosa. El pueblo, en todas partes, desea la democracia, por muy bue¬nos motivos.

El filósofo Mortimer J Ad-ler nos recuerda que la democracia es la única forma de gobierno justa. Todas las demás formas de gobierno, sin excepción, o bien privan cons¬titucionalmente a algunos de sus ciudadanos del derecho a es¬coger sus propios gobernantes o bien excluyen constitucional¬mente a algunos ciudadanos de los beneficios que el gobierno comporta.

No existe todavía ninguna democracia que sea per¬fecta y que haya alcanzado por completo el ideal democrático; quizá nunca pueda existir una democracia perfecta en ese sentido; pero no hay ninguna otra forma de gobierno que sea perfec¬ta ni siquiera idealmente del modo que lo es la democracia. Y por eso todos los pueblos de la tierra la desean.

Al reflexionar sobre la democracia tenemos que admitir que hemos tenido desde 1600 a esta parte un cambio extraordi¬nario. Años atrás, ningún pueblo excepto el británi¬co, en la metrópolis o en las colonias, tenía claro qué podía ser un gobierno democrático moderno.

Hace ciento cincuenta años aproximadamente, una pequeña parte de la población del mundo era la única que comprendía y deseaba una forma de gobierno democrática. Hoy prácticamen¬te todos los pueblos de la tierra la desean. Y este deseo existe a pe¬sar de los esfuerzos denodados de muchos gobiernos por ocul¬tar la idea de la democracia a su gente o distorsionarla como lo hacen los socialistas comunistas hoy en países como Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Venezuela.

Tratan de contener la democracia mediante la censura di¬recta, la distorsión y las mentiras; pero, por los vientos que soplan, no les ha funcionado del todo.

En China y en Europa Oriental, en 1989, el pueblo supo ver más allá de las mentiras y las distorsiones, y eludió la censura, Incluso, comprendieron las distorsiones de la propaganda contra la democrática cuando ocurrían.

Tenemos, entonces, fundadas esperanzas, de que ese legado recibido hasta el momento por nuestro pueblo sobre la evolución de la democracia, sirva también de soporte para quitarnos de encima este intento retrogrado de socialismo, comunismo, que estos nuevos cultores del esclavismo y el primitivismo, tratan de implantar en Venezuela guiados por las ensangrentadas manos y conciencias de los matarifes del caribe y ejecutadas por el almunafika rojo, rojito y su pandilla.

“Puedes engañar a algunos siempre o a todos durante un tiempo. Pero no puedes engañar a todos todo el tiempo”.

Abraham Lincoln, 1809-1865, 16º Presidente de Usa.

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