Opinión Nacional

Esta mediática revolución

Después del 11 de abril de 2002, Hugo Chávez apreció el poder de los medios de comunicación. Impedido de cerrarlos, porque la libertad de expresión es el único matiz democrático de su gobierno, se dedicó a posesionarse de medios, a ocuparlos cada vez más con sus interminables cadenas y a mostrar en carne viva las consecuencias de ejercer esa libertad. Desde entonces, lo que fue en principio un plan de intimidación, con escarceos verbales ofensivos contra algunos dueños de medios, se transformó en política de Estado.

En primer lugar, castigó a los medios televisivos con el poder del organismo de adscripción, CONATEL. Las televisoras que partieron su pantalla en la cadena de aquel fatídico 11 de abril han sufrido inspecciones, multas millonarias y en el caso de Globovisión, decomisos de equipos de microondas que entorpecen su operación. Los medios radiales no escapan al castigo gubernamental y sufren constantes inspecciones de CONATEL, del Seniat, del INCE y de cuanto órgano gubernamental nacional, regional o municipal se sienta guapo y apoyado para amedrentarlos.

En una segunda etapa el gobierno decidió fortalecer los medios oficiales. Concedió un inmenso presupuesto a Venezolana de Televisión para que cambiara sus obsoletos equipos y potenciara su señal a nivel nacional. Facilitó las vías legales y financieras para que abrieran operaciones televisoras comunitarias y sacó de la manga diez mil millones de bolívares para montar otra televisora oficial, llamada Vive TV.

Los mensajes a favor del régimen, la campaña contrainstitucional, la cruzada antiyanqui y antiimperialista, el apoyo a los procesos subversivos de otras naciones, el continuo insulto contra los disidentes opositores y el adoctrinamiento atormentador, son la tónica comunicacional de Venezolana de Televisión. La Radio Nacional de Venezuela no escapó del cáncer revolucionario. Después de mediatizar el canal ligero, pasaron al canal clásico, en el cual podemos escuchar unos aberrantes noticieros oficialistas seguidos por las Sinfonías de Mahler.

Como si fuera poca la impotencia de ver como VTV y la Radio Nacional de Venezuela, propiedad del estado venezolano y por lo tanto, de todos los ciudadanos de este país, sea cual fuere su credo o inclinación política, convertidos en instrumento propagandístico de la revolución chavista, la radio comercial es sometida al atropello de la invasión del dial. Con el pretexto de ser radios “comunitarias” (experiencia exitosa en comunidades organizadas en otras partes del mundo), la mentira oficial las ha amparado para que se conviertan en invasoras del dial, emisoras ilegales que embasuran el espectro y no respetan ningún parámetro técnico (ni siquiera los de CONATEL).

Las emisoras comunitarias, cuyo fin sería llevar el mensaje de y para un sector productivo (por ejemplo, la radio de los productores de arroz de Turén o de los artesanos de Canoabo) son fundadas como emisoras clandestinas de los voceros del régimen, personas que en la mayoría de los casos ni siquiera tienen calificación para hablar en un micrófono. Estas emisoras, cuya polémica legislación aprobada por CONATEL, les permite transmitir con 250 vatios, llegan a hacerlo hasta con un 1 kilovatio. Se instalan en el hueco del dial que les provoca, causando interferencias y problemas técnicos en la banda. Mientras a las emisoras legales las inspeccionan continuamente exigiéndoles estricto cumplimiento de todos los parámetros técnicos y tributarios, las emisoras comunitarias ilegales violan todas las normativas que son obligantes para la radiodifusión legal, no pagan impuestos, y ni siquiera se preocupan por tener permisología en regla.

De las 115 emisoras ilegales reportadas en Venezuela, CONATEL sólo ha otorgado el permiso de “comunitarias” a 8. Con el resto, se hacen de la vista gorda, porque la mayoría de ellas tienen como fin apoyar al Comandante y a su tropa roja.

Pero el régimen chavista, aún no conforme con el castigo, con el peculado sobre los medios oficiales, con la invasión del dial, trazó otra estrategia en sintonía con su política de matar el hambre que ellos mismos han creado. Los asesores comunicacionales de Chávez saben que los medios, que viven fundamentalmente de la publicidad, pasan por duros momentos ante la quiebra de empresas anunciantes, elevación irracional de costos operacionales, pérdida de la capacidad de inversión publicitarias de la mayoría de sus clientes y un paro de dos meses que afectó profundamente el mercado publicitario.

Entonces comenzó la política del “bozal de arepa”. Televen, que afrontaba serias dificultades económicas, fue la primera en caer con un paquete publicitario de millardos de bolívares en cuñas oficiales. El público creyó que el gobierno había comprado el canal y hasta se dijo que Diosdado Cabello era el nuevo socio, pero la empresa sólo confirmó la compra publicitaria gubernamental. Como ellos, muchos medios buscaron su salvación en las pautas oficiales. Así, escuchamos por circuitos nacionales de radio la transmisión de Aló Presidente y un trancazo de cuñas chavistas, financiadas por Pdvsa. Justamente este financiamiento fue el que alegaron como delito de salvaguarda y como excusa para no recibir las cuñas oficiales, canales como RCTV, Venevisión y Globovisión.

Pero si bien no pudieron entrar en las mayores plantas televisivas nacionales, el oficialismo logró comprar espacios en los canales de satélites. El televidente común creyó que TNT, Hallmark, Sony y hasta E! se habían vendido al régimen. Pero no, ellos tal vez ni siquiera estén enterados de que en su señal venezolana sale Hugo Chávez con sus chistes crueles, porque las operadoras locales son quienes negocian algunos espacios publicitarios como parte de su contrato con la señal satélite. Y se ganan ese dinerillo. Una vez más, Chávez juega a confrontar la ética contra la supervivencia. El dilema para los dueños de los medios ha sido ofender a su teleaudiencia con esas cuñas o dejar de percibir un buen ingreso por transmitirlas. En el grado de compromiso con la lucha democrática o en el grado de desesperación ante la quiebra de su empresa, está la respuesta de ese dueño de medios.

Y la escalada mediática del régimen prosigue. En reciente editorial, la Cámara Venezolana de Radiodifusión protestó el anuncio hecho por el Ministro de Información y Comunicación, Jesse Chacón, sobre la adquisición de equipos de radio y televisión a Cuba. Los radiodifusores preguntan quién autorizó al gobierno a comprar esos equipos sin ningún control, quién le dio permiso para gastar dinero venezolano para montar medios revolucionarios. El régimen recibirá 128 equipos destinados a nuevas radios y televisoras comunitarias –100 para radio y el resto para televisión. No dijo Chacón ni el monto al que asciende “la inversión”, ni cuándo se comenzarán a recibir estos equipos que comprará el gobierno cubano a España y “revenderá”, como parte de pago de la deuda petrolera, a Venezuela. La noticia de que Fogade entregó al gobierno el circuito radial YVKE Mundial, viene a inquietar más aún a los medios libres ante el acaparamiento cada vez mayor de espacios y medios por parte del régimen.

Tiempo para fomentar el hambre y dinero suficiente para bozalearla con la arepa revolucionaria es todo lo que ha necesitado Chávez para atornillarse en el poder. El diagnóstico está hecho. Ha tenido tiempo, tiene el dinero y de ñapa, se compró una Fuerza Armada que demostró ser bien barata, para que le sirva de guardia pretoriana. Sigamos adelante, reparemos, volvamos a firmar, luchemos por el revocatorio, hasta que la letra de la historia nos entre con sangre: los tiranos no caen con votos.

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