Opinión Nacional

Estrella de Venezuela

En la Venezuela de hoy el odio es el denominador común de muchas de las acciones que ocurren día tras día. Es deplorable que hayamos llegado a estos extremos. Un país no puede ni desarrollarse ni sustentarse sobre el odio. Porque el odio carcome, mina, destruye. Impide que algo duradero y de valor pueda construirse. Afortunadamente, en la historia de la humanidad, el bien siempre termina por imponerse sobre el mal.

Cuando vi a Estrella Castellanos, mi compañera de Mujeres por la Libertad, vejada, humillada, en estado de shock, dentro de una ambulancia, sentí impotencia, rabia y una profundísima tristeza. Quise desde lejos transmitirle fuerzas para lidiar con todo aquello. Mientras Leopoldo López la abrazaba, su mirada se perdía en la nada. ¿En qué pensaba Estrella, qué sentía en esos momentos?

Me pregunté si Estrella sentía odio, y deseé que no fuera así, por el bien de ella. Ojalá nunca sienta odio por nadie. No sólo es el más bajo de los sentimientos, sino que puede ser más dañino para quien odia, que para quien es objeto del odio. Instantes después escuché la respuesta de sus propios labios, cuando dijo que no le deseaba lo que le había sucedido, «ni a las mujeres de la familia de quienes la atacaron».

Al estar frente a una hidalguía de ese tamaño, de un corazón de ese tamaño, de una dignidad de ese tamaño, uno se da cuenta de que las grandezas del ser humano vuelan largo y lejos por sobre las miserias. Y sentí entonces una profunda lástima por quienes fueron capaces de semejante monstruosidad. Porque cada vez me convenzo más de que cada quien cosecha lo que siembra.

Mucho se ha dicho y se ha escrito sobre la valentía de nuestras mujeres, que en tiempos de oscuridad para Venezuela, han brillado como estrellas: Luisa Cáceres de Arismendi, Eulalia Buroz, Josefa Camejo, Carmen Clemente Travieso Si hoy contáramos las miles de miles de mujeres que luchan sin cuartel en contra de la represión, el totalitarismo y el abuso de poder, nos encontraríamos con que nuestro firmamento venezolano está repleto de estrellas.

En cada declaración a la prensa, Estrella Castellanos se irguió para mí como el símbolo de la Mujer Venezolana de nuestros días, la mujer que está dispuesta a luchar por sus convicciones, sus sueños y sus ideales. Mis lágrimas se convirtieron en llanto desbordado al escucharle su desgarrador «¡ni un paso atrás!».

Hace dos mil años, la Estrella de Belén guió a tres hombres sabios hacia el Camino, la Verdad y la Vida. Hoy, el valor de esta Estrella venezolana, puede ser el símbolo que aglutine a muchos millones de venezolanos de buena voluntad en el camino decisorio de la paz, la libertad y la democracia.

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