Opinión Nacional

Este silencio me hace ruido.

Silencio. Sólo se escucha un gran silencio. El país se convulsiona bajo la presión de este descarado intento de aplastar a una sociedad. En cada esquina se escucha, en tono muy bajo, los sonidos del estupor. Todos siguen en lo suyo y todos los silencios juntos, no llegan a producir un ruido. Todos esperamos por todos en una parálisis funcional que nadie entiende ni comparte, pero que acepta con resignación. El alma de nuestros Libertadores debe estar de vacaciones.

Esto a mi me hace mucho ruido. Las sociedades necesitan drenar sus dolores, sus conflictos y sus miedos. Cuando no lo hacen de forma continuada, acumulan esas presiones, para luego explotar con rabia incontenida. Así fue siempre, así será siempre. Las sociedades, se comportan como las familias, pues en esencia, son una gran familia. Cuando se agota la capacidad para comunicarse entre sus miembros, crecen las tensiones que nos llevan directo a la ruptura, a la crisis, a la necesidad de generar nuevos patrones de relación. Así nacen las revoluciones y así florecen las contrarrevoluciones. Tengo toda la impresión de que nos conducimos a una gran crisis que producirá muchos ruidos.

Un matrimonio que no drena sus conflictos, termina con una maleta en la puerta o un alguacil recogiendo una firma para que la pareja atienda a una demanda de divorcio. Aquí el padre de familia pide sacrificios, pero pasea su roja bufanda por la Patagonia, acompañado de sus hijas y nietas. Aquí se pide convivir en pobreza, pero se derrocha el dinero de una nación a manos llenas. Aquí se habla de la defensa de una constitución, pero se violentan sus principios a diario –ahora sin recato alguno- en las más mínimas y elementales obligaciones de un estado para con su pueblo. Aquí se habla sin cesar de un futuro, de un país en pleno progreso, de una capacidad para desarrollarse, pero lo único que sucede es que cada día más, perdemos nuestra capacidad productiva en todos los órdenes. Casi dos tercios de la carne que comemos, viene de otros países usando los dólares que se requieren para atender otras necesidades, mientras nuestros ganaderos esperan por alguien que compre su ganado. Una gran cantidad de diabéticos en este país, buscan un medicamento llamado Glucofage, desaparecido de los estantes de las farmacias. Nuestra “blindada economía” no puede soportar lo que está sucediendo, mientras nuestro irresponsable gobierno pacta nuevas ayudas para Argentina, entretenido con las lisonjas de sus hipócritas conductores. En la cola espera Ecuador para este próximo fin de semana.

A este país se le están agotando los caminos del entendimiento. Ayer un policía, en un acto irresponsable, blandió un arma en una manifestación de protesta, a favor del canal Globovisión, manoteó a unos policías municipales y se retiró del lugar sin mayores consecuencias. El Ministro del interior no hizo referencia alguna, a pesar de que la Constitución prohíbe de forma expresa el porte de armas de fuego en manifestaciones de protesta. Hoy la prensa nacional reparte esas fotos al mundo, como una muestra más de lo que nos está sucediendo. Estará obligado a dar la cara y anunciar su detención, aun cuando le abra la puerta trasera después de hacerlo preso públicamente. Hoy la defensora del pueblo, debería hablar por esos que protestaban, pero no puede hacerlo, pues ayer a los cuatro vientos tomaba posición en contra del canal de televisión que esa protesta defendía.

El silencio es clásicamente un pasaje de corta duración. Las mentes no resisten silencios largos. Viene ruido del bueno, como una suma de todos esos silencios obligados, que explotan al unísono, como gobernados por una batuta invisible.

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