Opinión Nacional

Estimado Dr.

Estimado Doctor:

(%=Image(5454923,»L»)%) Disculpe nuevamente que le moleste por esta vía, pero su decisión de marcharse al norte con el cuento de que prefería tener que dedicarse a las ventas con provecho en lugar de mantenerse en Venezuela tratando constantemente a todo tipo de locos sin ningún tipo de beneficios, no hará que desista de la ya vieja costumbre de haberle contado mis penas y desgracias por más de cinco años. Pero no se crea que no lo entiendo, aunque le advierto que tal como están las cosas, haberse quedado en el país pudiera haberle significado en estos momentos una nada despreciable entrada económica.

Qué más puedo decirle. Acá los venezolanos estamos todos necesitando una terapia de shock y la gente del gobierno una camisa de fuerza. Y en general, todos, requiriendo de unas buenas dosis de diazepinas en todas sus presentaciones. Así que, como ve, se perdió de una buena oportunidad de ponerse en unos reales.

Como ya habrá de saber – aunque en el fondo desearía que sólo se
hubiera enterado de que la venezolana nuevamente llegó de primera finalista
en el Miss Universo-, las elecciones fueron suspendidas, gracias a las
actuaciones de dos representantes de la sociedad civil, quienes actuaron
frente al Tribunal Supremo de Justicia y haciendo uso de la novísima
figura del «amparo oral» en la legislación de nuestro país (Gracias, por
supuesto, a la nunca bien ponderada Constitución Bolivariana) y lograron el
diferimiento de los comicios.

Hasta allí todo hubiera estado bien, perfecto, pues, pero una decisión que en cualquier parte del mundo habría significado el triunfo de la ciudadanía (No le repito lo de sociedad civil, no vaya a ser que pregunte “cómo se come eso”, como lo hizo un señor aquí, que por cierto preside el Poder Legislativo) frente a los siempre amplios tentáculos del gobierno, aquí ha significado, no sólo el aplazamiento del ejercicio más significativo de la democracia en procura de su perfeccionamiento, sino en un nuevo instrumento para afilar esos tentáculos por parte de quienes ocupan las altas esferas gubernamentales.

Aquí, sencillamente, se ha formado la «jaladera de pelos» porque la designación de las nuevas autoridades electorales (las anteriores se vieron obligadas a renunciar dada la ineptitud demostrada durante su gestión, aunque muy a regañadientes, pues aún teniendo el agua hasta el cuello siguieron echándole el muerto a otro y peloteándose el asunto. Pero lo bueno: Ya no están más allí)

Tal situación podría haberse considerado hasta comprensible, si nos ponemos a ver el asunto, puesto el ejercicio de la defensa continúa siendo un derecho de la gente, y sobre todo, una reacción casi instintiva. Sin embargo, lo que viene a empastelar la cosa, más de lo que ya está, es que esos señores (me refiero a los del gobierno, pues) ahora comenzaron a buscarle las cinco patas al gato y andan decidiendo si los futuros comicios se hacen conjuntos o se separan las locales de las regionales y presidenciales. Eso, obviamente, no huele bien, sobre todo si recordamos que los mismos que en el pasado protestaron por la separación de las elecciones de 1998 ahora son los que lo proponen. El oficialismo, como puede ver, ha encontrado una nueva manera de agarrar la sartén por el mango y sacarle al asunto el mejor provecho político. Es eso que tiene que ver con el asunto del portaaviones, que llaman.

Así las cosas, la respuesta pudiera ser, «bueno, chico, dedícate
tranquilo a tu trabajo y déjalos a ellos que se maten», pero resulta que,
gracias a la V República, ejercer el periodismo se ha convertido en algo así
como cometer un pecado. Fíjese que en estos días en la sede del Consejo Nacional Electoral (sí, ese de los señores que renunciaron) se enfrentaron los partidarios de Francisco Arias Cárdenas con los de su otrora pana Hugo Chávez. Piedras, palos y botellas volaron por todos lados y los periodistas que cubren la fuente terminaron siendo agredidos y llamados «vende patria», entre otras cosas. Juan Vicente Gómez, reportero de un canal de televisión, por el sólo hecho de estar “dedicado a su trabajo”, tuvo que visitar el quirófano este jueves donde fue operado de su rodilla, gracias a la golpiza que le dieron. «Gajes del oficio», dirán algunos.

Como si fuera poco, “la pelazón” continúa y nada del carrito que le dije que me iba a comprar hace como cinco meses. Y como “encima de palos, piedras”, como dice mi abuela, sigo durmiendo solo como siempre. Pero seguiremos intentando.

Por lo demás, todo está bien.

Jesús

PD: Mucho le agradecería que en lugar de mandarme más facturas, me contestara dándole una respuesta a mis inquietudes.

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