Opinión Nacional

Estudio al Plan de la Patria (7)

En las anteriores entregas he tratado, a título general, la ubicación ontológica y epistemológica de los cinco grandes objetivos históricos; a partir de ahora se ahondará en los objetivos nacionales, describiéndolos e internalizándolos, en la búsqueda por presentar una postura razonada en lo concerniente a tan importante documento Ley.

Pero a pesar de las bondades que presenta el “Plan de Patria”, han surgido críticas duras desde el seno del movimiento intelectual revolucionario; voces calificadas, por su experticia en el tema del socialismo y el marxismo, han elevado críticas duras ante lo que se han denominado “la falsificación” del documento de Chávez por parte de un sector de derecha que “supuestamente” están encriptados en el poder público nacional. No voy a discutir aquí lo negativo o no de la adecuación que se le hizo al “Plan de la Patria” para ponerlo a tono con la personalidad y liderazgo de Nicolás Maduro, porque si hay algo que no se discute es que Maduro no es Chávez; el único capaz de haber materializado el Plan en su versión original era Chávez, Maduro necesitaba darle un sentido más operativo, conciliador y de corresponsabilidad, que los idealistas de izquierda no terminan de entender: hay que hacer puentes entre unos sectores y otros para recuperar la gobernabilidad. Si me preguntan sobre el asunto, me coloco al lado del sentido común, de la realidad y los hechos; de la búsqueda por transformar ese liderazgo que representaba Chávez, en un liderazgo colectivo que unifique un pueblo en el rescate de su identidad y los valores del socialismo. Los agregados al “Plan de la Patria” son justos y necesarios; evidentemente hace falta mucha madurez política para valorarlos e internalizarlos.

El primer Gran Objetivo histórico, “Defender, expandir y consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años: La independencia nacional”, contempla siete objetivos nacionales (en el documento original solamente hay seis). El objetivo nacional uno (1), expresa que es necesario garantizar la continuidad y consolidación de la República Bolivariana de Venezuela. En este sentido se alcanza a develar uno de los temores del Presidente Chávez en la construcción de la Patria Nueva, el surgimiento de movimientos políticos y militares que aspiraran llegar al poder, no para ejercitar el músculo del mando en favor de los más necesitados, sino en la plena convicción de destruir el modelo de Estado protagónico y participativo que durante quince (15) años se ha venido modelando en Venezuela. Es motivar a que el colectivo internalice que la República Bolivariana de Venezuela no es un capricho de un grupo de líderes bolivarianos, sino el rótulo y membresía del verdadero Estado de bienestar que por tantos años se les negó a los venezolanos.

El objetivo nacional dos (2), destaca la necesidad de preservar y consolidar la soberanía sobre los recursos petroleros y demás recursos nacionales estratégicos; de lo que se trata es de entender que los recursos naturales no renovables con que cuenta el país y con los cuales comercializa, deben ser resguardados por el Estado, en una especie de administración compartida con las organizaciones comunitarias y sociales; la famosa “gótica de petróleo” que llegue a cada sector de la sociedad venezolana a través de infraestructuras, servicios, educación, salud…, entre otros; pero es un asunto de redistribución y ataque a los mecanismos de corrupción que hacen difícil llevar a la praxis una política de apertura petrolera hacia el pueblo y no hacia las transnacionales. Lo que si se hace necesario, y esto es una postura muy personal, es revisar los convenios internacionales de colocación de petróleo, buscando siempre el mayor beneficio y la mayor ganancia para el país. No se puede entregar el petróleo para que sea estrategia de otros países, debe ser nuestra estrategia para solucionar la crisis energética mundial.

El objetivo nacional número tres (3), expresa que es imperioso garantizar el manejo soberano del ingreso nacional. Una de las políticas públicas del Gobierno Nacional es administrar la hacienda pública desde la discrecionalidad de sus decisiones técnicas y políticas; el asunto estriba en tener control sobre los recursos emanados por el petróleo y demás ventas de productos de la naturaleza fértil de Venezuela. El número cuatro (4) de los objetivos nacionales expresa que es necesario lograr la soberanía alimentaria para garantizar el sagrado derecho a la alimentación de nuestro pueblo. El constitucionalista José Gil Fortoul, a comienzos del siglo XX, expresó la necesidad, ante el reciente descubrimiento del petróleo como recurso natural de infinitas propiedades y de una inmensa posibilidad de generar para el país utilidades de capital para el erario público, de invertir “…el petróleo en el campo”; hacer del dinero de un recurso natural no renovable, un instrumento de consolidación de la agricultura nacional para garantizar el autoabastecimiento nacional. Luego Arturo Uslar Pietri consagraría esta idea con la frase “hay que sembrar el petróleo”. La soberanía alimentaria pasa por la consolidación de un petróleo inteligentemente colocado en los mercados internacionales y aprovechado para construir una infraestructura agro-industrial de primer mundo que haga posible prescindir en buena medida de las importaciones de alimentos. El quinto (5) de los objetivos nacionales expresa la necesidad de desarrollar nuestras capacidades científico-tecnológica, vinculadas a las necesidades del pueblo. En este aspecto el Ministerio para el Poder Popular para la ciencia y tecnología, ha fortalecido sus programas de financiamiento, logrando de este modo, a través del Programa para el estímulo a la innovación y la investigación, PEI, genera una postura coordinada con los diversos sectores de la sociedad, para comenzar el desafío por una independencia tecnológica total, integral y nacionalista.

El número seis (6) de los objetivos nacionales dice que es importante fortalecer el poder defensivo nacional para proteger la independencia y la soberanía nacional, asegurando los recursos de nuestro país para las futuras generaciones. Es decir, no descuidar el aparato militar en una sociedad moderna en exceso violenta y explosiva; el camino es garantizar la inversión en nuevas tecnologías bélicas y comenzar a producir en el país todo un contingente de equipos y productos que respondan a las necesidades de defensa que el Ejército, la Marina y la Aviación, requieren para hacer una labor preventiva y defensiva eficiente y eficaz. Por último, el objetivo número siete (7), que es el nuevo agregado al documento, expresa la necesidad de adecuar el aparato económico productivo, la infraestructura y los servicios del Estado, incrementando la capacidad de respuesta a las necesidades del pueblo ante posibles estados de excepción en el marco de la Defensa Integral de la Nación. En una palabra, crear un cuerpo de estrategias que materialicen el reconocimiento de la población a organizarse para la defensa a la Patria, desde un sistema logístico pertinente, veraz, identificado con la sociedad y con el contexto que le caracteriza. En la próxima entrega, se ahondara en los objetivos estratégicos que derivan como consecuencia de estos siete (7) objetivos nacionales.

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